viernes, 3 de enero de 2020

09. RECIBIRÉIS PODER: PERSONA, PRESENCIA Y OBRA DEL ESPÍRITU SANTO. (EGW). IX. FORTALECIDOS POR EL ESPÍRITU.


01. ENOC.
Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; 
y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios (Hebreos 11: 5).
Enoc fue un maestro público de la verdad en su tiempo.  Enseñó y vivió la verdad.  El carácter del maestro que caminó con Dios estaba completamente en armonía con la grandeza y la santidad de su misión.  Enoc fue un profeta que habló movido por el Espíritu Santo.  Fue una luz en medio de las tinieblas morales, un hombre ejemplar, porque caminó con Dios y fue obediente a esa ley que Satanás se negó a obedecer, que Adán transgredió, y por la que Abel, por haberla obedecido, fue asesinado.
Y ahora Dios demostraría al universo la falsedad de la acusación de Satanás de que el hombre no puede guardar su ley. Mostraría que aunque su criatura pecó, podía relacionarse de tal forma con su Creador que tenía la posibilidad de tener la mente y el Espíritu de Dios, y ser un símbolo representativo de Cristo. Este hombre santo fue seleccionado por Dios para denunciar la maldad del mundo, y para mostrar que es posible que los hombres guarden toda la ley de Dios...
Enoc no sólo meditaba y oraba, y se vestía con la armadura de la vigilancia, sino que después de presentar sus súplicas a Dios se levantaba para instar a los demás hombres a hacer lo mismo. Para tener el favor de los incrédulos, no disfrazaba la verdad ni descuidaba su vida.  Esta íntima relación con el cielo le daba valor para llevar a cabo las obras divinas.  
Enoc caminó con el Señor y "tuvo testimonio de haber agradado a Dios" (Heb. 11:5).
Este es hoy el privilegio de cada creyente.  El hombre mora con Dios, y Dios habita con el hombre.  "Yo en ellos, y tú en mí" (Juan 17: 23), dice Jesús.  Caminar con Dios y tener el testimonio de que sus caminos le agradan es una experiencia que no está reservada solamente a Enoc, Elías, los patriarcas, los profetas, los apóstoles y los mártires.  No es sólo el privilegio, sino el deber de cada seguidor de Cristo tener a Jesús entronizado en el corazón.  Entonces serán en verdad como árboles que llevan fruto.- Manuscript 43, 2 de agosto de 1900. 256

02. NOÉ.
Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; 
porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación. (Génesis 7: 1).
En los días de Noé, la maldad del mundo llegó a ser tan grande que Dios no podía soportarla más, y dijo: "Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado" (Gén. 6: 7).  Pero se compadeció de la raza humana, y en su amor proveyó un refugio para todos los que lo aceptaran.  Le dio a Noé el mensaje que debía proclamar a la gente: "No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre" (Gén. 6: 3).
Se le indicó a Noé que construyera un arca, y que al mismo tiempo predicara que Dios enviaría un diluvio de agua sobre la tierra para destruir a los impíos. Los que creyeran el mensaje, y se prepararan para ese acontecimiento mediante el arrepentimiento y la reforma, recibirían perdón y serían salvos; pero la resistencia continua a los ruegos y las advertencias del cielo, dadas por su siervo Noé, los separarían de Dios y, como resultado, la misericordia y el amor infinitos cesarían en sus súplicas.
El Espíritu de Dios continuó luchando con el hombre rebelde hasta que casi expiró el tiempo estipulado, cuando Noé y su familia entraron al arca, y la mano de Dios cerró la puerta. El Dios de la misericordia, al dejar el trono de oro, terminó la intercesión por el pecador culpable.
No todos los hombres de esa generación eran paganos idólatras en el más amplio sentido de la palabra. Muchos tenían conocimiento de Dios y de su ley; pero no sólo rechazaron el mensaje del fiel predicador de justicia, sino que utilizaron su influencia para evitar que otros obedecieran a Dios. A todos les llega el día de prueba y de decisión.  Esa generación tuvo su día de oportunidad y privilegio mientras Noé hacía resonar la nota de advertencia acerca de la destrucción venidera; pero cedieron sus mentes al control de Satanás antes que al de Dios, y él los engañó, como lo hizo con nuestros primeros padres. Les presentó oscuridad y falsedad en lugar de luz y verdad; y ellos prefirieron sus sofisterías y mentiras, porque les resultaban aceptables al estar en armonía con sus vidas corruptas; mientras que la verdad, que podría haberlos salvado, fue rechazada como un error. Signs of the Times, 1º de abril de 1886. 257

03. ABRAHÁN.
Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande... Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar.  Y le dijo: Así será tu descendencia.  Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. (Génesis 15: 1, 5, 6).
El Señor llamó a Abrahán para que fuera un canal de luz y de bendición y tuviera una influencia creciente, y para que Dios pudiera tener un pueblo sobre la tierra.  Abrahán debía estar en el mundo para reflejar el carácter de Jesús.  Cuando recibió el llamamiento divino, no era una persona de renombre, tampoco un legislador, ni un conquistador.  Era un sencillo pastor que habitaba en tiendas, pero que empleaba a una gran cantidad de trabajadores para llevar a cabo su humilde labor.  El honor que recibió fue por causa de su fidelidad a Dios, su estricta integridad y su trato justo.
El Señor dijo de él: "¿Encubriré yo a Abrahán lo que voy a hacer, habiendo de ser Abrahán una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra?  Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abrahán lo que ha hablado acerca de él" (Gén. 18: 17-19).
La vida abnegada de Abrahán lo convirtió verdaderamente en un "espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres" (1 Cor. 4: 9).  Y el Señor declaró que bendeciría a los que bendijeran a Abrahán, y que castigaría a los que le hicieran daño o lo maltrataran.  Mediante la experiencia religiosa de Abrahán se ha comunicado a miles un correcto conocimiento de Jehová; y su luz todavía emite rayos a lo largo del camino de los que practican la piedad, la fe, la devoción y la obediencia del patriarca.
Abrahán tenía un conocimiento de Cristo; porque el Señor lo había iluminado con respecto al Redentor del mundo.  Y él hizo saber a su familia y a sus hijos que las ofrendas del sacrificio prefiguraban a Jesús, el Cordero de Dios, que iba a ser sacrificado por los pecados del mundo.  Es así como reunió conversos que creían en el único Dios vivo y verdadero.
The Youth's Instructor, 4 de marzo de 1897. 258

