01. UNA LUCHA
ESPIRITUAL.
Porque
no tenemos lucha contra sangre y
carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de
las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes. (Efesios 6: 12).
La vida del cristiano
es una lucha. Pero "no tenemos
lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra
los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes".
En este conflicto de la justicia contra la injusticia, sólo podemos
tener éxito mediante la ayuda divina.
Nuestra voluntad finita debe ser sometida a la voluntad del Infinito; la
voluntad humana debe unirse a la divina.
Esto traerá al Espíritu Santo en ayuda nuestra, y cada conquista tenderá
a la recuperación de la posesión comprada por Dios y a la restauración de su imagen
en el creyente.
El Señor Jesús actúa
mediante el Espíritu Santo, pues éste es su representante. Por su medio infunde vida espiritual en el
corazón, avivando sus energías para el bien, limpiándolo de la impureza moral,
y dándole idoneidad para su reino. Jesús
tiene grandes bendiciones para otorgar y ricos dones para distribuir entre los
hombres. Es el Consejero maravilloso,
infinito en sabiduría y fuerza, y si queremos reconocer el poder de su Espíritu
y someternos a ser amoldados por él, nos haremos completos en él. ¡Qué
pensamiento es éste! En Cristo
"habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis
completos en él" (Col. 2: 9, 10).
El corazón humano
nunca conocerá la felicidad hasta que se someta a ser amoldado por el Espíritu
de Dios. El Espíritu conforma la vida
renovada al modelo, Jesucristo. Mediante
la influencia del Espíritu, se transforma la enemistad hacia Dios en fe y amor,
el orgullo en humildad. El creyente
percibe la belleza de la verdad, y Cristo es honrado por la excelencia y
perfección del carácter. Al efectuarse
estos cambios, prorrumpen los ángeles en arrobado canto, y Dios y Cristo se
regocijan por los que fueron convertidos a la semejanza divina. -Mensajes para
los jóvenes, pp. 53, 54. 347
02. SOLDADOS PARA
CRISTO.
Por tanto, tomad toda
la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo
acabado todo, estar firmes. Estad, pues,
firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de
justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que
podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada
del Espíritu, que es la palabra de Dios.
(Efesios 6: 13-17).
Los soldados
comprometidos en batalla tienen que afrontar dificultades y privaciones. Se les da alimento común, y eso a menudo en
cantidad limitada. Día tras día tienen
largas marchas sobre caminos ásperos y bajo el sol ardiente, acampando al aire
libre por las noches, durmiendo sobre el suelo con sólo el pabellón del cielo
por cubierta, y expuestos a las lluvias torrenciales y a las duras heladas,
hambrientos, débiles, exhaustos, ya como blanco del enemigo, ya en mortal
combate. Así aprenden lo que son las
privaciones. Los que se alistan en el
ejército de Cristo también deben afrontar un trabajo difícil, y con paciencia
soportar dolorosas pruebas por amor de Cristo.
Pero los que sufren con él también reinarán con él.
Entonces, ¿quién de
nosotros ha entrado al servicio esperando las comodidades de la vida, estar de
licencia cuando lo desea, dejar a un lado la armadura de soldado para ponerse
ropas de civil, dormir en el puesto del deber y exponer así la causa de Dios al
vituperio? Los que gustan de la vida
fácil no practicarán el renunciamiento propio ni el sufrimiento paciente; y
cuando se necesiten hombres que intenten ataques poderosos en favor de Dios, no
estarán listos para responder: "Heme aquí, envíame a mí". Debe hacerse un trabajo duro y penoso, pero
benditos son los que están listos para hacerlo cuando los llamen por sus
nombres. Dios no recompensará a los
hombres ni a las mujeres en el mundo del futuro si en éste buscan la comodidad.
Estamos ahora en el
campo de batalla. No hay tiempo para
descansar, no hay tiempo para la comodidad; deben salir conquistando y para
conquistar, y reuniendo fuerzas renovadas para enfrentar nuevas luchas. Cada victoria ganada aumenta el valor, la fe
y la determinación. Para sus enemigos,
demostrarán ser más que contrincantes mediante la fortaleza divina.
Signs of the Times, 7 de setiembre de 1891. 348
Signs of the Times, 7 de setiembre de 1891. 348
03. FELICIDAD EN
SERVIR A NUESTRO CAPITÁN.
Pelea la buena
batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste
llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. (1 Timoteo
6: 12).
En el ejercicio
fervoroso y decidido, como fieles soldados y obedeciendo la orden del Capitán
de nuestra salvación, hay gozo genuino, tal como el que no se puede obtener en
ningún otro empleo. La paz de Cristo
estará en el corazón del soldado fiel.
Hay descanso para quien lleva el yugo de Jesús y levanta las cargas de
Cristo. Parece una contradicción decir
que no hay descanso, excepto para el que se encuentra en el servicio continuo y
consagrado. Esto es verdad. La felicidad proviene de un servicio
dispuesto y obediente, donde todos los poderes de nuestro ser se mueven en una
feliz, saludable y armoniosa acción en obediencia a las órdenes de nuestro
Capitán. Cuanto mayor sea la
responsabilidad asignada a los soldados de Cristo, más se gozará en el amor del
Salvador y su aprobación. El creyente
encuentra libertad en la realización de las tareas más pesadas y más difíciles.
Cumplir con las
tareas de un soldado significa esfuerzo.
No siempre será el trabajo que nosotros, como milicias de Jesús,
elegiríamos. Soportaremos incomodidades
externas, dificultades y pruebas. Hay
una guerra permanente que debe mantenerse contra los males y las inclinaciones
de nuestros propios corazones naturales.
No debemos escoger y seleccionar el trabajo que nos resulta más
agradable; porque somos soldados de Cristo, y bajo su disciplina no podemos
buscar nuestro propio placer. Tenemos que pelear las batallas del Señor con
hombría. Hay enemigos que vencer, los
cuales quieren conquistar el control de todas nuestras facultades.
Nuestra propia
voluntad debe morir; sólo Cristo ha de ser obedecido. El soldado en el ejército del Señor tiene que
aprender a soportar dificultades, a negarse a sí mismo, a tomar su cruz y a
seguir a donde su Capitán lo conduzca.
Para la naturaleza humana, hay muchas tareas que serán duras de
realizar; dolorosas para la carne y la sangre.
Este desafío de someter al yo requiere un esfuerzo decidido y
continuo. Al pelear la buena batalla de
la fe obtendremos preciosas victorias, y estaremos echando mano de la vida
eterna.- The Youth's Instructor, 22 de diciembre de 1886. 349
04. LAS PRUEBAS Y
LA OPOSICIÓN PRODUCEN BENEFICIOS.
Amados, no os
sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa
extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los
padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os
gocéis con gran alegría. (1 Pedro 4: 12,
13).
De muchas maneras
puede ser beneficiosa para nosotros la oposición que afrontamos. Si es bien sobrellevada, desarrollará
virtudes que nunca hubieran aparecido si el cristiano no tuviera nada que
soportar. La fe, la paciencia, la
tolerancia, las inclinaciones celestiales, la confianza en la Providencia y la
simpatía genuina para con los que yerran son los resultados de las pruebas bien
sobrellevadas. Son las gracias del
Espíritu que brotan, florecen y fructifican en medio de la adversidad. La mansedumbre, la humildad y el amor siempre
crecen en el árbol cristiano. Si la
palabra es recibida en corazones buenos y honrados, la mente obstinada será
sometida, y la fe, aferrándose de las promesas y apoyándose en Jesús,
triunfará: "Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe"
(1 Juan 5: 4).
El que abra las
Escrituras y se alimente del maná celestial, llegará a ser participante de la
naturaleza divina. No tendrá vida ni
experiencia separadas de Cristo.
Escuchará la voz de Dios que desde el cielo dice: "Este es mí Hijo
amado, en quien tengo complacencia" (Mat. 3: 17). Esa voz es la seguridad de que es aceptado en
el Amado. Sabe que su carácter deberá
ser semejante a Aquel en quien Dios tiene contentamiento. Dios aceptó completamente al Salvador como
nuestro sustituto o garantía. Entonces,
apártese de toda iniquidad aquel que se llama por el nombre de Cristo, y sea
uno con él en carácter, para que Jesús no se avergüence de llamarlo hermano.
Aquel en quien
confiamos ha demostrado ser una ayuda siempre presente en todo tiempo de
necesidad. "Por tanto, nosotros
todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos
transformados de gloria en gloria [lo que significa de un carácter a otro
mejor] en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor" (2 Cor. 3:
18). "Porque Dios, que mandó que de
las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros
corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de
Jesucristo" (2 Cor. 4: 6).
Review and Herald, 28 de junio de 1892. 350
Review and Herald, 28 de junio de 1892. 350
05. EL ENEMIGO NO
SE ENTREGA FÁCILMENTE.
