lunes, 27 de julio de 2020

14. ÁNIMO EN EL SEÑOR. (III. LA IGLESIA TRIUNFANTE). LA IGLESIA REMANENTE.


Recientemente, en horas de la noche, mi mente fue impresionada por el Espíritu Santo con el pensamiento de que si el Señor ha de venir tan pronto como creemos, debemos desplegar más actividad que en los años pasados para presentar la verdad a la gente.
En relación con esto mi mente recapituló la actividad de los creyentes adventistas en 1843 y 1844. 
En ese tiempo visitábamos mucho a la gente de casa en casa, y hacíamos esfuerzos ímprobos para amonestarla acerca de las cosas a las que se refiere la Palabra de Dios. Debiéramos hacer un esfuerzo aún mayor del que hicieron los que proclamaron con tanta fidelidad el mensaje del primer ángel. Nos estamos aproximando rápidamente 124 al fin de la historia de esta tierra; y al darnos cuenta de que Jesús en verdad viene pronto, debiéramos dedicarnos a la obra como nunca antes. Tenemos la obligación de dar la alarma a la gente. Y en nuestras propias vidas debemos manifestar el poder de la verdad y la justicia. El mundo pronto tendrá que dar cuenta ante el gran Legislador por haber quebrantado su ley. Sólo los que se apartan de la transgresión y se vuelven a la obediencia pueden esperar perdón y paz.
Tenemos que levantar el estandarte que dice: "Los mandamientos de Dios y la fe de Jesús". 
La obediencia a la ley de Dios es el gran asunto. No lo dejemos a un lado. Debemos luchar para que los miembros de la iglesia, y los que no profesan nada, comprendan los requerimientos de la ley del cielo y los obedezcan. Tenemos que magnificar la ley y engrandecerla.
Cristo nos ha comisionado para sembrar las semillas de la verdad, y para impresionar a nuestros hermanos con la importancia de la obra que tienen que hacer los que viven en medio de las escenas finales de la historia del mundo. A medida que se proclaman las palabras de verdad por los caminos y los vallados, debe haber una manifestación de 125 la obra del Espíritu de Dios en los corazones humanos.
¡Oh, cuánto bien se podría hacer si todos los que tienen la verdad, la Palabra de vida, trabajaran por la iluminación de los que no la tienen! Cuando los samaritanos acudieron a Cristo respondiendo al llamado de la mujer samaritana, Cristo se refirió a ellos dirigiéndose a sus discípulos como si fueran un campo listo para la cosecha. "¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? ­ dijo ­, alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega". Cristo se quedó dos días con los samaritanos, porque tenían hambre de escuchar la verdad. ¡Y qué días ocupados fueron ésos! Como resultado de esos días de labor "creyeron muchos más por la palabra de él". Este era su testimonio "Nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste, es el Salvador del mundo, el Cristo". Juan 4:35,42.
¿Quiénes entre el profeso pueblo de Dios se encargarán de esta sagrada obra, y trabajarán por las almas que perecen por falta de conocimiento? El mundo debe ser amonestado. Se me señalaron muchos lugares que necesitan de un esfuerzo consagrado, fiel e incansable. Cristo está abriendo 126 los corazones y las mentes de muchos en nuestras grandes ciudades. Necesitan las verdades de la Palabra de Dios; y si nos acercamos en sagrada comunión con Cristo, y tratamos de aproximarnos a esa gente, se harán impresiones para bien. Necesitamos despertarnos, y obrar al unísono con Cristo y con nuestros semejantes. Las ciudades grandes y pequeñas, y los lugares cercanos y lejanos, deben ser trabajados, y trabajados inteligentemente. Nunca retrocedamos. El Señor hará la correcta impresión sobre los corazones, si obramos en armonía con su Espíritu.
Tengo palabras de ánimo para vosotros, mis hermanos. Debemos avanzar con fe y esperanza, aguardando grandes cosas de Dios. El enemigo tratará de obstaculizar de todas formas los esfuerzos que hagáis para que la verdad avance, pero con la fortaleza del Señor podéis obtener éxito. No pronunciéis palabras de desánimo, sino sólo las que tiendan a fortalecer y sustentar a vuestros colaboradores.