04. JOSÉ.
Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación.  Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto. (Génesis 45: 7, 8).
Fue el plan de Dios que por medio de José fuera introducida entre los egipcios la religión de la Biblia.  Este fiel testigo debía representar a Cristo en la corte de los reyes.  En su juventud, Dios se comunicó con José a través de sueños, dándole un indicio del alto cargo al que sería llamado a servir.  Para evitar su cumplimiento, sus hermanos lo vendieron como esclavo; pero su acción cruel dio como resultado el hecho preciso que sus sueños habían predicho.
Los que buscan torcer el propósito divino y oponerse a su voluntad, pueden parecer prosperar durante un tiempo; pero Dios está obrando para cumplirlo. El, a su debido tiempo, manifestará quién es el gobernante de los cielos y de la tierra.
José consideró como la mayor calamidad que podría haberle ocurrido el ser vendido en Egipto; pero entonces vio la necesidad de confiar en Dios como nunca lo había hecho cuando estaba protegido por el amor de su padre.  José llevó a Dios consigo a Egipto, y este hecho quedó de manifiesto por su comportamiento alegre, a pesar de su tristeza. Como el arca del Señor trajo descanso y prosperidad a Israel, así también este joven temeroso y amante de Dios fue una bendición en Egipto. Este hecho se hizo patente de una manera tan señalada que Potifar, en cuya casa servía, atribuyó todas sus bendiciones a este esclavo que había comprado, y lo convirtió más en un hijo que en un siervo. 
 Es el propósito de Dios que los que le aman y honran también sean honrados, y que la gloria que se le da a Dios a través de ellos, se refleje sobre éstos mismos.
El carácter de José no cambió cuando fue exaltado a una posición de confianza.  Fue destacado en ella para que su virtud brillara con una luz distintiva de buenas obras.  La bendición de Dios descansó sobre él en la casa y en el campo.  Todas las responsabilidades de la casa de Potifar fueron puestas sobre él.  En todo manifestó una integridad inmutable, porque amaba y temía a Dios. The Youth's Instructor, 11 de marzo de 1897. 259

05. MOISÉS.
Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?  Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado; cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.  (Éxodo 3: 11, 12).
La devoción y la humildad siempre han caracterizado a los hombres a quienes Dios ha confiado responsabilidades importantes en su obra.  El llamamiento divino a Moisés en el desierto lo encontró desconfiado de sí mismo.  Se daba cuenta de su incapacidad para el cargo de confianza al cual lo había llamado Dios; pero, al aceptarlo, se convirtió en un instrumento pulido en manos del Señor para cumplir la mayor tarea que se haya encomendado alguna vez a los mortales.
Si Moisés hubiera confiado en su propia fuerza y sabiduría, y aceptado ansiosamente la gran comisión, habría evidenciado su plena incapacidad para esa tarea.  El hecho de que un hombre sienta su propia debilidad, por lo menos es una evidencia de que se da cuenta de la magnitud del trabajo que se le ha señalado, y esto da lugar a la esperanza de que centre en Dios su fuente de consejo y fortaleza.  Tal persona no se moverá más allá ni más rápido de lo que Dios lo guía.
Un hombre adquiere poder y eficiencia al aceptar las responsabilidades que Dios pone sobre él, y cuando con todo su ser busca calificarse para llevarlas a cabo acertadamente.  No importa cuán humilde sea su cargo o limitada su habilidad, esa persona alcanzará verdadera grandeza cuando responda alegremente al llamado del deber, y cuando confiando en la fuerza divina decida realizar su tarea con fidelidad.  Sentirá que tiene una comisión sagrada de luchar contra el mal, de fortalecer lo recto, de elevar, consolar y bendecir a sus prójimos.  La indolencia, el egoísmo y el deseo de aprobación mundanal debe dejar lugar a este elevado y santo llamamiento.
Comprometido en una obra así, el hombre débil se transformará en fuerte; el tímido, en valiente; el vacilante, en firme y decidido.  Cada uno se da cuenta de la importancia que implica su responsabilidad, y es consciente de que el cielo lo ha escogido para realizar una tarea especial para el Rey de reyes.  Personas como éstas dejarán mejor al mundo por haber vivido en él.  Ejercen su influencia para elevar, purificar y ennoblecer a todos aquellos con quienes entran en contacto, y así ayudan a preparar a sus semejantes para las cortes celestiales.- Signs of the Times, 11 de agosto de 1881. 260

06. JOSUÉ.
Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés,
 estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. (Josué 1: 5).
Después de la muerte de Moisés, Josué fue nombrado como líder de Israel para guiarlo a la tierra prometida. Estaba bien calificado para esta importante tarea. Había sido el primer ministro de Moisés durante la mayor parte del tiempo en que los israelitas peregrinaron por el desierto. Había visto las maravillosas obras de Dios realizadas por Moisés, y comprendía bien el comportamiento del pueblo.  Fue uno de los doce espías enviados a reconocer la tierra prometida, y uno de los dos que dieron un informe fiel de sus riquezas, y que alentaron al pueblo a levantarse y poseerla con la fuerza de Dios.
El Señor le prometió a Josué que estaría con él así como había estado con Moisés, y que haría que Canaán fuera una conquista fácil para él, si era fiel en la observancia de todos los mandamientos de Dios.  Josué había estado preocupado con respecto al desempeño de su responsabilidad de guiar al pueblo a la tierra de Canaán; pero esta seguridad quitó sus temores. Ordenó a los hijos de Israel que se prepararan para un viaje de tres días, y a todos los hombres de guerra que se alistaran para la batalla.
"Entonces respondieron a Josué, diciendo: Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos mandes. De la manera que obedecimos a Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti; solamente que Jehová tu Dios esté contigo, como estuvo con Moisés. Cualquiera que fuere rebelde a tu mandamiento, y no obedeciere a tus palabras en todas las cosas que le mandes, que muera; solamente que te esfuerces y seas valiente"  (Jos. 1: 16-18).
Dios deseaba que el cruce del Jordán por los israelitas fuera milagroso.  Josué ordenó al pueblo que se santificara, porque al día siguiente el Señor haría maravillas entre ellos.  En el momento señalado, mandó a los sacerdotes que tomaran el arca que contenía la ley de Dios y que la llevaran delante del pueblo. "Entonces Jehová dijo a Josué: Desde este día comenzaré a engrandecerse delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo" (Jos. 3: 7). Testimonies, t. 4, pp. 156, 157. 261

07. DÉBORA Y BARAC.
Aquel día cantó Débora con Barac hijo de Abinoam, diciendo: Por haberse puesto al frente los caudillos de Israel, por haberse ofrecido voluntariamente el pueblo, load a Jehová. (Jueces 5: 1, 2).
Los israelitas, habiéndose separado de Dios por la idolatría, fueron cruelmente oprimidos por los enemigos.  La propiedad y aun las vidas de la gente estaban en constante peligro.  Por ello las aldeas y las viviendas solitarias habían sido abandonadas, y la población se congregaba en las ciudades amuralladas.  Los caminos principales estaban vacíos, y la gente iba de un lugar a otro por solitarios caminos secundarios.  En los lugares de donde sacaban agua, muchos eran asaltados y aun asesinados, y, para mayor angustia, los israelitas estaban desarmados.  Entre cuarenta mil hombres no había una espada ni una lanza.
Durante veinte años el pueblo se quejó bajo el yugo de los opresores.  Entonces se volvió de su idolatría, y con humillación y arrepentimiento clamó al Señor por liberación.  No imploró en vano.  Vivía en Israel una mujer ilustre por su piedad, y el Señor la eligió para liberar a Israel.  Su nombre era Débora.  Se la conocía como profetisa; y, en ausencia de los magistrados corrientes, la gente recurría a ella en busca de consejo y justicia.
El Señor le comunicó su propósito de destruir a los enemigos de Israel, y le pidió que enviara a buscar a un hombre llamado Barac, de la tribu de Neftalí, y que le diera a conocer las instrucciones que había recibido.  En consecuencia, lo mandó llamar y le indicó que reuniera diez mil hombres, de las tribus de Neftalí y Zabulón, y declarara la guerra a los ejércitos del rey Jabín...
Débora celebró el triunfo de Israel en un himno sublime y apasionado. Atribuyó toda la gloria de la liberación a Dios, 
y pidió a la gente que lo alabara por sus maravillosas obras. Signs of the Times, 16 de junio de 1881. 262