Por lo cual alegraos,
cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar!
porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco
tiempo.
(Apocalipsis 12: 12).
(Apocalipsis 12: 12).
Los que consagran
todo a Dios no quedarán libres de las molestias del enemigo de los
creyentes. Satanás vendrá a ellos con
tentaciones atractivas, diseñadas para alejarlos de su lealtad a Dios. Intentará sobornarlos, como lo hizo con Cristo
en el desierto, diciéndole: "Todo esto te daré, si postrado me adorares"
(Mat. 4: 9).
Pero, ¿cuál debería
ser la respuesta del cristiano a todas las tentaciones del maligno? Debería decir: "No prestaré mi
influencia de ningún modo al progreso de nada que no sea la causa de Cristo. No soy mío; he sido comprado por precio. No he de vivir para agradarme a mí mismo;
porque he sido comprado y rescatado por la sangre de Cristo. No es posible darle a Jesús más de lo que le
pertenece; cada momento de mi vida es suyo.
Soy su posesión, un siervo empleado para hacer la voluntad
de mi Maestro".
de mi Maestro".
Esta es la única
posición segura; y si los feligreses sintieran esto, qué poder ejercería la
iglesia para atraer y ganar creyentes para Cristo. El esfuerzo de servir a Dios y al diablo al
mismo tiempo es lo que deja al cuerpo de Cristo, la feligresía, tan destituido
del Espíritu de Dios.
Si los miembros
estuvieran consagrados a Dios, si estuvieran en la unidad del Espíritu, en el
vínculo de la paz, y si estuvieran organizados con el propósito de impartir a
otros una influencia para el bien, la iglesia realmente sería la luz del
mundo. Si los feligreses individualmente
buscaran representar a Cristo ante el mundo en carácter y vida, miles, que
ahora tienen razón para criticar las palabras y los hechos de los que profesan
el nombre de Cristo, serían atraídos al Salvador.
"Porque Dios,
que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en
nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en
la faz de Jesucristo. Pero tenemos este
tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de
nosotros" (2 Cor. 4: 6, 7).- The Home Missionary, 1º de octubre de 1892.
351
06. DESCUBRAMOS
LAS TRAMPAS DEL ENEMIGO.
Por lo demás,
hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. (Efesios 6: 10).
Como pueblo, estamos
esperando la venida del Señor en las nubes del cielo. Entonces, ¡cuán cuidadosamente deberíamos
examinar nuestros corazones para que sepamos si estamos en la fe o no! Parece haber una niebla ante los ojos de
muchos, porque no disciernen las cosas espirituales y no reconocen las
maquinaciones de Satanás para entramparlos.
Los cristianos no han de ser esclavos de la pasión, sino controlados por
el Espíritu de Dios. Pero muchos llegan
a ser juguetes del enemigo porque cuando vienen las tentaciones, en lugar de
apoyarse en Jesús, se centran en ellos mismos y abandonan el brazo de su
Señor. Como resultado, pierden toda su
fe y su valor ante la perplejidad. No
recuerdan que en lo pasado Cristo les ayudó a salir de otras dificultades, que
su gracia es suficiente para las pruebas diarias, y que él también puede
auxiliarlos en la dificultad presente.
En nuestras pequeñas
dificultades diarias experimentaremos fracasos si permitimos que nos irriten y
angustien, y así las convertimos en piedras de tropiezo para nosotros y para
otros. Pero, mediante la paciente
resistencia, estas molestias diarias han de resultar en bendiciones de la mayor
importancia si pedimos fuerzas para soportar mayores dificultades. Satanás nos presionará con las tentaciones
más severas, por eso debemos aprender a acudir a Dios en toda y cualquier
emergencia, como un niño acude a sus padres.
Profesamos ser
cristianos bíblicos, y no se nos abandona en la oscuridad para dar un paso tras
otro en la incertidumbre. Tenemos que
saber adónde vamos. Es imposible estar
en la oscuridad si seguimos a Cristo como nuestro líder, pues él dice: "El
que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida"
(Juan 8 : 12). Cuando el camino parezca
obstruido por las dificultades y cubierto de oscuridad, debemos creer, confiar
en que hay una luz guiadora y no desviamos a la derecha ni a la izquierda sino
seguir adelante, a pesar de todas nuestras pruebas y tentaciones.
Review and Herald, 19 de mayo de 1891. 352
Review and Herald, 19 de mayo de 1891. 352
07. NO "A MI
MANERA"
Pues no habéis
recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que
habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre! (Romanos 8: 15).
La obra de la
santificación comienza en el corazón, y debemos tener tal relación con Dios,
que Jesús pueda poner su molde divino sobre nosotros. Hemos de vaciamos del yo a fin de dar lugar a
Jesús. Pero cuántos tienen sus corazones
tan llenos con ídolos que no dejan lugar para el Redentor de la humanidad. El mundo mantiene en cautiverio el corazón de
los hombres. Estos centran sus
pensamientos y afectos en sus negocios, su posición y su familia. Se aferran a sus opiniones y hábitos, y los
acarician como ídolos. No nos sometamos
al servicio del yo, aferrándonos a nuestras ideas y hábitos y, de ese modo,
excluir la verdad de Dios.
Debemos vaciarnos del
yo. Pero esto no es todo lo que se
requiere. Cuando renunciemos a nuestros
ídolos, el vacío debe ser llenado. Si el
corazón se deja desierto y el vacío no se llena, estará en la condición de
aquel cuya casa fue "vaciada, barrida, y adornada", pero sin un
huésped que la ocupara. El espíritu malo
trajo consigo otros siete espíritus peores que él, y entraron y vivieron allí;
y la situación final de ese, hombre fue peor que la primera.
Usted podrá pensar
que es incapaz de alcanzar la aprobación del cielo, y hasta puede decir:
"Nací con esta tendencia natural hacia el mal; me es imposible
vencerse". Sin embargo, nuestro
Padre celestial ha hecho toda la provisión necesaria para que pueda vencer
cualquier tendencia al mal. Usted va a
triunfar, así como Cristo ganó la victoria en nuestro favor. El dice: "Al que venciere, le daré que
se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi
Padre en su trono" (Apoc. 3: 21).
El pecado puso en peligro a la familia humana. Pero antes que el hombre fuera creado, se
hizo la provisión para que, si él no soportaba la prueba, Jesús viniera a ser
su sacrificio y garantía, y para que por la fe en él, el hombre pudiera ser
reconciliado con Dios. Porque Cristo fue
el Cordero "inmolado desde el principio del mundo" (Apoc. 13:
8). Jesús murió en el Calvario para que
el hombre pudiera tener poder para vencer sus tendencias naturales hacia el
pecado.
Pero alguien podrá
decir: "¿No puedo hacer lo que quiero y ser yo mismo?" No, usted no
puede hacer lo que quiere y entrar en el reino de los cielos. Nadie que hace lo que desea estará allá. Ninguno que hace lo que le parece encontrará
lugar en el reino de los cielos. Nuestro
modo de ser debe identificarse con el modo de ser de Dios.- Review and Herald,
23 de febrero de 1892. 353
08. LA ORACIÓN
PRODUCE FORTALEZA.
Porque todo lo que es
nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo,
nuestra fe. (1 Juan 5: 4).
Mientras Jesús,
nuestro intercesor, suplica por nosotros en el cielo, el Espíritu Santo trabaja
para obrar en nosotros el querer y el hacer por su buena voluntad. Todo el cielo está interesado en la salvación
del creyente. Entonces, ¿qué razón
tenemos para dudar de que el Señor quiere ayudarnos, y que lo hará? Si enseñamos a la gente, nosotros mismos
debemos tener una conexión vital con Dios.
En espíritu y en palabra deberíamos ser para los demás un manantial,
porque Cristo es en nosotros una fuente de agua que salta para vida
eterna. La tristeza y el dolor podrán
probar nuestra paciencia y nuestra fe, pero el brillo de la presencia del
Invisible estará con nosotros; por eso debemos esconder el yo detrás de Jesús.
En la iglesia hablen
de valor; eleven a los presentes en oración.
Díganles que cuando sienten que han pecado, y que no pueden orar, ése es
precisamente el momento para suplicar.
Muchos se sienten humillados por sus fracasos porque han sido vencidos
en lugar de vencer al enemigo. La
mundanalidad, el egoísmo y la naturaleza carnal los han debilitado, y piensan
que no vale la pena acercarse a Dios.
Este pensamiento es una de las sugerencias del enemigo. Pueden estar avergonzados, y profundamente humillados,
pero deben orar y creer. Cuando
confiesan sus pecados, el que es fiel y justo los perdonará y los limpiará de
toda iniquidad. Aunque la mente pueda
divagar durante la oración, no se desanimen, tráiganla de vuelta al trono y no
abandonen el propiciatorio hasta que hayan alcanzado la victoria.
