lunes, 31 de julio de 2023

34. “HACER EL BIEN EN SÁBADO”

Porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo. Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo. Mateo 12:8,12.

Jesús tenía lecciones que deseaba darle a sus discípulos para que cuando él no estuviera más con ellos, no fueran engañados por las astutas falsificaciones de los sacerdotes y gobernantes con respecto a la correcta observancia del sábado.

Quitaría del sábado las tradiciones y las exacciones con que lo habían cargado los sacerdotes y gobernantes.

Al pasar por un sembrado en un día de sábado, él y sus discípulos tenían hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a comer. “Viéndolo los fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo”. Mateo 12:2.

Para responder a su acusación, Jesús se refirió a la acción de David y los que con él estaban, diciendo: “¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes?

¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo y son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí”. Mateo 12:3-6.

Si la excesiva hambre disculpó a David de violar aun la santidad del Santuario, e hizo su acto libre de culpa, ¡cuánto más disculpable era el simple acto de los discípulos de arrancar espigas y comerlas en el día sábado!

Jesús quería enseñar a sus discípulos y a sus enemigos que el servicio de Dios está antes que cualquier otra cosa; y que si el cansancio y el hambre acompañaban al trabajo, era correcto satisfacer las necesidades de la humanidad aun en el día sábado...

Las obras de misericordia y de necesidad no son transgresión de la ley. Dios no condena esas cosas.

Jesús declaró que el acto de misericordia y de necesidad al pasar por los sembrados, de arrancar espigas y restregarlas con las manos, y comerlas para satisfacer el hambre, estaba de acuerdo con la ley que él mismo había promulgado desde el Sinaí.

De esa manera se declaró sin culpa ante los escribas, gobernantes y sacerdotes, ante el universo celestial, ante los ángeles caídos y ante los hombres caídos.

The Review and Herald, 3 de agosto de 1897. [140]

AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=3vwSnd75Xh0&list=PLVsLdOIe7sVuUZaZ1uR2ftk0UT8XIe3vg&index=12&pp=sAQB

 


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