08. GEDEÓN.
Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?  Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel?  He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre.  Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre.  (Jueces 6: 14-16).
Todas las maravillas que Dios obró en favor de su pueblo fueron realizadas por los medios más sencillos.  Cuando éste se consagre completamente al Señor, entonces él los empleará para llevar adelante su obra en la tierra.  Pero deberíamos recordar que del éxito que nos acompañe, toda la gloria y el honor pertenecen a Dios, puesto que cada facultad y cada aptitud son un don suyo.
Dios probará hasta lo sumo la fe y el valor de aquellos a quienes ha confiado responsabilidades en su obra.  
Las apariencias a menudo parecerán desalentadoras.  Sin embargo, repetidamente ha dado garantías de su ayuda, aunque la fe vacile.  Entonces, el "Así dice el Señor" debe ser nuestra firme seguridad, independientemente de los razonamientos humanos o de las aparentes imposibilidades.
La experiencia de Gedeón y de su ejército tiene el propósito de enseñar una lección de sencillez y fe.  El dirigente a quien Dios eligió no ocupaba ningún cargo en Israel.  No era gobernante, ni levita, ni sacerdote.  El pensaba que era el más pequeño en la familia de su padre.  La sabiduría humana no lo hubiera seleccionado; pero Dios vio en Gedeón un hombre íntegro y de valor moral.  Desconfiaba de sí mismo, y estaba dispuesto a escuchar las enseñanzas divinas y llevar adelante sus propósitos.
El Señor no depende de hombres de elevada posición, de gran intelecto o extensos conocimientos.  Tales hombres a menudo son orgullosos y autosuficientes.  Se sienten competentes para diseñar y ejecutar planes sin el consejo de Dios.  Se separan de la Vid verdadera, y por ello se vuelven secos e infructuosos, como ramas marchitas.
El Señor desea avergonzar las jactancias de los hombres.  El dará éxito a los esfuerzos más débiles y a los métodos menos prometedores, cuando sean divinamente señalados y realizados con humildad y confianza.
 Signs of the Times, 30 de junio de 1881. 263

09. SAMUEL.
Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras.  Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová. (1 Samuel 3:19, 20).
Durante los años transcurridos desde que el Señor se manifestó por primera vez al hijo de Ana, el llamamiento de Samuel al cargo profético había sido reconocido por toda la nación.  Al transmitir fielmente la divina advertencia a la casa de Elí, por penoso que fuera dicho deber, Samuel había dado pruebas evidentes de su fidelidad como mensajero de Jehová; "y Jehová fue con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras.  Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová"  (1 Sam. 3: 19, 20).
Los israelitas aun continuaban, como nación, en un estado de irreligión e idolatría, y como castigo permanecían sujetos a los filisteos.  Mientras tanto, Samuel visitaba las ciudades y aldeas de todo el país, procurando hacer volver el corazón del pueblo al Dios de sus padres; y sus esfuerzos no quedaron sin buenos resultados.  Después de sufrir la opresión de sus enemigos durante veinte años, "toda la casa de Israel lamentaba en pos de Jehová".  Samuel les aconsejó:  "Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová, quitad los dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y preparad vuestro corazón a Jehová, y sólo a él servid" (1 Sam. 7: 3).  Aquí vemos que la piedad práctica, la religión del corazón, era enseñada en los días de Samuel como lo fue por Cristo cuando estuvo en la tierra.  Sin la gracia de Cristo, de nada le valían al Israel de antaño las formas externas de la religión.  Tampoco valen para el Israel moderno.
Es hoy muy necesario que la verdadera religión del corazón reviva como sucedió en el antiguo Israel.  El arrepentimiento es el primer paso que debe dar todo aquel que quiera volver a Dios.  Nadie puede hacer esta obra por otro.  Individualmente debemos humillar nuestras almas ante Dios, y apartar nuestros ídolos.  Cuando hayamos hecho todo lo que podamos, el Señor nos manifestará su salvación. 
Patriarcas y profetas, pp.639,640. 264

10. DAVID.
Estas son las palabras postreras de David.  Dijo David hijo de Isaí, dijo aquel varón que fue levantado en alto, el ungido del  Dios de Jacob, el dulce cantor de Israel: El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua.  (2 Samuel 23:1, 2).
¿Quién Puede medir los resultados de aquellos años de labor y peregrinaje entre las colinas solitarias?  La comunión con la naturaleza y con Dios, el cuidado diligente de sus rebaños, los peligros y libramientos, los dolores y regocijos de su humilde suerte, no sólo habían de moldear el carácter de David e influir en su vida futura, sino que también por medio de los salmos del dulce cantor de Israel, en todas las edades venideras, habrían de comunicar amor y fe al corazón de los hijos de Dios acercándolos al corazón siempre amoroso de Aquel por quien viven todas sus criaturas.
David, en la belleza y el vigor de su juventud, se preparaba para ocupar una elevada posición entre los más nobles de la tierra.  Empleaba sus talentos, como dones preciosos de Dios, para alabar la gloria del divino Dador.  Las oportunidades que tenía de entregarse a la contemplación y la meditación sirvieron para enriquecerlo con aquella sabiduría y piedad que hicieron de él el amado de Dios y de los ángeles.  Mientras contemplaba las perfecciones de su Creador, se revelaban a su alma concepciones más claras de Dios.  Ternas que antes le eran oscuros, se aclaraban para él con luz meridiana, se allanaban las dificultades, se armonizaban las perplejidades, y cada nuevo rayo de luz le arrancaba nuevos arrobamientos e himnos más dulces de devoción, para gloria de Dios y del Redentor.  El amor que lo inspiraba, los dolores que lo oprimían, los triunfos que lo acompañaban, eran temas para su pensamiento activo; y cuando contemplaba el amor de Dios en todas las providencias de su vida, el corazón le latía con adoración y gratitud más fervientes, su voz resonaba en una melodía más rica y más dulce; su arpa era arrebatada con un gozo más exaltado; y el pastorcillo avanzaba de fuerza en fuerza, de sabiduría en sabiduría; pues el Espíritu del Señor lo acompañaba.- 
Patriarcas y profetas, pp.694,695. 265

11. SALOMÓN.
Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir.  Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud.  Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan 
grande? (1 Reyes 3: 7-9).
El nombre de Jehová fue grandemente honrado durante la primera parte del reinado de Salomón.  La sabiduría y la justicia reveladas por el rey atestiguaban ante todas las naciones la excelencia de los atributos del Dios a quien servía.  
Durante un tiempo Israel fue como la luz del mundo y puso de manifiesto la grandeza de Jehová.  La gloria verdadera de Salomón durante la primera parte de su reinado no estribaba en su sabiduría sobresaliente, sus riquezas fabulosas o su extenso poder y fama, sino en la honra que reportaba al nombre del Dios de Israel mediante el uso sabio que hacía de los dones del cielo.
A medida que transcurrían los años y aumentaba la fama de Salomón, procuró él honrar a Dios incrementando su fortaleza mental y espiritual e impartiendo de continuo a otros las bendiciones que recibía.  Nadie comprendía mejor que él que el favor de Jehová le había dado poder, sabiduría y comprensión, y que esos dones le eran otorgados para que pudiese comunicar al mundo el conocimiento del Rey de reyes.
Salomón se interesó especialmente en la historia natural, pero sus investigaciones no se limitaron a un solo ramo del saber.  Mediante un estudio diligente de todas las cosas creadas, animadas e inanimadas, obtuvo un concepto claro del Creador. En las fuerzas de la naturaleza, en el mundo mineral y animal, y en todo árbol, arbusto y flor, veía una revelación de la sabiduría de Dios, a quien conocía y amaba cada vez más a medida que se esforzaba por aprender. 
Profetas y reyes, pp. 22, 23. 266