¿Piensan que la
victoria de ustedes será demostrada por una fuerte emoción? No; "esta es la victoria que vence al
mundo, nuestra fe" (1 Juan 5: 4).
El Señor conoce el deseo de ustedes; por fe manténganse cerca de él, y
esperen recibir el Espíritu Santo.
La función del
Espíritu es orientar todos nuestros ejercicios espirituales. El Padre nos ha dado a su Hijo para que por
su intermedio el Espíritu Santo pudiera venir a nosotros a fin de conducirnos
al Padre. Mediante el instrumento
divino, tenemos el Espíritu de intercesión por el cual podemos suplicar a Dios,
así como un hombre le pide algo a un amigo.- Signs of the Times, 3 de octubre
de 1892. 354
09. SIEMPRE HAY
UNA PUERTA ABIERTA.
Yo conozco tus obras;
he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede
cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has
negado mi nombre.
(Apocalipsis 3: 8).
(Apocalipsis 3: 8).
Los que logren vencer
serán altamente exaltados ante Dios y ante sus ángeles. Cristo ha prometido que confesará sus nombres
delante del Padre y delante de los santos ángeles del cielo. Nos ha dado numerosas promesas para animarnos
a ser vencedores. El Testigo Fiel y
Verdadero nos ha dado la seguridad de que ha puesto ante nosotros una puerta
abierta que nadie puede cerrar. A los
que están procurando ser fieles a Dios se les pueden negar muchos privilegios
del mundo. Quizá su camino sea obstruido
y su obra estorbada por los enemigos de la verdad, pero no hay poder capaz de
cerrar la puerta de comunicación entre Dios y sus hijos fieles. Sólo puede hacerlo el cristiano por su
indulgencia respecto del pecado, o por rechazar la luz del cielo. Puede apartar sus oídos para no escuchar el
mensaje de verdad, y así cortar la conexión entre Dios y su mente.
Ustedes pueden tener
oídos y no oír, ojos y no ver la luz ni recibir la iluminación que Dios les ha
provisto. Pueden cerrar la puerta a la
luz tan ciertamente como los fariseos rechazaron a Cristo cuando enseñaba entre
ellos. No recibieron la luz y el
conocimiento que él trajo porque no vino en la forma como ellos lo
esperaban. Jesús es la luz del mundo, y
si hubieran recibido la luz que tan generosamente les ofrecía, habrían sido
salvos. Pero ellos rechazaron al Santo
de Israel.
Cristo les dijo que
"los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran
malas. Porque todo aquel que hace lo
malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean
reprendidas" (Juan 3: 19). Dijo:
"Y no queréis venir a mí para que tengáis vida" (Juan 5: 40). El camino estaba abierto; pero por sus
propias acciones cerraron la puerta y cortaron su conexión con Cristo. Nosotros podemos hacer lo mismo si rechazamos
la luz y la verdad.
Review and Herald, 26 de marzo de 1889. 355
Review and Herald, 26 de marzo de 1889. 355
10. PROCUREMOS
UNA VICTORIA DIARIA.
¿No sabéis que los
que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el
premio? Corred de tal manera que lo
tengáis. Todo aquel que lucha, de todo
se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero
nosotros, una incorruptible.
(1 Corintios 9: 24, 25).
(1 Corintios 9: 24, 25).
¿Cuántos años hemos
estado en el huerto del Señor? ¿De qué provecho hemos sido para el Maestro?
¿Cómo estamos afrontando el ojo escrutador de Dios? ¿Estamos creciendo en
reverencia, amor, humildad y confianza en Dios? ¿Albergamos gratitud por todas
sus misericordias? ¿Estamos procurando bendecir a los que nos rodean?
¿Manifestamos el espíritu de Jesús en nuestras familias? ¿Estamos enseñando su
Palabra a nuestros hijos y contándoles las maravillosas obras de Dios? El cristiano debe representar a Jesús tanto
por ser bueno como por hacer el bien.
Entonces, la fragancia de la vida y la belleza de carácter revelarán que
es un hijo de Dios, un heredero del cielo.
Hermanos, no seamos
más siervos negligentes. Cada persona tiene que luchar contra sus
inclinaciones. Cristo no vino para
salvar a los hombres en sus pecados, sino de sus pecados. Ha hecho posible que poseamos un carácter
santo; por tanto, no quedemos satisfechos con nuestros defectos y
deformidades. Al buscar fervientemente
la perfección del carácter, debemos recordar que la santificación no es obra de
un momento sino de toda una vida. Pablo
dijo: "Cada día muero".
Cotidianamente debemos obtener nuevos logros en la tarea de vencer. Cada día tenemos que resistir la tentación y
ganar la victoria sobre el egoísmo en todas sus formas.
Día tras día debemos
abrigar amor y humildad, y cultivar en nosotros mismos todas las excelencias de
carácter que agradan a Dios y nos preparan para la bendita sociedad del
cielo. Hay una promesa muy preciosa para
todos los que tratan de realizar esta obra: "El que venciere será vestido
de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré
su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles" (Apoc. 3:
5).-Historical Sketches, p. 181. 356
11. CADA VICTORIA
FACILITA LA SIGUIENTE.
Antes, en todas estas
cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
(Romanos 8: 37).
(Romanos 8: 37).
Delante de ustedes
está la obra de usar el resto de sus vidas para reformar y elevar el
carácter. Una vida nueva comienza con la
renovación de la persona. Cristo es el
Salvador que habita en el interior del creyente. Lo que consideren como algo a lo que es
difícil renunciar deben rendirlo a Dios.
La palabra ultrajante y dictatorial debería suprimiese; entonces se
obtendría una preciosa victoria.
La verdadera
felicidad será el resultado de cada negación propia, cada crucifixión del
yo. Ganada una victoria, la siguiente se
obtendrá más fácilmente. Si Moisés
hubiera descuidado las oportunidades y los privilegios otorgados por Dios,
habría sido un hombre chasqueado y miserable como resultado de no aprovechar la
luz del cielo. El pecado es de la
naturaleza inferior. Cuando se lo
gratifica, Satanás se entroniza en el corazón para encender el fuego del
infierno. Dios no ha dado su ley para
impedir la salvación de las personas, sino para que todos sean salvos. El hombre tiene luz y oportunidades y, si las
aprovecha, puede vencer. Por nuestra
vida podemos mostrar que el poder de la gracia de Dios
da la victoria.
da la victoria.
Satanás está tratando
de establecer su trono en el templo del ser humano. Cuando él reina, se hace escuchar y sentir
mediante pasiones airadas y palabras amargas que duelen y hieren. Pero así como la luz no tiene comunión con
las tinieblas, ni Cristo con Belial, el hombre no puede ser de los dos a la
vez. Es totalmente de uno o del otro. El ceder a la indulgencia propia, la
avaricia, el engaño, el fraude u otros pecados de cualquier índole, estimula
los principios de Satanás en la mente y cierra la puerta del cielo para sí
mismo. Por causa del pecado Satanás fue
expulsado del cielo. Ningún hombre que
acaricia y fomenta el mal podrá ir al cielo, porque entonces Satanás habría
conquistado
una posición allí.
una posición allí.
Cuando el hombre se
ocupe día tras día sinceramente en vencer los defectos de su carácter estará
abrigando a Cristo en el templo de su ser.
Entonces la luz de Jesús estará en él, y bajo los brillantes rayos de la
luz del rostro del Salvador, su vida entera se elevará y ennoblecerá.
Testimonies, t. 4, pp. 345, 346. 357
Testimonies, t. 4, pp. 345, 346. 357
12. SE NOS
PROMETE FUERZA SOBRENATURAL.
Ahora, pues, ninguna
condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a
la carne, sino conforme al Espíritu.
(Romanos 8: 1).
El Espíritu Santo fue
prometido para acompañar a los que están luchando por la victoria. Demuestra su poder al dotar al agente humano
con fuerza sobrenatural, y también al instruir al ignorante en los misterios
del reino de Dios. El Espíritu Santo es
nuestro Ayudador. ¿Qué beneficio habríamos tenido si el Hijo de Dios se hubiera
humillado, soportado las tentaciones del astuto enemigo, luchado contra él
durante su vida sobre la tierra y muerto en lugar del pecador para que la
humanidad no pereciera, si el Espíritu no hubiese sido dado como un agente
regenerador que obra constantemente para hacer efectivo en nosotros lo que
había sido logrado por el Redentor del mundo?
El Espíritu Santo
implantado en los discípulos les permitió sostenerse firmes contra la idolatría
y exaltar sólo a Dios.
El Espíritu Santo
también guió la pluma de los historiadores sagrados para que el registro de las
preciosas palabras y obras de Cristo se presentara al mundo. El Espíritu Santo está constantemente
procurando atraer la atención de los hombres al gran sacrificio hecho sobre la
cruz del Calvario, tratando de presentar ante el mundo el amor de Dios por el
hombre y de abrir ante las personas convencidas las preciosas promesas de las
Escrituras.
