Y he aquí había allí uno que tenía seca una
mano; y preguntaron a
Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de reposo? Él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y
si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por
consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo. (Mateo
12:10-12).
Los espías no se
atrevían a contestar a Jesús en presencia de la multitud por temor a meterse en
dificultades. Sabían que él
había dicho la verdad.
Mientras que
aliviarían a un animal por causa de la
pérdida que sufriría el dueño si lo descuidaban, estaban dispuestos a
dejar sufrir a un ser humano antes que violar sus tradiciones.
Así
manifestaban un mayor cuidado por un animal que por la persona,
que fue hecha a la imagen de Dios.
(Hoy en pleno siglo 21, hay políticas de estado en naciones
llamadas civilizadas y hasta cristianas, que pretenden defender más los
derechos de los animales, pero violan impunemente los derechos de los niños
(as) inocentes por nacer; con legislaciones ilegales ante toda lógica, razón y el
trono de Dios y su ley.
Los judíos de los tiempos de Jesús, valoraban más
a sus animales por cuestiones económicas; en desmedro del ser humano sufriente).
Esto ilustra el resultado de todas las religiones falsas.
Tienen su origen en el deseo del ser humano de
exaltarse por encima de Dios, pero llegan a degradar a la humanidad por debajo
del nivel de los brutos.
Toda
religión que combate la soberanía de Dios, defrauda a la
humanidad de la gloria que le fue concedida en la creación, y
que ha de serle devuelta en Cristo.
Toda
religión falsa enseña a sus adeptos a descuidar las necesidades, los
sufrimientos y los derechos de los humanos.
El
evangelio concede alto valor a la humanidad
como adquisición hecha por la sangre de Cristo, y enseña a considerar con ternura las necesidades y desgracias de la
humanidad...
Cuando Jesús preguntó a los fariseos si era lícito hacer bien o mal en
sábado, salvar la vida o matar, les hizo confrontar sus propios malos deseos.
Con acerbo
odio ellos deseaban matarle mientras él estaba
salvando vidas e impartiendo felicidad
a muchedumbres.
¿Era mejor matar en sábado, según se proponían ellos hacer, que sanar a
los afligidos como lo había hecho él?
¿Era más justo tener homicidio en el corazón en el día santo que tener
hacia todos un amor que se expresara en hechos de misericordia?
Al sanar al
hombre que tenía una mano seca, Jesús condenó la
costumbre de los judíos, y dejó al cuarto
mandamiento tal cual Dios lo había dado.
“Es lícito
hacer el bien en los días de reposo”, declaró. Poniendo a un lado las
restricciones sin sentido de los
judíos, honró el sábado,
mientras que los que se quejaban contra él; deshonraban
el día santo de Dios.
El Deseado de Todas las Gentes, 253, 254. [142]
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