12. ELÍAS.
Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?  
Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él.  Y el pueblo no respondió palabra. (1 Reyes 18:21).
Entre las montañas de Galaad, al oriente del Jordán, moraba en los días de Acab un hombre de fe y oración, cuyo ministerio intrépido estaba destinado a detener la rápida extensión de la apostasía en Israel.  Alejado de toda ciudad de renombre y sin ocupar un puesto elevado en la vida, Elías el tisbita inició, sin embargo, su misión confiando en el propósito que Dios tenía de preparar el camino delante de él y darle abundante éxito. La palabra de fe y de poder estaba en sus labios, y consagraba toda su vida a la obra de reforma.  La suya era la voz de quien clama en el desierto para reprender el pecado y rechazar la marea del mal.  Y aunque se presentó al pueblo para reprender el pecado, su mensaje ofrecía el bálsamo de Galaad a las almas enfermas de pecado que deseaban ser sanadas.
Mientras Elías veía a Israel hundirse cada vez más en la idolatría, su alma se angustiaba y se despertó su indignación.  Dios había hecho grandes cosas para su pueblo.  Lo había libertado de la esclavitud y le había dado "las tierras de las gentes... para que guardasen sus estatutos, y observasen sus leyes" (Sal. 105: 44, 45).  Pero los designios benéficos de Jehová habían quedado casi olvidados.  La incredulidad iba separando rápidamente a la nación escogida de la Fuente de su fortaleza.  Mientras consideraba esta apostasía desde su retiro en las montañas, Elías se sentía abrumado de pesar.  Con angustia en el alma rogaba a Dios que detuviese en su impía carrera al pueblo una vez favorecido, que le enviase castigos si era necesario, para inducirlo a ver lo que realmente significaba su separación del Cielo.  Anhelaba verlo inducido al arrepentimiento antes de llegar en su mal proceder al punto de provocar tanto al Señor que lo destruyese por completo.- Profetas y reyes, pp. 87, 88. 267

13. ELISEO.
Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti.  
Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. (2 Reyes 2:9).
Podemos aprender valiosas lecciones de la experiencia del profeta Eliseo.  Eliseo fue elegido por el Señor como auxiliar de Elías, y mediante diversas pruebas demostró ser fiel a su cometido.  Estaba dispuesto a ser y a hacer cualquier cosa que el Señor indicara.  No buscaba evitar el servicio más humilde, pero era tan fiel en la realización de los deberes menores como en el desempeño de las responsabilidades mayores.  Por más desagradable que pudiera ser para sus inclinaciones naturales, estaba dispuesto a servir en cualquier cargo para el cual el Señor lo designara.  Y a cada paso aprendía lecciones de humildad y servicio...
"Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti.  Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí" (2 Rey. 2: 9).  No pidió honores mundanales, ni un lugar elevado entre los grandes de la tierra.  Lo que anhelaba era una doble porción del espíritu dado a quien Dios estaba a punto de honrar con la traslación.  Él sabía que nada, sino una doble porción del Espíritu que había descansado sobre Elías, lo prepararía para ocupar su lugar, porque Elías tenía la experiencia y la sabiduría de la edad, que por ningún método pueden ser impartidas a los jóvenes...
Cuando en su providencia el Señor ve conveniente sacar de su obra a quienes dio sabiduría, él ayuda y da fuerzas a sus sucesores, si éstos están dispuestos a buscar su sostén y a andar en sus caminos.  Pueden llegar a ser aún más sabios que sus predecesores; porque tienen la ventaja de beneficiarse con su experiencia y aprender de sus errores.
El Señor tiene un cuidado especial por su iglesia.  Quienes busquen sabiduría de él serán luces en el mundo, y brillarán más y más hasta que el día sea perfecto.- Manuscrito 114, 13 de noviembre de 1901. 268

14. ISAÍAS.
Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis.  
Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad. (Isaías 6: 9, 10).
El deber del profeta era claro; debía levantar su voz en protesta contra los males prevalecientes.  
Pero temía emprender la tarea sin alguna seguridad de esperanza.  Preguntó: "¿Hasta cuándo, Señor?" (vers. 11). 
¿Es que ninguno de tus hijos escogidos va a entender, arrepentirse y ser sanado?
El peso que sentía por el errante Judá no debía ser soportado en vano.  Su misión no iba a quedar completamente desprovista de frutos.  Sin embargo, los males que habían ido multiplicándose durante muchas generaciones no podían eliminarse en su tiempo.  A lo largo de toda su vida debió ser un maestro paciente, valiente; tanto un profeta de esperanza como también de condenación.  Finalmente se lograría el propósito divino, se vería todo el fruto de sus esfuerzos y de las labores de todos los mensajeros fieles a Dios.  Un remanente sería salvo.  Para que esto sucediera, debía entregarse a los rebeldes mensajes de advertencia y súplica.  El Señor declaró: "Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador, y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto; hasta que Jehová haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los lugares abandonados en medio de la tierra" (Isa. 6: 11, 12).
Los terribles juicios que caerían sobre los impenitentes -la guerra, el exilio, la opresión, la pérdida de poder y de prestigio entre las naciones-, todo esto sobrevendría para que los que reconocieran la mano de un Dios ofendido pudieran ser guiados al arrepentimiento.  Las diez tribus del reino del norte pronto serían esparcidas entre las naciones, y sus ciudades quedarían desoladas; los ejércitos destructores de las naciones hostiles arrasarían su tierra vez tras vez; aun Jerusalén finalmente caería, y Judá sería llevada cautiva.  Sin embargo, la tierra prometida no quedaría completamente desamparada para siempre.- Review and Herald, 11 de marzo de 1915. 269

15. JEREMÍAS.
Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, 
y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. (Jeremías 1: 4, 5).
El Señor le dio a Jeremías un mensaje de reprensión para que llevara a su pueblo, acusándolos de rechazar continuamente el consejo de Dios, diciendo: "Yo os he hablado a vosotros desde temprano y sin cesar, y no me habéis oído.  Y envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde temprano y sin cesar, para deciros: Volveos ahora cada uno de vuestro mal camino, y enmendad vuestras obras, y no vayáis tras dioses ajenos para servirles, y viviréis en la tierra que di a vosotros y a vuestros padres" (Jer. 35: 14, 15).
Dios les rogó que no lo provocaran a ira con la obra de sus manos y de sus corazones; pero "no me habéis oído", dijo.  Entonces Jeremías vaticinó la cautividad de los judíos, como castigo por no obedecer la palabra del Señor. 
 Los caldeos serían utilizados como instrumentos de Dios para castigar a su pueblo desobediente.  Su disciplina estaría en proporción a su inteligencia y a las advertencias que despreciaron.  Por largo tiempo Dios había demorado sus juicios por la renuencia que tenía de humillar a su pueblo escogido; pero ahora les mostraría su desagrado, como un último esfuerzo por enderezar sus caminos torcidos.
En estos días no ha establecido ningún nuevo plan para preservar la pureza de su pueblo.  De la misma manera en que lo hizo en la antigüedad, él ruega a los errantes que profesan su nombre que se arrepientan y se vuelvan de sus malos caminos.  Por boca de sus siervos escogidos de ahora, como de entonces, predice los peligros que están delante de ellos.  Hace sonar su nota de advertencia, y reprende el pecado tan fielmente como en los días de Jeremías.  Pero el Israel de nuestro tiempo tiene las mismas tentaciones de desdeñar los reproches y odiar los consejos que el antiguo Israel.  Demasiado a menudo prestan oídos sordos a las palabras que Dios ha dado a sus siervos para beneficio de los que profesan la verdad.- Signs of the Times, 12 de febrero de 1880. 270