Es el Espíritu Santo
quien trae a las mentes oscurecidas los brillantes rayos del Sol de Justicia;
el que hace arder los corazones de los hombres despertando la inteligencia a
las verdades eternas. Es el Espíritu Santo
quien produce la tristeza piadosa que obra el arrepentimiento del que no hay
que arrepentirse, e inspira fe en el único que puede salvar del pecado. Es el Espíritu Santo quien transforma el
carácter al retirar el afecto que los hombres ponen en las cosas temporales y
perecederas, para centrarlo en la herencia inmortal, la imperecedera sustancia
eterna. El Espíritu Santo recrea, refina
y santifica a los agentes humanos para que puedan llegar a ser miembros de la
familia real, hijos del Rey celestial. Signs of the Times, 17 de abril de
1893. 358
13. MÁS CERCA DE
JESÚS.
Someteos, pues, a
Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se
acercará a vosotros. Pecadores, limpiad
las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. (Santiago 4: 7, 8).
Cuando nos asalta la
tentación, necesitamos discernimiento espiritual para poder detectar al agente
de Satanás y para acercarnos a Jesús.
Lleguémonos a Dios y él se acercará a nosotros. Resistamos al diablo y él huirá. A cada momento es necesario pelear la buena
batalla de la fe. La duda tiene que ser
resistida y la fe estimulada. En la
tentación, la razón debe dominar la inclinación. El yo clamará por ser atendido, pero hay que
resistir la inclinación y vencer la tentación.
El Señor nos ha
advertido y presentado principios que todo cristiano debe incorporar a la vida
práctica. Los que miran con indiferencia
la luz y la advertencia que a Dios le ha placido darnos, serán cada vez más
egoístas y autosuficientes. Los que no
dependen de Dios ciertamente serán vencidos por el enemigo. Satanás está usando cada método concebible
para mantener en sus filas a quienes pretenden estar del lado del Señor. Él puede cegarles los ojos al punto de lograr
que llamen luz a la oscuridad y oscuridad a la luz...
Aunque la luz de Dios
está brillando con rayos más definidos que nunca antes, y que brillarán más y
más claramente al acercarnos al fin de la historia de la tierra, los únicos que
podrán discernir la verdad del error serán los que con frecuencia estén sobre
sus rodillas buscando la sabiduría de Dios.
Sólo los brillantes rayos del Sol de Justicia pueden revelar las
numerosas artimañas del enemigo. El
maligno está trabajando con todo engaño de iniquidad; y aunque no tenemos que
mantener nuestros ojos sobre el poder de las tinieblas, no debemos ignorar sus
maquinaciones.
Nuestra fe debe
centrarse en Cristo, a fin de mirarlo y de aferrarnos a su fuerza, que es
suficiente para afrontar cada emergencia, para que nuestro corazón se una con
el suyo y nuestra existencia se entreteja con su vida mediante eslabones
escondidos y, porque él vive, nosotros también viviremos. Esto es religión práctica, porque seremos
guardados por el poder de Dios mediante la fe para salvación. A menos que nos unamos con el Señor en un
pacto perpetuo y que no lo olvidemos nunca, ninguno de nosotros podrá estar
seguro.
Review and Herald, 14 de marzo de 1893. 359
Review and Herald, 14 de marzo de 1893. 359
14. LA VICTORIA
PRODUCE GOZO EN EL CIELO.
Os digo que así habrá
más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve
justos que no necesitan de arrepentimiento.
(Lucas 15: 7).
Los instrumentos
satánicos siempre están luchando para dominar la mente humana. No obstante, los ángeles de Dios están
constantemente en acción, fortaleciendo las manos débiles y dando vigor a las
rodillas paralizadas de todos los que acuden a Dios en busca de ayuda. La promesa a cada hijo de Dios es:
"Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que
llama, se le abrirá"
(Mat. 7: 8)...
(Mat. 7: 8)...
El Señor ha tenido
siempre hombres y mujeres de corazón íntegro, que han hecho con él un pacto con
sacrificio, que no se han apartado de su integridad, que se han mantenido en el
mundo sin mancha y han sido conducidos por la Luz de la vida para destruir los
propósitos del astuto enemigo. ¿Harán los seres humanos su parte en resistir al
diablo? Si la hacen, él seguramente
huirá de ellos. Los ángeles, que están
dispuestos a hacer por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos,
esperan nuestra cooperación. Aguardan a
que respondamos a la atracción de Cristo.
Acerquémonos a Dios y el uno al otro.
Es mediante nuestros deseos, nuestras oraciones silenciosas y nuestra
resistencia a los instrumentos satánicos como ponemos nuestra voluntad de parte
de la de Dios. Mientras tengamos el
deseo de resistir al diablo y de orar sinceramente, diciendo: "Líbrame de
la tentación", tendremos fortaleza para el día.
La obra de los
ángeles consiste en acercarse a los probados, tentados y sufrientes. Trabajan febril e incansablemente para salvar
a los creyentes por los cuales Cristo murió.
Cuando la gente aprecia esas ventajas, actúa en beneficio propio y,
cuando pone su voluntad del lado de Cristo, los ángeles llevan al cielo las
buenas nuevas. Al regresar a los atrios
celestiales informan de su éxito con relación a las personas ministradas,
produciendo gozo en medio de la hueste celestial.
Review and Herald, 4 de julio de 1899. 360
Review and Herald, 4 de julio de 1899. 360
15. NADA MÁS
INVENCIBLE.
Mas gracias sean
dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor
Jesucristo.
(1 Corintios 15: 57).
(1 Corintios 15: 57).
La vida cristiana es
una vida de conflicto constante. Es una
batalla y una marcha. Cada acto de
obediencia, cada acción de negación propia, cada prueba soportada con valor,
cada tentación resistía y cada victoria ganada es un paso hacia adelante en la
marcha hacia el triunfo eterno.
Hay esperanza para el
hombre. Cristo dice: "Al que
venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y
me he sentado con mi Padre en su trono" (Apoc. 3: 21). Pero no olvidemos que los esfuerzos que
hacemos con nuestra propia fuerza son absolutamente inútiles. Nuestra fuerza es debilidad; nuestro juicio,
necedad. Sólo en el nombre y con la
fuerza de nuestro Conquistador podemos conquistar. Cuando somos asediados por la tentación y
cuando los deseos que no son semejantes a los de Cristo exigen el dominio,
ofrezcamos oraciones fervientes e importunas al Padre celestial, en el nombre
de Cristo. Esto traerá ayuda divina.
En el nombre del Redentor podemos obtener la victoria.
En el nombre del Redentor podemos obtener la victoria.
Cuando, al considerar
la pecaminosidad del pecado, caemos impotentes ante la cruz pidiendo perdón y
fuerza, nuestra oración es escuchada y contestada. Los que presentan sus peticiones a Dios en el
nombre de Cristo nunca serán rechazados.
El Señor dice: "Al que a mí viene, no le echo fuera" (Juan 6:
37). "Habrá considerado la oración
de los desvalidos" (Sal. 102: 17).
Nuestro auxilio viene de Aquel que tiene todas las cosas en sus
manos. La paz que nos envía es la
seguridad de que nos ama.
Nada puede ser más
impotente y sin embargo más invencible que la persona que siente su
insignificancia, y se apoya totalmente en los méritos de un Salvador
crucificado y resucitado.
Dios enviaría a cada ángel del cielo para ayudar a quien depende totalmente de Cristo antes de permitir que sea vencido.
Dios enviaría a cada ángel del cielo para ayudar a quien depende totalmente de Cristo antes de permitir que sea vencido.
Si Aceptamos a Cristo
como nuestro Guía, él nos conducirá con seguridad a lo largo del camino
angosto. El camino podrá ser áspero y
espinoso, y la cuesta empinada y peligrosa; también podrán haber muchas trampas
a derecha y a izquierda. Cuando estemos
agotados deseando descanso, tendremos que seguir luchando; cuando estemos
débiles, quizá tengamos que pelear, pero con Cristo como nuestro guía, no
dejaremos de alcanzar el cielo. Signs of the Times, 29 de octubre de 1902. 361
16. UN TIZÓN
ARREBATADO DEL INCENDIO.
Y dijo Jehová a
Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás;
Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado
del incendio? (Zacarías 3: 2).
Jesús habla de su
pueblo como de un tizón arrebatado del incendio, y Satanás comprende lo que
esto significa. Los sufrimientos
infinitos del Hijo de Dios en el Getsemaní y en el Calvario fueron soportados
para que él pudiera rescatar a su pueblo del poder del maligno. La obra de Jesús en la salvación de las
personas que perecen es como si él pusiera la mano en el fuego para
salvarlos. Josué, que representa al
pueblo de Dios, está delante del ángel vestido de ropas inmundas; pero cuando
el pueblo se arrepiente delante de Dios por la transgresión de su ley, y
extiende la mano de la fe para aferrarse de la justicia de Cristo, Jesús dice:
"Quítenles sus ropas inmundas y vístanlos con ropas nuevas".
