Lámpara es a
mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino (Salmo 119:105).
Las dos clases de
personas
que esperaban; representan dos clases que profesan estar
esperando a su Señor.
Se las llama vírgenes porque profesan una fe pura. Las lámparas representan la Palabra de Dios. El salmista dice: "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a ni camino". El aceite es un símbolo del Espíritu Santo.
Así se representa el Espíritu en la profecía de
Zacarías... "He mirado, y he aquí un
candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del
candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él; y junto a
él dos olivos, el uno a la derecha del depósito, y el otro a su izquierda" (Zacarías 4:2,3).
Procedente de las dos olivas, corría el áureo aceite por los
tubos hacia el recipiente del candelero, y luego hacia las lámparas de oro que iluminaban el
santuario.
Así también de los seres
santos que están en la presencia de Dios, su Espíritu
es impartido a los instrumentos humanos que están consagrados a su
servicio.
La misión de los dos ungidos es comunicar al
pueblo de Dios que sólo la
gracia celestial puede hacer de su Palabra una lámpara para
los pies y una luz para
el sendero.
"No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová
de los ejércitos" (Zacarías 4:6).
En la parábola todas las
vírgenes salieron a recibir al esposo.
Todas tenían
lámparas y vasijas para aceite.
Por un tiempo parecía no
haber diferencia entre ellas.
Tal ocurre con la
iglesia
que vive precisamente antes de la
segunda venida de Cristo.
Todos tienen el
conocimiento de las Escrituras.
Todos han oído el mensaje de la pronta venida de Cristo, y esperan
confiadamente su aparición.
Pero, así como ocurrió en la parábola, ocurre hoy en día. Interviene un tiempo de espera, la fe es probada; y cuando se oye el clamor. "¡Aquí viene el esposo!" (Mateo
25:6)... muchos no están listos. No tienen aceite en sus vasijas para las lámparas. Están destituidos del Espíritu
Santo...
La teoría de la verdad, cuando no va acompañada del Espíritu Santo, no puede avivar el alma o santificar el
corazón.
Uno puede estar familiarizado con los mandamientos y las
promesas de la Biblia, pero a menos que el Espíritu de Dios grabe la verdad, el carácter no será transformando.
Sin la iluminación del Espíritu, los hombres no podrán
distinguir la verdad del error, y caerán bajo las tentaciones maestras de Satanás...
Pero el carácter es intransferible.
Ningún hombre puede creer por otro.
Ningún hombre puede recibir el Espíritu por otro.
Nadie puede impartir a otros el carácter que es el fruto de
la obra del Espíritu. Palabras de
vida del gran Maestro, págs. 336-339. RJ 202/EGW/MHP 203
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=bN77b_cgRUc&list=PLtrFh-HO7ogBX3lJ-BVlf4v1fLk5TmqV6&index=15&pp=sAQB
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