16. JOSÍAS Y HULDA.
Id y preguntad a Jehová por mí, y por el pueblo, y por todo Judá, acerca de las palabras de este libro que se ha hallado; porque grande es la ira de Jehová que se ha encendido contra nosotros, por cuanto nuestros padres no escucharon las palabras de este libro, para hacer conforme a todo lo que nos fue escrito. (2 Reyes 22: 13).
Desde los comienzos en su vida madura, Josías había procurado aprovechar su posición como rey para exaltar los principios de la santa ley de Dios.  Y ahora, mientras Safán el escriba le leía del libro de la ley, el rey descubrió en este tomo un tesoro de conocimiento y un poderoso aliado en la obra de reforma que él tanto había deseado realizar en su tierra.  Resolvió andar a la luz de sus consejos, y también hacer todo lo que estuviera a su alcance para enseñar a su pueblo estas instrucciones, y, si era posible, conducirlo a cultivar reverencia y amor por la ley del cielo.
Pero, ¿sería posible producir la reforma necesaria?  Por todo lo que podía captar de la lectura del libro que estaba ante él, Israel casi había llegado al límite de la paciencia divina; pronto Dios se levantaría para castigar a quienes habían arrojado deshonra a su nombre.  La ira de Dios ya estaba encendida contra el pueblo.  Abrumado de dolor y desánimo, Josías rompió sus vestiduras y se inclinó ante Dios con agonía de espíritu, procurando el perdón por los pecados de una nación impenitente.
En ese tiempo, la profetisa Hulda vivía en Jerusalén, cerca del templo.  La mente del rey, llena de angustiosos presagios, se volvió hacia ella, y decidió consultar al Señor mediante su mensajera elegida, para averiguar si había algún medio a su alcance para salvar al errante Judá, ahora al borde de la ruina.
La gravedad de la situación, y el respeto que tenía por la profetisa, lo condujeron a elegir a los principales de su reino como sus mensajeros.  "Id" -les pidió-, "y preguntad a Jehová por mí, y por el pueblo, y por todo Judá, acerca de las palabras de este libro que se ha hallado; porque grande es la ira de Jehová que se ha encendido contra nosotros, por cuanto nuestros padres no escucharon las palabras de este libro, para hacer conforme a todo lo que nos fue escrito" (2 Rey. 22: 13). 
Review and, Herald, 22 de julio de 1915. 271

17. DANIEL.
Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia. (Daniel 2: 48).
Confesar a Cristo significa más que dar un testimonio en una reunión.  Daniel es un ejemplo a los creyentes de lo que significa confesar al Señor.  Ocupaba un cargo de responsabilidad como primer ministro del reino de Babilonia, y había entre los grandes de la corte quienes lo envidiaban y buscaban encontrar algo contra él para acusarlo ante el rey.  
Pero él era un fiel estadista, y no podían hallar ninguna falla en su carácter o en su vida.
"Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios" (Dan. 6: 5).  Así que convinieron en pedir al rey que decretara que ninguno debía pedir nada a ningún dios u hombre durante treinta días, salvo al rey; y que si alguno desobedeciera este decreto, debía ser echado al foso de los leones.
Pero, ¿cesó Daniel de orar por causa de este decreto?  No, ese era precisamente el momento en que más debía orar.  "Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes" (Dan. 6: 10). Daniel no procuró esconder su lealtad a Dios.  No oró en su corazón, sino que con su voz y en un tono alto, con sus ventanas abiertas hacia Jerusalén, ofreció sus peticiones al Señor.
Tenemos la seguridad de que si nuestra vida está escondida con Cristo en Dios, cuando seamos probados por causa de nuestra fe, Jesús estará con nosotros.  Si somos llevados ante gobernantes y dignatarios para responder por nuestra fe, el Espíritu del Señor iluminará nuestra mente y podremos ser capaces de dar testimonio para gloria de Dios.  Y si tenemos que sufrir por causa de Cristo, podremos ir a la prisión confiando en él como un niñito confía en sus padres.  
Ahora es el momento de cultivar fe en Dios. Review and Herald, 3 de mayo de 1892. 272

18. ESTER.
Entonces dijo Mardoqueo que respondiesen a Ester: No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío.  Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino? (Ester 4: 13, 14).
En tiempos antiguos el Señor obró de una manera maravillosa mediante mujeres consagradas, que en la obra se unieron a hombres que él había elegido como representantes suyos.  Las usó para ganar victorias grandes y decisivas.  En tiempo de emergencia, más de una vez las llevó al frente, y por intermedio de ellas obró para salvar muchas vidas.  Mediante la reina Ester, el Señor llevó a cabo una poderosa liberación de su pueblo. En un momento cuando parecía que ningún poder podría salvarlos, Ester y las mujeres asociadas con ella, con ayuno, oración y acción decidida, afrontaron el problema y trajeron salvación a su pueblo.
Un estudio de la acción realizada por las mujeres en relación con la causa de Dios en tiempos del Antiguo Testamento, nos enseña lecciones que hoy nos capacitarán para afrontar emergencias en la obra.  Puede ser que no lleguemos a una situación especial y crítica como la que experimentó el pueblo de Dios en tiempos de Ester, pero, a menudo, las mujeres convertidas pueden desempeñar un papel importante en cargos más humildes.  Muchas ya han hecho esto, y todavía están listas para hacerlo.  Es tarea de la mujer la de unirse con su esposo en disciplinar y educar a sus hijos e hijas, para que se conviertan y sus facultades sean consagradas al servicio de Dios.  Hay muchas que tienen habilidades como para apoyar a sus esposos en la obra del sanatorio, para dar tratamientos a los enfermos y para hablar palabras de consejo y ánimo a otros.  Varias deberían procurar una, educación que las capacite para actuar como médicos.
Letters to Sanitarium Workers, pp. 1, 2. 273