Es sólo mediante la
justicia de Cristo que somos capacitados para guardar la ley. Los que adoran a Dios con sinceridad y
verdad, y en su interior se afligen delante de él como en el gran día de la
expiación, lavarán sus mantos del carácter y los blanquearán en la sangre del
Cordero. Satanás procura atar la mente
humana con engaño para que los hombres no se arrepientan y crean que sus ropas
inmundas pueden ser quitadas sin la intervención de Cristo. ¿Por qué aferrarnos
a miserables defectos de carácter a fin de cerrar el camino para que Jesús no
pueda obrar en favor de nosotros?
Durante el tiempo de
angustia la posición del pueblo de Dios será similar a la de Josué. No ignorarán la obra que se está haciendo en
el cielo en su favor. Percibirán que el
pecado es registrado frente a sus nombres, pero también sabrán que los pecados
de todos los que se arrepienten y se aferran de los méritos de Cristo serán
cancelados... Los nombres de los que han manifestado verdadero arrepentimiento
del pecado, y por una fe viva en Cristo obedecen los mandamientos de Dios,
serán conservados en el libro de la vida y confesados delante del Padre y
delante de los santos ángeles. Jesús
dirá: "Estos son míos; yo los he comprado con mi propia sangre".-
Signs of the Times, 2 de junio de 1890. 362
Signs of the Times, 2 de junio de 1890. 362
17. VICTORIA EN
EL CAMPO DE BATALLA.
Yo les he dado tu
palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy
del mundo. No ruego que los quites del
mundo, sino que los guardes del mal.
(Juan 17: 14, 15).
El cristiano tiene
deberes en el mundo, y Dios lo hace responsable de su fiel cumplimiento. Para ello no necesita confinarse dentro de
muros monásticos, ni evitar toda asociación con los mundanos. Es cierto que sus principios serán expuestos
a las pruebas más severas, y que sufrirá dolor por lo que sus ojos vean y sus
oídos escuchen, pero no debe familiarizarse con estas visiones y sonidos ni
aprender a amarlas. Por la asociación
con el mundo nos inclinamos a aceptar el espíritu del mundo y a adoptar sus
costumbres, gustos y preferencias. No
obstante, la orden es: "Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el
Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré. Y seré a vosotros por Padre, y vosotros me
seréis hijos e hijas" (2 Cor. 6: 17, 18).
Nunca permitan que
otros digan que los mundanos y los seguidores de Cristo son iguales en sus
gustos y prácticas, porque Dios ha trazado una línea entre su pueblo y los
demás. Esta línea de demarcación es
visible, profunda y clara; no está tan fusionada con el mundo que no se la
pueda distinguir.
"Conoce el Señor a los que son suyos" (2 Tim. 2: 19).
"Por sus frutos los conoceréis" (Mat. 7: 16).
"Conoce el Señor a los que son suyos" (2 Tim. 2: 19).
"Por sus frutos los conoceréis" (Mat. 7: 16).
Sólo velando en
oración y mediante el ejercicio de una fe viviente, el cristiano puede
conservar su integridad en medio de las tentaciones que Satanás arroja sobre
él. "Esta es la victoria que ha
vencido al mundo, nuestra fe" (1 Juan 5: 4). Hablen constantemente a su corazón el
lenguaje de la fe: "Jesús dijo que me recibiría, y yo creo en su
palabra. Lo alabaré y glorificaré su
nombre". Satanás estará cerca, a
nuestro lado, para sugerirnos que no sintamos gozo alguno. Contestémosle: "'Esta es la victoria que
ha vencido al mundo, nuestra fe'. Todo
me hace feliz porque soy un hijo de Dios.
Confío en Jesús. La ley de Dios
está en mi corazón; en ninguno de mis pasos resbalaré".
Signs of the Times, 15 de mayo de 1884. 363
Signs of the Times, 15 de mayo de 1884. 363
18. COMAMOS DEL
ÁRBOL DE LA VIDA.
El que tiene oído,
oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en
medio del paraíso de Dios. (Apocalipsis
2: 7).
Este mensaje es para
todas las etapas históricas de nuestra iglesia.
La iglesia nunca podrá emplear su capacidad de oír mejor que cuando
preste oídos a la voz de Dios, que le habla por medio de su Palabra. Hay una promesa rica y abundante para los
vencedores. No es suficiente entrar en
la guerra contra el mal, debemos continuar en ella hasta el fin. No pensemos en ceder. Debemos pelear la buena batalla de la fe
hasta el mismo fin. Al vencedor se le
promete la victoria triunfal. "Al
que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del
paraíso de Dios" (Apoc. 2: 7). Todo
lo que se perdió con la caída de Adán está más que restaurado con la
redención. El que está sentado en el
trono dice: "He aquí yo hago nuevas todas las cosas" (Apoc. 21: 5).
Mirémonos cuidadosa y
críticamente a nosotros mismos. ¿Hemos violado los votos que tomamos cuando
fuimos bautizados? ¿Estamos muertos al mundo y vivos para Cristo? ¿Estamos
buscando las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios?
¿Está cortado el cable con el que estamos anclados a la Roca eterna? ¿Vamos a
la deriva, arrastrados por la corriente hacia la perdición? ¿No haremos
esfuerzos para avanzar y tomar impulso en nuestro camino hacia arriba? No vacilemos más, sino movamos los remos
vigorosamente y hagamos nuestras primeras obras antes que naufraguemos sin
esperanza.
Es nuestra tarea
conocer nuestras debilidades y pecados acariciados, que producen oscuridad y
debilidad espiritual y han apagado nuestro primer amor. ¿Es la mundanalidad?
¿Es el egoísmo? ¿Es el amor por la estima propia? ¿Es la lucha por ser el
primero? ¿Es la sensualidad lo que nos aleja de Dios? ¿Es el pecado de los
nicolaítas que cambiaban la gracia de Dios por lascivia? ¿Es la indiferencia
hacia la gran luz [Biblia]? ¿Es el mal uso o el abuso de las oportunidades y
los privilegios lo que nos lleva a tener jactanciosas pretensiones de sabiduría
y conocimiento religiosos, mientras la vida y el carácter son inconsistentes e
inmorales? No importa qué haya sido lo
que hemos acariciado y cultivado hasta tornarse fuerte y dominante, hagamos
decididos esfuerzos para ser vencedores, para no perdernos y comer del árbol de
la vida.
Review and Herald, 7 de junio de 1887. 364
Review and Herald, 7 de junio de 1887. 364
19. LLEVAR LA
CORONA DE VICTORIA.
El que tiene oído,
oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte. (Apocalipsis 2: 11).
Después de esta
promesa, cargada de importancia para los hijos de Dios, se repiten nuevamente
las palabras: "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las
iglesias". Para bien de nuestros
intereses eternos deberíamos conocer y comprender lo que el Espíritu dice a las
iglesias e investigar cuidadosamente para obtener luz y conocimiento. De esa manera no seríamos ignorantes respecto
de lo que Dios ha ordenado y prometido en su preciosa Palabra. A nuestro alrededor hay gente que podemos
ayudar a salvar o perder, y con el mayor fervor deberíamos preguntarnos:
"¿Qué haré para obtener la vida eterna y ayudar a otros a obtenerla?"
En el mejor de los casos la vida es corta, y es necesario que vivamos esta
corta vida en armonía con la ley de Dios, que es la ley del universo. Debemos tener oídos para oír y corazones para
comprender lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Los ángeles de Dios
no alcanzan un conocimiento más elevado que el saber la voluntad de Dios, y su
mayor deleite es cumplir la perfecta voluntad del Padre celestial. El hombre caído tiene el privilegio de llegar
a ser inteligente, conocedor, respecto de la voluntad de Dios. Mientras todavía se nos dé un tiempo de
prueba, deberíamos disponer nuestras facultades para el uso más elevado, y
hacer de nuestra parte todo lo que sea posible para alcanzar esa elevada norma
de inteligencia y sentir nuestra dependencia de Dios porque, sin su gracia,
nuestros esfuerzos no pueden producir beneficios duraderos. Mediante la gracia de Cristo somos
vencedores. Por los méritos de su sangre
hemos de formar parte del grupo de aquellos cuyos nombres no serán borrados del
libro de la vida.
Los que finalmente
resulten vencedores tendrán una vida que correrá paralela con la vida de Dios,
y llevarán la corona del vencedor.
Puesto que nos espera una tan grande y eterna recompensa, deberíamos
correr la carrera con paciencia, mirando a Jesús, el autor y consumador de
nuestra fe.- Signs of the Times, 15 de junio de 1891. 365
20. ANDAR CON
VESTIDURAS BLANCAS.
Pero tienes unas
pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo
en vestiduras blancas, porque son dignas.
(Apocalipsis 3: 4).
