Acontecerá
en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de
la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se
apoyarán con verdad en Jehová, el Santo de Israel. El remanente volverá, el
remanente de Jacob volverá al Dios fuerte. (Isaías 10:20, 21).
Vi en visión dos ejércitos empeñados en terrible conflicto. Una hueste iba guiada por banderas que llevaban la insignia del mundo; la otra, por el
estandarte teñido en sangre del Príncipe Emanuel.
Estandarte
tras estandarte quedaba arrastrando en el polvo, mientras que una compañía tras
otra del ejército del Señor se unía al enemigo, y tribu tras
tribu de las filas del enemigo se unía con el pueblo de Dios observador de los mandamientos.
Un ángel que volaba por el medio del cielo puso el
estandarte de Emmanuel en muchas manos, mientras que un poderoso general clamaba con voz fuerte: "Acudan a las
filas. Ocupen sus posiciones ahora los que son leales a los mandamientos de Dios y al testimonio de Cristo.
Salgan de entre ellos y sepárense"...
La
batalla seguía rugiendo. La victoria alternaba de un lado a otro. A veces cedían los soldados de la cruz, "como abanderado en
derrota" (Isaías 10:18). Pero su retirada aparente era
tan sólo para ganar una posición más ventajosa.
Se
oían gritos de gozo. Se elevó un canto de alabanza a Dios, y las voces de los ángeles se
le unieron mientras los soldados de
Cristo plantaban
su estandarte en las murallas de las
fortalezas hasta
entonces sostenidas por el
enemigo.
El
Capitán de nuestra salvación
ordenaba la batalla y
mandaba refuerzos a sus soldados. Su fuerza se manifestaba poderosamente y los alentaba a llevar la batalla hasta las puertas. Les enseño cosas terribles en justicia, mientras que, vencedor y dispuesto a vencer, los conducía paso a paso.
Al fin se ganó la victoria. El ejército que seguía la bandera que tenía la
inscripción: "Los mandamientos de Dios y la fe de
Jesús", triunfó
gloriosamente. Joyas
de los testimonios, t. 3, págs. 224, 225.
Muchas doctrinas están en boga en nuestro mundo. Hay muchas
orientaciones religiosas que cuentan con miles y decenas de miles
de adherentes, pero hay una
sola que cuenta con la aprobación de Dios.
Hay una religión
del hombre y una religión de Dios. Debemos tener nuestras almas afianzadas en
la Roca eterna...
Satanás llevará a cabo sus milagros para engañar y establecerá su poder por encima de todo lo demás.
Puede
parecer que la iglesia está por
caer, pero
no caerá. Ella permanece en pie, mientras los pecadores que hay en Sion son tamizados mientras la paja es
separada del trigo precioso.
Es una prueba
terrible, y sin embargo tiene que ocurrir. Nadie fuera de aquellos que han estado venciendo mediante la sangre del Cordero y la palabra de su testimonio serán contados con los leales y los fieles, con los que no tienen mancha ni arruga de pecado, con los que no tienen engaño en sus bocas.
Debemos despojarnos de nuestra justicia propia y vestirnos con la justicia de Cristo.
-Mensajes selectos, t. 2, págs. 436, 437. RJ218/EGW/MHP 219
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=N5M0SA_OIdY&list=PLtrFh-HO7ogBX3lJ-BVlf4v1fLk5TmqV6&index=31&pp=sAQB
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