UNA PALABRA PERSONAL
Anhelo estar personalmente ocupada y trabajar fervientemente en el campo, y con toda seguridad estaría más empeñada en la 127 obra en favor del público, si no creyera que a mi edad no es prudente suponer que uno posee más fuerza física de la que realmente tiene. Tengo una obra que hacer que consiste en comunicar a la iglesia y al mundo la luz que me ha sido confiada de tanto en tanto a lo largo de los años durante los cuales se ha proclamado el mensaje del tercer ángel. Mi corazón está lleno del deseo muy ferviente de presentar la verdad a todos los que pueda alcanzar. Y todavía estoy haciendo mi parte al preparar materiales para su publicación. Pero tengo que moverme muy cuidadosamente, no sea que llegue al punto cuando ya no pueda escribir más. No sé cuánto más voy a vivir, pero no estoy sufriendo tanto en cuanto a mi salud como podría esperar.
Después del Congreso de la Asociación General celebrado en 1909 pasé varias semanas participando de congresos y otras asambleas generales, y visitando varias instituciones en Nueva Inglaterra, los estados del centro del país y del medio oeste.
Después de regresar a mi casa en California emprendí nuevamente la tarea de preparar material para la prensa. Durante los últimos cuatro años he escrito comparativamente muy pocas cartas. La fortaleza que tengo me ha sido concedida mayormente 128 para completar la importante obra de preparar libros.
Ocasionalmente he asistido a reuniones, y he visitado instituciones en California, pero la mayor parte del tiempo, desde el Congreso de la Asociación General, lo he empleado para preparar manuscritos en mi casa, "Elmshaven", cerca de Santa Elena.
Estoy agradecida porque el Señor me está conservando la vida, para que pueda trabajar un poco más en mis libros. ¡Oh, si tuviera fuerza para hacer todo lo que veo que se debe hacer! Oro para que él me dé sabiduría, de manera que pueda aceptar clara y aceptablemente las verdades que nuestros hermanos necesitan tanto. Me siento animada a creer que Dios me capacitará para hacerlo.
Mi interés en la obra en general es todavía tan profundo como siempre, y mi gran deseo es que la causa de la verdad presente avance con firmeza en todas partes del mundo. Pero me parece que no es conveniente intentar mucha obra en favor del público mientras mi obra literaria requiere mi supervisión. Tengo algunos de los mejores obreros: Los que en la providencia de Dios se relacionaron conmigo en Australia, junto con otros que se unieron conmigo cuando 129 regresé a los Estados Unidos. Agradezco al Señor por esta gente que me ayuda. Estamos todos muy ocupados, haciendo lo mejor posible para preparar material para su publicación. Deseo que la luz de la verdad vaya a todo lugar, que pueda alumbrar a los que en este momento ignoran las razones de nuestra fe. Ciertos días me molestan los ojos, y me duelen mucho. Pero alabo al Señor que preserva mi vista. No sería extraño si a mi edad ya no pudiera usar mis ojos.
Estoy más agradecida de lo que puedo expresar por la ayuda del Espíritu del Señor, por el ánimo y la gracia que continuamente me da, y por la fuerza y la oportunidad que me concede para impartir valor y auxilio a su pueblo. Mientras el Señor me preserve la vida, le seré fiel y leal y trataré de hacer su voluntad y glorificar su nombre. Quiera el Señor aumentarme la fe, para que pueda seguir conociéndolo, y pueda hacer su voluntad más perfectamente. El Señor es bueno y digno de ser alabado.

LA INFLUENCIA DE LOS OBREROS DE MÁS EDAD 
Deseo grandemente que los viejos soldados de la cruz, los que han encanecido en el servicio del Maestro, continúen dando un 130 testimonio certero, a fin de que los más jóvenes en la fe puedan entender que los mensajes que el Señor nos dio en el pasado son muy importantes en esta etapa de la historia del mundo. Nuestra experiencia pasada no ha perdido ni una jota de su fuerza.
Seamos cuidadosos para no desanimar a los pioneros, o hacerles sentir que es poco lo que pueden hacer. Su influencia todavía puede ejercerse poderosamente en favor de la obra del Señor. 
El testimonio de los ministros de edad siempre será una ayuda y una bendición para la iglesia. 
Dios velará de noche y de día por sus probados y fieles portaestandartes, hasta que llegue el momento cuando deban deponer su armadura. Asegurémosles que están bajo el cuidado protector de Aquel que nunca se descuida ni duerme; que están bajo la vigilancia de centinelas incansables. Al saber esto, y al estar conscientes de que moran en Cristo, pueden descansar confiadamente en las providencias de Dios.