Gracias a Dios él
puede proteger a su pueblo de tal modo que "no manche sus
vestiduras". Si nos sometemos a
Cristo seremos guardados sin mancha del mundo.
"Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba
está dispuesta su salida" (Ose. 6: 3).
Hemos de proseguir. No debemos
descansar satisfechos con las capacidades y el conocimiento que tenemos
hoy. Todos los habitantes del universo
están observando cómo en estos últimos días Dios está preparando a un pueblo
para afrontar el juicio. Pidamos a Dios
que nos vista con el manto de la justicia de Cristo con el propósito de estar
preparados para la venida del Hijo del Hombre.
De los que no
mancharon sus vestiduras, Cristo dice: "Andarán conmigo en vestiduras
blancas, porque son dignos" (Apoc. 3: 4).
Mediante el sacrificio infinito hecho en nuestro favor podemos tener
abundancia de gracia. Dios tiene un
cielo lleno de bendiciones para nosotros.
Todo lo que él nos pide es que mediante una fe viva recibamos sus
promesas, diciendo: "Creo. Acepto
las bendiciones que tú tienes para los que te aman".
"El que venciere
será vestido de vestiduras blancas; y no borraré -¡oh, qué precioso es ese
'no'!- su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi
Padre, y delante de sus ángeles" (Apoc. 3: 5). Cuando las puertas de la ciudad de Dios giren
sobre sus brillantes goznes, y las naciones que guardaron la verdad pasen por
ellas, Cristo estará allí para damos la bienvenida y llamarnos benditos de su
Padre porque habremos vencido. Nos dará
la bienvenida delante del Padre y de sus ángeles. Cuando entremos en el reino de Dios para
pasar allí la eternidad, las pruebas, dificultades y perplejidades que tuvimos
desaparecerán en la insignificancia.
Nuestra vida se medirá con la vida de Dios.- The General Conference
Bulletin, 6 de abril de 1903. 366
21. NUESTRO
NOMBRE EN EL LIBRO DE LA VIDA.
El que venciere será
vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre en el libro de la vida, y
confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. (Apocalipsis 3: 5).
La expresión "el
que venciere" revela que hay algo que cada uno de nosotros debe
vencer. El vencedor será cubierto con el
manto blanco de la justicia de Cristo, y se dice de él: "Y no borraré su nombre del libro de la vida, y
confesaré su nombre delante de mi padre, y delante de sus ángeles". ¡Oh, qué privilegio ser vencedores, y que
nuestros nombres sean presentados ente el padre por el mismo salvador! Y cuando
como vencedores estemos vestidos "de vestiduras blancas", el Señor
reconocerá nuestra fidelidad tan ciertamente como en los días de la iglesia
cristiana primitiva él reconoció que había "unas pocas personas en
Sardis" que no habían "manchado sus vestiduras". Entonces,
caminaremos con él vestidos de blanco, por cuanto por medio de su sacrificio
expiatorio seremos tenidos por dignos.
Mis queridos amigos,
en vista de estas animadoras promesas, ¡cuán fervientemente deberíamos
esforzarnos por formar un carácter que nos capacite para estar de pie ente el
Hijo de Dios! Sólo los que estén vestidos con el manto de su justicia podrán
soportar su presencia cuando él aparezca con "grande poder y gloria".
Significa mucho ser
vencedor. Deben ser firmemente resistidas las asechanzas del enemigo y de todo
sus malignos instrumentos. Debemos estar en guardia en todo momento. Ni por un
instante debemos de perder de vista a Cristo y su poder para salvar en la hora
de prueba. Debemos colocar nuestras manos en la suya para que podamos ser
sostenidos por el poder de la fortaleza.
El Testigo fiel y
verdadero declara: "He aquí, he puesto delante de ti una puerta
abierta" (Apoc. 3: 8). Agradezcamos a Dios con corazón, alma y voz;
aprendamos a acerca de él como por una puerta abierta, creyendo que podemos
acceder ante su presencia libremente con nuestras peticiones, y que él oirá y
contestará. Si tenemos una fe viva en su
poder para ayudar, recibiremos fortaleza para pelear las batallas del Señor con
la confiada seguridad de la victoria.- Review and Herald, 9 de julio de
1908. 367
22. GUARDADOS EN
LA HORA DE LA PRUEBA.
Por cuanto has
guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la
prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre
la tierra. (Apocalipsis 3: 10).
Entre las fuerzas del
bien y del mal se desarrolla una batalla continua que involucra a los ángeles
de Dios y a los ángeles caídos. Estamos
rodeados por delante y por detrás, a la derecha y a la izquierda. El conflicto
que estamos atravesando es el último que tendremos en este mundo. Nos encontramos en la etapa más reñida. Los dos bandos están luchando por alcanzar la
supremacía. En esta contienda no podemos
ser neutrales. Debemos colocarnos de un
lado o del otro. Si nos situamos del
lado de Cristo y lo reconocemos ante el mundo en palabra y en hecho, seremos un
testimonio vivo que declarará a quién decidimos servir y honrar. En esta hora importante de la historia de la
tierra no podemos permitirnos dejar a nadie en la incertidumbre respecto a qué
grupo pertenecemos...
"Por cuanto has
guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la
prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre
la tierra" (Apoc. 3: 10).
En este pasaje se presenta la hora de prueba que ha de probar a todos los que viven sobre la tierra. Estamos viviendo ahora en esta hora de prueba. Ninguno puede escapar de este conflicto. Si en nuestra vida hay defectos de carácter que no nos estamos esforzando por vencer, podemos estar seguros de que el enemigo tratará de aprovecharlos, porque está vigilando con atención y procurando arruinar la fe de todos.
En este pasaje se presenta la hora de prueba que ha de probar a todos los que viven sobre la tierra. Estamos viviendo ahora en esta hora de prueba. Ninguno puede escapar de este conflicto. Si en nuestra vida hay defectos de carácter que no nos estamos esforzando por vencer, podemos estar seguros de que el enemigo tratará de aprovecharlos, porque está vigilando con atención y procurando arruinar la fe de todos.
A fin de obtener la
victoria sobre todo ataque del enemigo, debemos aferramos de un poder que está
fuera y más allá de nosotros. Debemos
mantener una constante y viva conexión con Cristo, quien tiene poder para dar la
victoria a toda persona que mantenga una actitud de fe y humildad. Si somos autosuficientes, y pensamos que
podemos seguir como nos plazca y al fin estar del lado correcto, encontraremos
que hemos cometido un terrible error.
Como quienes tienen la esperanza de recibir la recompensa que corresponde
al vencedor, debemos continuar en la lucha cristiana, aunque en cada avance
encontremos oposición.- Review and Herald, 9 de julio de 1908. 368
23. UNA COLUMNA
EN EL TEMPLO DE DIOS.
Al que venciere, yo
lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y
escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios,
la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre
nuevo. (Apocalipsis 3: 12).
Resulta maravilloso
que Cristo se revelara a Juan tal como es, y extraño que se dirigiera a las
iglesias de ese modo. Pero deberíamos
recordar que la iglesia, aunque débil y defectuosa es objeto del supremo
cuidado de Cristo. Constantemente vela
sobre ella con tierna solicitud y la fortalece con su Espíritu Santo. Como miembros de su iglesia, ¿le permitiremos
que impresione nuestras mentes y trabaje mediante nosotros para su gloria?
¿Escucharemos los mensajes que dirige a las iglesias? Decidamos estar entre los que, con gozo, se
encontrarán con él a su regreso, y no entre los que "se lamentarán sobre
él". Aseguremos nuestra redención
mediante la obediencia a los mensajes
que da a su iglesia.
que da a su iglesia.
Cristo envía a su
iglesia las palabras de consuelo: "Por cuanto has guardado la palabra de
mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir
sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que
tienes, para que ninguno tome tu corona.
Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más
saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la
ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios,
y mi nombre nuevo" (Apoc. 3: 10-12).
Esforcémonos para
obtener una entrada triunfal en el reino de nuestro Señor. Estudiemos con diligencia el evangelio que
Cristo en persona le presentó a Juan en la isla de Patmos, llamado "La
revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las
cosas que deben suceder pronto" (Apoc. 1: 1). Recordemos siempre que es
"bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía,
y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca"
(Apoc. 1: 3). Signs of the Times, 4 de febrero de 1903. 369
(Apoc. 1: 3). Signs of the Times, 4 de febrero de 1903. 369
24. UN ASIENTO EN
SU TRONO.
Al que venciere, le
daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado
con mi Padre en su trono. (Apocalipsis
3: 21).
Podemos vencer, sí,
plena y definitivamente. Jesús murió
para abrirnos una vía de escape y para que pudiéramos vencer cada falta,
resistir cada tentación y finalmente sentarnos con él en su trono.