19. ESDRAS Y NEHEMÍAS.
Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura.  
Y Nehemías el gobernador, y el sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que hacían entender al pueblo, dijeron a todo el pueblo: Día santo es a Jehová nuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis; porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley. (Nehemías 8: 8, 9).
Nehemías y Esdras fueron hombres que estuvieron a la altura de las circunstancias.  El Señor tenía una obra especial para ellos.  Debían exhortar al pueblo a que recapacitara en su conducta y viera dónde había fallado, pues sin una causa el Señor no habría permitido que su pueblo quedara indefenso y confundido y fuera llevado en cautiverio.  Dios bendijo especialmente a estos hombres por defender la rectitud.  Nehemías no fue consagrado como sacerdote ni profeta, pero el Señor lo usó para que hiciera una obra especial.  Aunque se lo eligió como caudillo del pueblo, su fidelidad a Dios no dependió de su cargo.
El Señor no permitirá que su obra sea estorbada, aunque los obreros sean indignos.  Él tiene una reserva de hombres preparados para hacer frente a la necesidad, y para que su obra se preserve de toda influencia contaminadora.  El recibirá el honor y la gloria.  Cuando el Espíritu divino impresiona la mente del hombre designado por Dios como idóneo para la tarea, él responde diciendo: "Heme aquí, envíame a mí".
El Señor mostró al pueblo, por quien había hecho tanto, que no toleraría sus pecados.  No actuó por medio de los que se negaban a servirlo con sinceridad de propósitos, y que se habían corrompido delante de él, sino mediante Nehemías, pues éste estaba registrado en los libros del cielo como un hombre.  Dios ha dicho: "Honraré a los que me honran".  Nehemías demostró que era un hombre a quien el Señor podía usar para derribar falsas reglas y para restaurar los principios emanados del cielo; y Dios lo honró.  El Señor quiere usar en su obra a hombres que sean como el acero en su lealtad a lo que es eterno, y que no se dejen desviar por las sofisterías de los que han perdido su visión espiritual.
 Review and Herald, 2 de mayo de 1899. 274

20. ZOROBABEL Y ZACARÍAS.
Profetizaron Hageo y Zacarías, hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén en el nombre del Dios de Israel quien estaba sobre ellos.  Entonces se levantaron Zorobabel hijo de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac, y comenzaron a reedificar la casa de Dios que estaba en Jerusalén; y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban. (Esdras 5: 1, 2).
Al reconstruir la casa del Señor, Zorobabel se vio rodeado con múltiples dificultades.  En años anteriores, los adversarios habían intimidado "al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara", "y les hicieron cesar con poder y violencia" (Esd. 4: 4, 23).  Pero el Señor se interpuso en favor de los fieles constructores y ahora, por medio de su profeta Zacarías, habló a Zorobabel, diciendo: "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Quién eres tú, oh gran monte?  Delante de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará la primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella" (Zac. 4: 6, 7).
A lo largo de la historia del pueblo de Dios, grandes montañas de dificultades, aparentemente insuperables, se han levantado ante quienes estaban avanzando en las providencias que Dios abría ante ellos.  El Señor permite tales obstáculos al progreso para probar la fe.  Cuando están apremiados por todos lados, es el momento de confiar en Dios y en el poder de su Santo Espíritu.  No tenemos que caminar con nuestras propias fuerzas, sino con el poder del Señor Dios de Israel.  Es una locura confiar en el hombre o hacer de la carne nuestro brazo.  Debemos confiar en Jehová; porque en él hay fortaleza eterna.  Aquel que, en respuesta a las palabras y obras de fe, señaló claramente el camino delante de su siervo Zorobabel, puede eliminar cada obstáculo inventado por Satanás para estorbar el progreso de la causa de Dios.  Mediante el ejercicio perseverante de la fe, cada montaña de dificultad puede ser eliminada.
Algunas veces el Señor adiestra a sus servidores mediante chascos y fracasos aparentes.  Es su propósito que aprendan a dominar las dificultades.  Procura inspirarlos con una determinación de transformar cada aparente fracaso en un éxito.
 Review and Herald, 16 de enero de 1908. 275

21. JUAN EL BAUTISTA.
Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?  Dijo: Yo soy la voz que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías. (Juan 1: 22, 23).
"De cierto os digo, que no se levantó entre los que nacen de mujeres otro mayor que Juan el Bautista" (Mat. 11: 11).  
En el anuncio hecho a Zacarías antes del nacimiento de Juan, el ángel había declarado: "Será grande delante de Dios" (Luc. 1: 15).  En la estima del cielo, ¿qué constituye la grandeza?  No lo que el mundo tiene por tal; ni la riqueza, la jerarquía, el linaje noble, o las dotes intelectuales, estimadas en sí mismas.  Si la grandeza intelectual, fuera de cualquier consideración superior, es digna de honor, entonces debemos rendir homenaje a Satanás, cuyo poder intelectual no ha sido nunca igualado por hombre alguno.  Pues si el don está pervertido para servir al yo, cuanto mayor sea, en mayor maldición resulta.  Lo que Dios aprecia es el valor moral.  El amor y la pureza son los atributos que más estima.  Juan era grande a la vista del Señor cuando, delante de los mensajeros del Sanedrín, delante de la gente y de sus propios discípulos, no buscó honra para sí mismo, sino que a todos indicó a Jesús como el Prometido.  Su abnegado gozo en el ministerio de Cristo presenta el más alto tipo de nobleza que se haya revelado en el hombre.
El testimonio dado acerca de él después de su muerte, por aquellos que le oyeron testificar acerca de Jesús, fue: "Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; mas todo lo que Juan dijo de éste, era verdad" (Juan 10: 41).  No le fue dado a Juan hacer bajar fuego del cielo, ni resucitar muertos, como Elías lo había hecho, ni manejar la vara del poder en el nombre de Dios como Moisés.  Fue enviado a pregonar el advenimiento del Salvador, y a invitar a la gente a prepararse para su venida.  Tan fielmente cumplió su misión, que al recordar la gente lo que había enseñado acerca de Jesús, podía decir: "Todo lo que Juan dijo de éste, era verdad".  Cada discípulo del Maestro está llamado a dar semejante testimonio de Cristo.
 El Deseado de todas las gentes, pp. 190, 191. 276

22. JESÚS, NUESTRO SEÑOR.
El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.  (Lucas 4:18, 19).
Cristo no dijo una palabra para revelar su importancia o mostrar su superioridad; no ignoró a sus semejantes.  
Por su relación con Dios, no pretendió ninguna autoridad, pero sus palabras y actos mostraban que poseía el conocimiento de su misión y su carácter.  Habló de las cosas celestiales como quien estaba familiarizado con ellas.  Habló de su intimidad y unidad con el Padre como un niño hablaría de su relación con sus padres.  Habló como uno que había venido para iluminar al mundo con su gloria.  Nunca asistió a las escuelas de los rabinos; porque él era el Maestro enviado por Dios para instruir a la humanidad.  Como aquel en quien está todo el poder restaurador, Cristo habló de atraer a todos los hombres hacia sí y de dar vida eterna. En él hay poder para sanar cada enfermedad física y espiritual.
Cristo vino a nuestro mundo con una conciencia de grandeza más que humana, y para realizar una obra que sería infinita en sus resultados. ¿Dónde lo habríamos encontrado cuando hacía su obra?: En la casa de Pedro el pescador, descansando junto al pozo de Jacob, hablándole a la samaritana del agua viva.  Generalmente enseñaba al aire libre, pero a veces lo hacía en el templo, porque él asistía a las reuniones del pueblo judío.  Pero con mayor frecuencia enseñaba sentado en la ladera de un monte, o en la barca de un pescador.  Entraba en las vidas de estos humildes pescadores.  
Su simpatía estaba siempre del lado de los sufrientes, los necesitados, los despreciados; y muchos eran atraídos hacia él.
Cuando se ideó el plan de redención, se decidió que Cristo no aparecería con su carácter divino; porque entonces no podría asociarse con los angustiados y los sufrientes.  Debía venir como un hombre pobre.  Podría haber venido de acuerdo con su exaltada posición en las cortes celestiales; pero no fue así.  Debía alcanzar las mayores profundidades del sufrimiento y pobreza humanos, para que los abrumados y frustrados pudieran oír su voz.
 Signs of the Times, 24 de junio de 1897. 277