"HASTA EL MISMO FIN"
Oro fervientemente, para que la obra que estamos haciendo en este momento pueda por sí misma impresionar profundamente el corazón, la mente y el alma. Las 131 perplejidades aumentarán, pero nosotros, como creyentes en el Señor, debemos animarnos mutuamente. No bajemos la norma; por el contrario, mantengámosla alta, mirando al Autor y Consumador de nuestra fe. Cuando no puedo dormir de noche, elevo mi corazón en oración a Dios, y él me fortalece y me da la seguridad de que está con sus hijos que sirven en el país y en tierras distantes. Me siento animada y bendecida al ser consciente de que el Dios de Israel todavía está guiando a su pueblo, y continuará acompañándolo hasta el mismo fin.

AVANCEMOS CON EFICIENCIA CRECIENTE
He sido instruida para decir a nuestros hermanos ministros: Procurad que los mensajes que salen de vuestros labios estén llenos del poder del Espíritu de Dios. Si alguna vez hubo un momento cuando necesitamos la dirección especial del Espíritu Santo, ese momento es ahora. Necesitamos una total consagración. Ya es tiempo de que demos al mundo una demostración del poder de Dios en nuestras propias vidas y en nuestro ministerio.
El Señor desea que la obra de proclamar el mensaje del tercer ángel, se lleve a cabo con eficiencia creciente. Así como ha obrado 132 en todas las edades para dar victorias a su pueblo, también en esta época desea que su propósito en favor de su iglesia se cumpla en forma triunfante. Encarece a sus santos creyentes que avancen unidos, de fortaleza a mayor fortaleza, de la fe a una mayor seguridad y confianza en la verdad y la justicia de su causa.
Debemos mantenernos tan firmes como una roca, en nuestra fidelidad a los principios de la Palabra de Dios, recordando que el Señor está con nosotros para darnos fortaleza a fin de enfrentar cada nueva situación. Mantengámonos siempre fieles en nuestras vidas a los principios de la justicia para que podamos avanzar de fortaleza en fortaleza en el nombre del Señor. Debemos conservar como algo muy sagrado, la fe que ha sido fundamentada por las instrucciones y la aprobación del Espíritu de Dios desde los comienzos de nuestra historia hasta el momento actual. Debemos atesorar como muy preciosa la obra que el Señor ha estado llevando a cabo por medio de su pueblo que guarda sus mandamientos, y que, en virtud del poder de su gracia, aumentará en fortaleza y eficiencia a medida que el tiempo avance. El enemigo está tratando de anublar el discernimiento del pueblo de Dios y 133 debilitar su eficiencia, pero si éste obra de acuerdo con la dirección del Espíritu de Dios, el Señor abrirá puertas de oportunidad ante él para que lleve a cabo la obra de edificar las ruinas antiguas. Experimentará constante crecimiento, hasta que el Señor descienda del cielo con poder y gran gloria para poner el sello de su triunfo final sobre sus fieles.

LA PROMESA DEL TRIUNFO FINAL
La obra que se extiende ante nosotros requerirá el máximo de las facultades de cada ser humano. Demandará que se ejerza una fe fuerte y una vigilancia constante. A veces las dificultades que vamos a encontrar serán descorazonadoras. La misma magnitud de la obra nos puede desanimar. Y sin embargo, con la ayuda de Dios, sus siervos triunfarán finalmente. "Por lo cual ­mis hermanos­, pido que no desmayéis" por causa de las vicisitudes angustiosas que están delante de vosotros. Jesús estará con vosotros; él irá delante de vosotros por medio de su Santo Espíritu para preparar el camino; y él será vuestro ayudador en toda emergencia.
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de 134 quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en el amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cual sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”.
"Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén" Efesios 3:14-21. 
(General Conference Bulletin, 27 de mayo de 1913, págs. 164, 165).

CONFIANZA EXPRESADA EN 1915*
No espero vivir mucho tiempo más. Mi obra está casi terminada... No creo que pueda tener más Testimonios para nuestros hermanos. Nuestros hombres de mente sólida 135 saben lo que es bueno para el progreso y la edificación de la obra. Pero con el amor de Dios en sus corazones, necesitan profundizar más y más en el estudio de las cosas de Dios (Review and Herald, 15 de abril de 1915. Reimpreso en Fundamentals of Christian Education, págs. 547, 548).

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