Es nuestro privilegio
tener fe y salvación. El poder de Dios
no ha disminuido. Es otorgado tan
libremente ahora como antes; pero la iglesia ha perdido su fe para reclamar y
su energía para luchar como lo hizo Jacob, al punto de exclamar gimiendo:
"No te dejaré, si no me bendices" (Gén. 32: 26).
La fe duradera ha estado muriendo. Debe ser reavivada en los corazones del pueblo de Dios. Deben reclamar la bendición. La fe, la fe viva, siempre conduce hacia arriba: a Dios y la gloria; la incredulidad, hacia abajo: a las tinieblas y la muerte.
La fe duradera ha estado muriendo. Debe ser reavivada en los corazones del pueblo de Dios. Deben reclamar la bendición. La fe, la fe viva, siempre conduce hacia arriba: a Dios y la gloria; la incredulidad, hacia abajo: a las tinieblas y la muerte.
Muchos están tan
absortos en sus cuidados y perplejidades mundanales que tiene poco tiempo para
orar, y sienten muy poco interés en la oración.
Pueden guardar la forma de la adoración, pero falta el espíritu de la
verdadera súplica. Los tales se han
apartado mucho del Modelo. Jesús,
nuestro ejemplo, pasaba mucho tiempo en oración. ¡Oh, cuán sinceras y fervientes
eran sus peticiones! Si el amado Hijo de
Dios fue movido a tal sinceridad y agonía en favor nuestro, ¡cuánto más
necesitamos nosotros, que dependemos del Cielo para nuestra fortaleza, que
nuestro ser entero sea movido a luchar con Dios!
No deberíamos estar
satisfechos hasta que cada pecado conocido sea confesado. Entonces, será nuestro privilegio y deber
creer que Dios nos acepta. No debemos
esperar que otros atraviesen la oscuridad y obtengan la victoria para que
nosotros la gocemos. Tal gozo no será
duradero. Dios debe ser servido por
principio en vez de serlo por sentimientos.
De mañana y de tarde deberíamos obtener la victoria por nosotros mismos
y en nuestras propias familias. Nuestra
tarea diaria no debería impedimos esto.
Debemos tomar tiempo para orar y, mientras oramos, creer que Dios nos
escucha. No siempre sentiremos la
respuesta inmediata, pero en ese caso nuestra fe es probada. Se nos prueba para ver si confiamos en Dios y
si tenemos una fe viva y permanente.
Review and Herald, 4 de septiembre de 1883. 370
Review and Herald, 4 de septiembre de 1883. 370
25. VICTORIA
MEDIANTE CRISTO.
Así que, por cuanto
los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo,
para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto
es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban
durante toda la vida sujetos a servidumbre.
(Hebreos 2: 14, 15).
(Hebreos 2: 14, 15).
La caída del hombre
llenó el cielo de tristeza, y el corazón de Jesús fue movido a compasión
infinita por el mundo perdido y la raza arruinada. Contempló al hombre sumido
en el pecado y la miseria, y supo que no tenía la capacidad moral para vencer
el poder de su enemigo, que no duerme.
Con amor y misericordia divinos vino a la tierra para pelear nuestras
batallas porque sólo él podía conquistar al adversario. Vino para unir al hombre con Dios y para
impartir fortaleza divina al arrepentido.
Desde el pesebre hasta el Calvario recorrió el sendero que el hombre debía
seguir, dando a cada paso un ejemplo perfecto de lo que el hombre debería hacer
y ejemplificando en su carácter lo que la humanidad podría llegar a ser al
estar unida con la divinidad.
Muchos dicen que
Jesús no fue como nosotros somos y, por lo tanto, como era divino, nosotros no
podemos vencer como él venció. Pero esto
no es verdad. "Porque ciertamente
no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abrahán...
Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los
que son tentados" (Heb. 2: 16-15).
Cristo conoce las pruebas del pecador, conoce sus tentaciones. Tomó sobre sí nuestra naturaleza y tentado en
todo como nosotros. El lloró, fue un
hombre de dolores y experimentado en quebranto.
Como hombre vivió
sobre la tierra. Como hombre ascendió al
cielo. Como hombre es el sustituto de la
humanidad. Como hombre vive para
interceder por nosotros. Como hombre
volverá otra vez con poder real y gloria para recibir a los que lo aman y para
quienes está preparando ahora un lugar.
Deberíamos regocijamos y dar gracias a Dios por que "ha establecido
un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien
designó" (Hech. 17: 31). Bible Echo, 1º de noviembre de 892. 371
26. POR LA SANGRE
DEL CORDERO.
Y ellos le han
vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de
ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. (Apocalipsis 12: 11).
Consideremos la vida
y el sufrimiento de nuestro precioso Salvador en nuestro favor, y recordemos,
que si no estamos dispuestos a soportar pruebas, fatigas, conflictos, y a
participar con Cristo en sus sufrimientos, seremos considerados indignos de
ocupar un lugar junto a su trono.
Como en el conflicto
con nuestro poderoso enemigo tenemos todo para ganar, no podemos atrevernos a
ceder a sus tentaciones ni por un momento.
Sabemos que con nuestras propias; fuerzas no es posible tener
éxito. Pero Cristo, al humillarse y
tomar sobre sí la naturaleza humana, se familiarizó con nuestras necesidades al
soportar las tentaciones más duras que el hombre alguna vez tuvo que soportar. Conquistó al enemigo al resistir sus
sugerencias a fin de que el hombre pueda aprender cómo ser un
conquistador. Estuvo revestido con un
cuerpo como el nuestro y en todo aspecto sufrió lo que el hombre puede llegar a
sufrir, y mucho más. Nunca seremos
llamados a sufrir como Cristo sufrió porque los pecados, no de uno sino de todo
el mundo, fueron puestos sobre Jesús. El
soportó humillación, vituperio, sufrimientos y muerte, para que al seguir su
ejemplo pudiéramos ser salvos
y heredar la vida eterna.
y heredar la vida eterna.
Cristo es nuestro
modelo, el perfecto y santo ejemplo que nos ha sido dado para emularlo. Nunca podremos igualarlo, pero podemos
imitarlo y asemejarnos a él de acuerdo al conocimiento y la relación que con él
tengamos, y a la gracia que él nos haya concedido. Cuando caemos totalmente impotentes,
sufriendo las consecuencias de nuestra concepción de pecaminosidad; cuando nos
humillamos ante Dios afligiendo nuestro ser con verdadero arrepentimiento y
contrición; cuando le ofrecemos nuestras fervientes oraciones en el nombre de
Cristo, seremos bien recibidos por el Padre al entregarle completa y
sinceramente nuestra vida. En lo más
íntimo de nuestro ser deberíamos darnos cuenta de que todos nuestros esfuerzos
son totalmente inútiles por ellos mismos, pues sólo en el nombre y por la
fuerza del Conquistador que podremos ser vencedores.- Review and Herald, 5 de
febrero de 1895. 372
27. SIGAMOS EL
MODELO.
Pues para esto
fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos
ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló
engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición;
cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga
justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero,
para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por
cuya herida fuisteis sanados.
(1 Pedro 2: 21-24).
(1 Pedro 2: 21-24).
Jesús fue afligido en
todas nuestras aflicciones. El Capitán
de nuestra salvación fue hecho perfecto por medio del sufrimiento. En esta vida seremos probados para ver si
somos capaces o no de soportar la prueba de Dios. Las tentaciones de Satanás vendrán sobre
nosotros para probarnos, pero la pregunta de mayor importancia es: ¿Caeremos
vencidos, o venceremos?... Como nuestro gran ejemplo, podremos afrontar a
Satanás con el arma de la Palabra de Dios, diciéndole cuando nos tiente
a hacer el mal: "Está escrito" (Mat. 4: 4).
a hacer el mal: "Está escrito" (Mat. 4: 4).
Satanás sabe mejor
que muchos profesos cristianos lo que está escrito, porque es un estudiante
diligente de la Biblia. Pero él obra
para pervertir la verdad y llevar a los hombres por el sendero de la
desobediencia. Los induce a descuidar la
investigación de la Palabra de Dios porque sabe que testifican contra él al
denunciar que sus obras son malas. Lo
describe como el ángel apóstata que cayó del cielo arrastrando en la rebelión
contra su Creador a una tercera parte de las huestes celestiales.
Satanás está buscando
continuamente apartar la mente humana de Dios y de su Palabra. Sabe que si puede conseguir que los hombres
descuiden las Escrituras, pronto podrá desviarlos de sus preceptos, y
finalmente los hará olvidar a su Hacedor.
Al aceptar las sugerencias e instrucciones del adversario de Dios y del
hombre, los hombres malos y los ángeles caídos formarán una confederación
contra el Dios del cielo.
contra el Dios del cielo.
Los que desean ser
leales a su Hacedor estarán sujetos a pruebas y tentaciones, pero si realmente
viven para él y tienen sus vidas escondidas con Cristo en Dios, también sabrán
lo que es tener las bendiciones que Dios derrama sobre los fieles y obedientes.