23. LOS DISCÍPULOS.
Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, 
y abundante gracia era sobre todos ellos. (Hechos 4: 33).
Después de la crucifixión de Cristo, los discípulos formaban un grupo desvalido y desanimado, como ovejas sin pastor.  
Su Maestro había sido rechazado, condenado y clavado en la ignominiosa cruz.  Los sacerdotes y gobernantes judíos habían declarado burlonamente: "A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él" (Mat. 27: 42).
Pero la cruz, ese instrumento de vergüenza y tortura, trajo esperanza y salvación al mundo.  Los discípulos se reanimaron, los abandonó su desesperanza e impotencia.  Sus caracteres fueron transformados y los lazos de amor cristiano unieron al grupo.  Eran hombres humildes, sin riquezas, sin armas fuera de la Palabra y el Espíritu de Dios, y considerados por los judíos como simples pescadores; sin embargo, salieron con la fuerza de Cristo a testificar de la verdad y a triunfar sobre toda oposición.  Vestidos con la panoplia divina, empezaron a contar la maravillosa historia del pesebre y de la cruz.  Sin honores o reconocimiento humanos, fueron héroes de la fe.  De sus labios brotaron palabras de elocuencia divina que sacudieron al mundo.
Los que habían rechazado y crucificado al Salvador esperaban ver a los discípulos desanimados y abatidos, listos a renunciar al Señor oyeron con asombro el testimonio claro y denodado de los apóstoles, proclamado bajo el poder del Espíritu Santo.  Los discípulos trabajaron y hablaron como su Maestro había trabajado y hablado, y todos los que los oían, decían: "Han estado con Jesús, y han aprendido de él".
Cuando los apóstoles salieron por todas partes a predicar acerca de Jesús, hicieron muchas cosas que los gobernantes judíos no aprobaron.  La gente sacaba a la calle a sus enfermos y a los perturbados por espíritus inmundos; se reunían multitudes a su alrededor, y los que habían sido sanados voceaban sus alabanzas a Dios y glorificaban el nombre de Aquel a quien los judíos habían condenado, coronado de espinas, y hecho azotar y crucificar.
 Signs of the Times, 20 de septiembre de 1899. 278

24. ESTEBAN.
Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo. (Hechos 6:8).
Esteban era muy activo en la causa de Dios, y confesaba valientemente su fe.  "Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con Esteban.  Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba" (Hech. 6: 9, 10).  Estos alumnos de los grandes rabinos estaban seguros de que en una discusión pública podrían obtener una victoria completa sobre Esteban, por causa de su supuesta ignorancia.  Pero no sólo habló con el poder del Espíritu Santo, sino que al vasto auditorio le quedó claro que también era un estudioso de las profecías y sabio en todos los asuntos de la ley.  Defendió hábilmente las verdades por las que abogaba, y derrotó completamente a sus oponentes.
Los sacerdotes y los gobernantes, quienes fueron testigos de la maravillosa manifestación del poder que acompañaba el ministerio de Esteban, se llenaron de odio.  En lugar de ceder ante el peso de la evidencia que él presentaba, resolvieron silenciar su voz haciéndolo morir.  En varias ocasiones habían sobornado a las autoridades romanas, para que sin comentarios pasaran por alto situaciones en las que los judíos habían tomado la ley en sus propias manos para juzgar, condenar y ejecutar a prisioneros de acuerdo con sus costumbres nacionales.  Los enemigos de Esteban no dudaban que podrían seguir ese curso de acción sin peligro para ellos.  Decidieron arriesgarse  las consecuencias posibles, y por ello tomaron a Esteban y lo trajeron delante del concilio del Sanedrín para ser juzgado...
Mientras Esteban estaba frente a frente con sus jueces, para responder por el crimen de blasfemia, un resplandor santo iluminó su rostro.  "Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel".  Aquellos que exaltaban a Moisés podían haber visto en el prisionero la misma luz santa que iluminó al profeta de la antigüedad.  La shekina era un espectáculo que nunca más contemplarían en el templo, cuya gloria se había ido para siempre.  Muchos que contemplaron el rostro iluminado de Esteban temblaron y ocultaron sus rostros; pero en ningún momento vaciló la terca incredulidad y el prejuicio.
The Spirit of Prophecy, t. 3, pp. 294-296. 279

25. FELIPE, EL DIÁCONO.
Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro. Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, 
y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? (Hechos 8: 29, 30).
Dios mira hacia abajo desde su trono, y envía a sus ángeles a esta tierra para cooperar con los que enseñan la verdad. Lea el registro de la experiencia de Felipe y el eunuco. "Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gasa, el cual es desierto. Entonces él se levantó y se fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías" (Hech. 8: 26-28).
El incidente muestra el cuidado que el Señor tiene por cada persona que acepta la verdad.  Podemos ver cuán íntimamente está relacionado el ministerio de los ángeles celestiales con la obra de los siervos del Señor en la tierra.
A Felipe se le infundió el deseo de entrar en lugares nuevos, y de abrir camino.  Un ángel, que estaba observando toda oportunidad posible de relacionar a los hombres con sus semejantes, le dio las instrucciones.  Felipe fue enviado "hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto" (Hech. 8: 26).  Esto lo puso en contacto con un hombre de mucha influencia, quien, una vez convertido, comunicaría a otros la luz de la verdad.  El Señor, obrando por medio de Felipe, hizo que el hombre se convenciera de la verdad, y fuera convertido y bautizado. Él fue un oyente del camino, un hombre de buena posición, que ejercería una fuerte influencia en favor de la verdad.
Hoy, al igual que entonces, los ángeles del cielo están esperando para guiar a los hombres a sus semejantes.  Un ángel le mostró a Felipe dónde encontrar a este hombre que estaba listo para recibir la verdad, y hoy los ángeles de Dios guiarán y dirigirán los pasos de los obreros que permitan que el Espíritu Santo santifique sus lenguas y refine y ennoblezca sus corazones.- Review and Herald, 20 de abril de 1905. 280

26. DORCAS.
Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. 
Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía.  (Hechos 9: 36).
En Jope, cerca de Lida, vivía una mujer llamada Dorcas, cuyas buenas obras la habían hecho muy amada.  
Como digna discípula de Jesús, su vida estaba llena de actos bondadosos.  Sus hábiles dedos eran más activos que su lengua. Ella sabía quién necesitaba vestimenta confortable y quién necesitaba simpatía, y ministraba generosamente a los pobres y dolientes.
"Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió" (Hech. 9: 37).  La iglesia de Jope se dio cuenta de la pérdida que había sufrido.  Y en vista de la vida de servicio que había vivido Dorcas, no es sorprendente que se lamentaran o que cayeran cálidas lágrimas sobre su cuerpo inanimado. Oyendo que Pedro estaba en Lida, los creyentes de Jope le enviaron mensajeros "a rogarle: No tardes en venir a nosotros" (Hech. 9: 38).
"Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas" (Hech. 9: 39).
Pedro ordenó que los amigos que lloraban salieran de la habitación, y arrodillándose oró fervientemente a Dios para que restaurara a Dorcas a la vida.  Dirigiéndose al cuerpo dijo: "Tabita, levántate.  Y ella abrió los ojos y al ver a Pedro, se incorporó" (Hech. 9: 40).
Dorcas era de gran utilidad para la iglesia, y Dios vio conveniente devolverla desde la tierra del enemigo, para que sus habilidades y energía constituyeran una bendición para otros, y para que, por medio de esta manifestación de su poder, 
la causa de Cristo pudiera ser fortalecida.- Review and Herald, 6 de abril de 1911. 281