Signs of the Times, 28 de agosto de 1893. 373
Signs of the Times, 28 de agosto de 1893. 373
28. VICTORIA
ASEGURADA.
Estas cosas os he
hablado para que en mí tengáis paz. En
el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. (Juan 16: 33).
Mientras estemos
sobre la tierra no podremos escapar de los conflictos y las tentaciones, pero
en cada tormenta tendremos un refugio seguro.
Jesús nos dijo: "En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo
he vencido al mundo" (Juan 16: 33).
Las fuerzas de Satanás están confederadas contra nosotros, y tenemos que
afrontar a un enemigo diligente; pero si prestamos atención a la amonestación
de Cristo estaremos seguros. "Velad
y orad, para que no entréis en tentación" (Mat. 26: 41). Hay enemigos que resistir y vencer, pero
Jesús está de nuestro lado, listo para fortalecernos para cada ataque.
"Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe" (1 Juan 5: 4).
"Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe" (1 Juan 5: 4).
La fe ve a Jesús como
nuestro mediador a la diestra de Dios.
La fe contempla las mansiones que fue a preparar para los que lo aman. La fe ve el manto y la corona preparados para
el vencedor. La fe escucha el canto de
los redimidos y acerca las glorias eternas.
Si queremos ver al Rey en su belleza debemos allegarnos a Jesús para
obedecerlo por amor.
Hay paz en creer y
gozo en el Espíritu Santo. ¡Crean! ¡Crean!
Mi alma clama: ¡Crean! Descansen
en Dios. Él es capaz de mantener lo que
le hemos consagrado, y nos hará más que vencedores mediante Aquel que nos amó.
Recordemos que todos
los que tengan puesto el vestido de boda habrán pasado por la gran
tribulación. Los poderosos embates de la
tentación nos golpearán a todos. La
larga noche de vigilia, fatiga y dificultades aún no ha pasado. Cristo pronto ha de venir.
¡Preparémonos! Los ángeles de Dios están
procurando quitarnos la atracción que sentimos por nosotros mismos y por las
cosas terrenales. No trabajemos en
vano. La fe, una fe viva, es lo que
necesitamos; esa fe que obra por amor y purifica el ser entero. Recordemos el Calvario y el terrible e
infinito sacrifico hecho allí en beneficio del hombre. Jesús nos invita a venir a él así como
estamos, y a hacer de él nuestra fuerza y nuestro Amigo eterno.
Review and Herald, 17 de abril de 1894. 374
Review and Herald, 17 de abril de 1894. 374
29. LA IGLESIA
TRIUNFANTE.
He aquí que viene con
las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de
la tierra harán lamentación por él. Sí,
amén. Yo soy el Alfa y la Omega,
principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el
Todopoderoso. (Apocalipsis 1: 7)
La manera de actuar
de Dios es hacer de las pequeñeces el comienzo del triunfo de la verdad y la
justicia. Por esta razón, ninguno
necesita sentirse alborozado por un próspero comienzo, ni apesadumbrado por la
aparente debilidad. Dios es para su
pueblo riqueza, plenitud y poder. Como
los collados eternos, sus propósitos para el pueblo escogido son firmes e
inamovibles.
Recordemos que no fue
el poder humano el que estableció la iglesia de Dios, ni será el que pueda
destruirla. De generación en generación
el Espíritu Santo es una fuente rebosante de vida... Hay victoria para todos
los que luchan legítimamente en perfecta armonía con la ley de Dios. Ellos triunfarán sobre toda oposición. Mientras realizan la obra de Dios en medio de
sus enemigos, recibirán la protección de los santos ángeles.
Cristo se compromete
a ayudar a todos los que se unen a su ejército para cooperar con él en la lucha
contra enemigos visibles e invisibles.
El promete que junto con él serán herederos de una herencia inmortal, y
que reinarán como reyes y sacerdotes delante de Dios. Los que estén dispuestos a participar en esta
vida de la humillación del Salvador, compartirán con él su gloria. Los que por un tiempo prefieran sufrir
aflicciones con el pueblo de Dios antes que gozar de los placeres del pecado
recibirán un lugar con Cristo en su trono eterno.
Aferrémonos a la
Palabra de vida. La tempestad de la
oposición se agotará en su propia furia.
El clamor se desvanecerá.
Llevemos adelante la obra del Maestro alegremente y con valor. El Padre, que desde arriba observa a sus
escogidos con la más tierna solicitud, bendecirá los esfuerzos hechos en su
nombre. Su obra nunca cesará hasta que
se complete en medio del grito triunfal:
"Gracias, gracias a él". Signs of the Times, 14 de noviembre de 1900. 375
"Gracias, gracias a él". Signs of the Times, 14 de noviembre de 1900. 375
30. HEREDEROS DEL
REY.
El que venciere
heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. (Apocalipsis 21: 7).
No nos desanimemos;
no temamos. Aunque soportemos
tentaciones y seamos acosados por el astuto enemigo, si tenemos el temor de Dios,
ángeles poderosos serán enviados para ayudarnos, y podremos ser más que
contrincantes para los poderes de las tinieblas. Jesús vive.
El murió para proveer una vía de escape para la raza caída, y vive hoy
para interceder por nosotros y para que podamos ser exaltados a una posición
destacada junto a él. Nuestra esperanza
está en Dios. El mundo está
desplazándose por el camino ancho; y mientras transitemos por la senda angosta,
tendremos que luchar contra principados y potestades y deberemos enfrentar la
oposición de sus enemigos. Recordemos
que se ha hecho provisión para nosotros.
La ayuda está en Aquel que es
poderoso,
y mediante él podemos vencer.
y mediante él podemos vencer.
"Salgan de entre
ellos y sepárense", dice Dios Todopoderoso, "y yo los recibiré, y
serán mis hijos e hijas" ¡Qué promesa maravillosa! Gracias a ella llegaremos a ser miembros de
la familia real, herederos del reino celestial.
Si una persona es honrada por alguno de los monarcas de la tierra, o
llega a relacionarse con ellos, aparece en los periódicos del día siguiente y
despierta la envidia de los que no se consideran tan afortunados. Pero aquí hay Uno que es rey sobre todo, el
monarca del universo, el originador de toda cosa buena. El nos dice: "Yo los haré mis hijos y
mis hijas; los uniré a mí; se convertirán en miembros de la familia real e
hijos el Rey celestial".
Y Pablo nos recuerda:
"Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda
contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de
Dios" (2 Cor. 7: 1). ¿Por qué no hacerlo teniendo tal aliciente, la
oportunidad de convertirnos en hijos del Dios Altísimo y el privilegio de
llamar Padre nuestro al Dios del cielo?
Review and Herald, 31 de mayo de 1870. 376
Review and Herald, 31 de mayo de 1870. 376
31. VICTORIOSOS
POR LA ETERNIDAD.
Porque aún un
poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; y si
retrocediera, no agradará a mi alma.
(Hebreos 10: 37, 38).
Compañeros de
peregrinación, estamos todavía entre las sombras y la agitación de las
actividades terrenales; pero pronto aparecerá nuestro Salvador para traer
liberación y descanso. Contemplemos por
la fe el bienaventurado más allá, tal como lo describió la mano de Dios. El que murió por los pecados de mundo está
abriendo de par en par las puertas de Paraíso a todos los que creen en él. Pronto habrá terminado la batalla y se habrá
ganado la victoria. Pronto veremos a
aquel en quien se cifran nuestras esperanzas de vida eterna. En su presencia las pruebas y los
sufrimientos de esta vida resultarán insignificantes. De lo que existió antes "no habrá
memoria, ni más vendrá al pensamiento" (Isa. 65: 17). "No perdáis pues vuestra confianza, que
tiene grande remuneración de galardón: porque la paciencia os es necesaria;
para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir
vendrá, y no tardará" (Heb. 10: 35-37).
Alcemos los ojos y
dejemos que nuestra fe aumente de continuo.
Dejemos que esta fe nos guíe a lo largo de la senda estrecha que ha de
llevamos por las puertas de la ciudad al gran más allá, al amplio e limitado
futuro de gloria que espera a los redimidos.
"Pues, hermanos, tened paciencia hasta la venida de Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso
fruto de la tierra, aguardando con paciencia, hasta que reciba la lluvia
temprana y tardía. Tened también
vosotros paciencia: confirmad vuestros corazones. porque la venida del Señor se
acerca" (Sant. 5: 7, 8).
Las naciones de los
salvos no conocerán otra ley que la de cielo.
Todos constituirán una familia feliz y unida, ataviada con las
vestiduras de alabanza y agradecimiento.
Al presenciar la escena, las estrellas de la mañana cantarán juntas, y
los hijos de los hombres aclamarán de gozo, mientras Dios y Cristo se unirán
para proclamar: No habrá más pecado ni muerte.- Profetas y reyes, pp. 540, 541.
RP EGW
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