27. PABLO.
Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro 
y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti. (Hechos 26: 16).
La solemne comisión dada a Pablo, en ocasión de su entrevista con Ananías, descansaba con creciente peso sobre su corazón.  Cuando, en respuesta a la invitación: "Hermano Saulo, recibe la vista", Pablo miró por primera vez el rostro de este hombre devoto, Ananías, bajo la inspiración del Espíritu Santo, dijo: "El Dios  de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.  Ahora, pues, ¿por qué te detienes?  Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre" (Hech. 22: 13-16).
Estas palabras estaban en armonía con las de Jesús mismo, quien, cuando detuvo a Saulo en el viaje a Damasco, declaró: "Para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados" (Hech. 26: 16-18).
Al meditar en estas cosas, Pablo comprendió más y más el significado de su llamamiento para ser "apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios" (Efe. 1: 1).  Este le había venido "no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre" (Gál. 1: 1).  La grandeza de la tarea lo condujo a estudiar profundamente las Sagradas Escrituras, a fin de predicar el evangelio  "no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo" (1 Cor. 1: 17), "sino con demostración del Espíritu y de poder", para que la fe de todos los que lo oyeran no estuviera fundada "en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios" (1 Cor. 2: 4, 5).- Review and Herald, 30 de marzo de 1911. 282

28. TIMOTEO.
Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. (2 Timoteo 4: 1, 2).
Esta amonestación solemne a alguien tan celoso y fiel como Timoteo, constituye un poderoso testimonio de la importancia y la responsabilidad de la obra del ministro evangélico.  Llamándolo ante el tribunal de Dios, Pablo le ordena predicar la Palabra, no los dichos y costumbres de los hombres; y estar listo para testificar por Dios en cualquier oportunidad que se le presente, delante de grandes congregaciones o en círculos privados, por el camino o en los hogares, a amigos y a enemigos, en seguridad o expuesto a dificultades y peligros, oprobios y pérdidas.
Temiendo de que la moderación de Timoteo y su disposición condescendiente pudiera inducirlo a rehuir una parte esencial de su tarea, lo exhortó a ser fiel en la reprensión del pecado, y hasta en reprender con severidad a los que eran culpables de graves males.  No obstante, debía hacerlo "con toda paciencia y doctrina" (2 Tim. 4: 2).  Debía revelar la paciencia y el amor de Cristo, y explicar y reforzar sus reprensiones con las verdades de la Palabra.
Odiar y reprender el pecado, y al mismo tiempo manifestar misericordia y ternura hacia el pecador, es tarea difícil.  Cuanto más fervoroso sea nuestro esfuerzo para obtener santidad de vida y corazón, tanto más aguda será nuestra percepción del pecado y más decidida nuestra desaprobación frente a cualquier desviación de lo recto.  Debemos cuidarnos de no ser excesivamente severos hacia los que obran mal; pero al mismo tiempo no debemos perder de vista la suma gravedad del pecado.  Es necesario manifestar paciencia y amor cristiano por el pecador; pero también existe el peligro de ser tan tolerantes con sus errores, que le parezca inmerecida la reprensión, y la rechace como innecesaria e injusta.- 
Los hechos de los apóstoles, pp. 400, 401. 283

29. AQUILA Y PRISCILA: MISIONEROS DE SOSTÉN PROPIO. 
Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, que expusieron su vida por mí; a los cuales no sólo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles. (Romanos 16: 3, 4).
Pablo dio un ejemplo contra el sentimiento, que estaba entonces adquiriendo influencia en la iglesia, de que el evangelio podía ser predicado con éxito solamente por quienes estaban enteramente libres de la necesidad de hacer trabajo físico.  Ilustró de una manera práctica lo que pueden hacer los laicos consagrados en muchos lugares donde la gente no está enterada de las verdades del evangelio.  Su costumbre inspiró en muchos humildes trabajadores el deseo de hacer lo que podían para el adelanto de la causa de Dios, mientras se sostenían al mismo tiempo con sus labores cotidianas.  Aquila y Priscila no fueron llamados a dedicar todo su tiempo al ministerio del evangelio; sin embargo, estos humildes obreros fueron usados por Dios para enseñar más perfectamente a Apolos el camino de la verdad.  El Señor emplea diversos instrumentos para el cumplimiento de su propósito; mientras escoge a algunos con talentos especiales para dedicar todas sus energías a la obra de enseñar y predicar el evangelio, muchos otros, que nunca fueron ordenados mediante la imposición de manos humanas, son llamados a realizar una parte importante en la salvación de las almas.
Hay un gran campo abierto ante los obreros evangélicos de sostén propio.  Muchos pueden adquirir una valiosa experiencia en el ministerio mientras trabajan parte de su tiempo en algún tipo de labor manual; y por este medio pueden desarrollarse poderosos obreros para un servicio muy importante en campos necesitados.
El abnegado siervo de Dios que trabaja incansablemente en la difusión de la palabra y la doctrina, lleva en su corazón una pesada carga.  No mide su trabajo por horas.  Su salario no influye en su labor, ni abandona su deber por causa de las condiciones desfavorables.  Recibió del cielo su comisión, y del cielo espera su recompensa cuando haya terminado la obra que se le ha confiado. Los hechos de los apóstoles, pp. 286, 287. 284

30. JUAN EL REVELADOR.
Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. (Apocalipsis 1: 9).
Las apariencias externas indicaban que los enemigos de la verdad estaban triunfando, pero, invisible, la mano de Dios se movía en la oscuridad.  El Señor permitió que su siervo fuera puesto donde Cristo pudiera darle una revelación de sí mismo más maravillosa que la que alguna vez hubiera recibido; donde le fuera posible recibir una iluminación más preciosa para la iglesia.  Permitió que fuera confinado en la soledad, para que su oído y su corazón pudieran estar más plenamente preparados para escuchar y recibir las revelaciones que se le darían.  El hombre que envió a Juan al exilio no fue relevado de su responsabilidad en esto, pero fue un instrumento en las manos de Dios para llevar a cabo sus propósitos eternos.  
El esfuerzo para extinguir la luz destacó la verdad en marcado relieve.
Juan fue privado de la compañía de sus hermanos, pero ningún hombre podía apartarlo del compañerismo de Cristo.  Una gran luz procedente de Jesús había de brillar sobre su siervo.  El Señor cuidaba a su desterrado discípulo, y le dio una maravillosa revelación de sí mismo.  Juan el amado fue ricamente favorecido.  Con los demás apóstoles había caminado y hablado con Jesús, aprendiendo de él, y deleitándose con sus palabras.  Su cabeza a menudo había descansado sobre el pecho del Salvador.  Pero también debía verlo en Patmos.
Dios, Cristo y la hueste celestial fueron los compañeros de Juan en la solitaria isla, y de ellos recibió instrucción de infinita importancia.  Allí escribió las visiones y revelaciones que recibió de Dios, y que se refieren a lo que ocurrirá en las escenas finales de la historia de esta tierra.  Cuando su voz no pudiera testificar más acerca de la verdad, los mensajes que se le dieron en Patmos debían brillar como una lámpara encendida.  Gracias a ellos, hombres y mujeres están conociendo los propósitos de Dios, no meramente acerca de la nación judía, sino con respecto a toda nación sobre la tierra. 
Signs of the Times, 22 de marzo de 1905. 285