Y yo rogaré al Padre,
y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre. (Juan 14: 16.)
Cuando Cristo dio a sus
discípulos la promesa del Espíritu, se estaba acercando al fin de su ministerio
terrenal. A la sombra de la cruz estaba
con una comprensión plena de la carga de culpa que estaba por recaer sobre él
como portador del pecado. Antes de
ofrecerse a sí mismo como víctima destinada al sacrificio, instruyó a sus
discípulos en cuanto a la dádiva más esencial y completa que iba a conceder a
sus seguidores; el don de los recursos inagotables de su gracia.
"Y yo rogaré al
Padre" -dijo él-, "y os dará
otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: El Espíritu de
verdad, al cual el mundo no puede recibir porque no le ve, ni le conoce, pero
vosotros lo conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros"
(Juan 14: 16, 17). El Salvador estaba
señalando de antemano el tiempo cuando el Espíritu Santo, como su
representante, vendría para realizar una obra poderosa. El mal que se había estado acumulando durante
siglos, habría de ser resistido por el divino poder del Espíritu Santo...
La promesa del Espíritu
Santo no se limita a ninguna edad ni raza.
Cristo declaró que la influencia divina de su Espíritu estaría con sus
seguidores hasta el fin. Desde el día de
Pentecostés hasta ahora, el Consolador ha sido enviado a todos los que se han
entregado plenamente al Señor y a su servicio.
A todo el que ha aceptado a Cristo como su Salvador personal, el
Espíritu Santo ha venido como consejero, santificador, guía y testigo. Cuanto más cerca de Dios han andado los
creyentes, más clara y poderosamente han testificado del amor de su Redentor y
de su gracia salvadora. Los hombres y
mujeres que a través de largos siglos de persecución y prueba gozaron en sus
vidas de una medida de la presencia del Espíritu, se destacaron como señales y
prodigios en el mundo. Revelaron ante
los ángeles y los hombres el poder transformador del amor redentor.- Los hechos
de los apóstoles, pp. 39, 40. 12
02. EL CONSOLADOR.
Pero cuando venga el
Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su
propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas
que habrán de venir. (Juan 16: 13).
¿Cómo podremos
permanecer fieles si en el día de la prueba no entendemos las palabras de
Cristo? Él dijo: "Os he dicho estas
cosas estando con vosotros. Mas el
Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os
enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Juan 14: 25, 26). Es el Espíritu Santo quien nos recuerda las
palabras de Cristo. En su último
discurso, el tema que escogió para presentar ante sus discípulos fue el
ministerio del Espíritu Santo. Abrió
frente a ellos una gama muy amplia de verdades.
Debían recibir sus palabras por fe, y el Consolador les haría recordar
todas las cosas.
El consuelo que Cristo
les impartió mediante esta promesa tiene su fundamento en que la divina
influencia estaría con sus seguidores hasta el fin. Pero su ofrecimiento no es aceptado ni creído
por la gente en nuestros días, y la iglesia tampoco lo aprecia ni espera su cumplimiento. La promesa del don del Espíritu de Dios se
considera como un asunto de poca importancia para ella. No ha dejado sus huellas en los feligreses y,
en consecuencia, los resultados no pueden ser diferentes: sequía espiritual,
oscuridad espiritual, decadencia y, por ende, muerte espiritual. Asuntos triviales ocupan la mente de los
creyentes. Sin embargo, la posesión de
este poder divino -necesario para el crecimiento y la prosperidad de la
iglesia-, traería todas las otras bendiciones de las cuales carece, y que se
nos promete en su infinita plenitud.
Mientras la iglesia se conforme con asuntos de poca importancia,
continuará descalificándose para recibir los dones mayores que Dios ofrece.
¿Por qué será que no tenemos hambre y sed de recibir este regalo del Espíritu
Santo, siendo éste una virtud que puede mantener puro el corazón? En los designios del Señor, el poder divino
debe cooperar con el esfuerzo humano.
Es fundamental que el
creyente comprenda el significado de la promesa del Espíritu Santo antes que
Jesús venga por segunda vez. Hablen
acerca de esto, oren por él, prediquen acerca de él; porque el Señor está más
deseoso de conceder el Espíritu Santo que los padres a dar buenas dádivas a sus
hijos. "Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3: 16).
Review and Herald, 15 de noviembre de 1892. 13
Review and Herald, 15 de noviembre de 1892. 13
03. LA NATURALEZA DEL ESPÍRITU: UN MISTERIO.
El Espíritu de
verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero
vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. (Juan 14:
17).
No es esencial para
nosotros ser capaces de definir con precisión qué es el Espíritu Santo. Cristo nos dice que el Espíritu es el
Consolador, "el Espíritu de verdad el cual procede del Padre". Se asevera claramente tocante al Espíritu
Santo, que en su obra de guiar a los hombres a toda verdad "no hablará por
su propia cuenta"
(Juan 15: 26; 16: 13).
La naturaleza del Espíritu
Santo es un misterio. Los hombres no
pueden explicarla, porque el Señor no se la ha revelado. Los hombres que albergan opiniones
fantásticas pueden reunir pasajes de las Escrituras y darles interpretación
humana; pero la aceptación de esos conceptos no fortalecerá a la iglesia. En cuanto a estos misterios, demasiado
profundos para el entendimiento humano, el silencio es oro.
Se especifica
claramente el oficio del Espíritu Santo en las palabras de Cristo: "Cuando
él venga, convencerá de pecado, y de justicia, y de juicio" (Juan 16:
8). Es el Espíritu Santo el que convence
de pecado.
Si el pecador responde a la influencia vivificadora del Espíritu, será inducido a arrepentirse y a comprender la importancia de obedecer los requerimientos divinos.
Si el pecador responde a la influencia vivificadora del Espíritu, será inducido a arrepentirse y a comprender la importancia de obedecer los requerimientos divinos.
Al pecador
arrepentido, que tiene hambre y sed de justicia, el Espíritu Santo le revela el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
" Tomará de lo mío, y os lo hará saber", dijo Cristo. "Él os enseñará todas las cosas, y os
recordará todo lo que yo os he dicho" (Juan 16: 14; 14: 26).
El Espíritu Santo se
otorga como agente regenerador para proporcionarle eficacia a la salvación
obrada por la muerte de nuestro Redentor.
El Espíritu Santo constantemente está tratando de llamar la atención de
los hombres a la gran ofrenda hecha en la cruz del calvario, de exponer al
mundo el amor de Dios, y de abrir al alma arrepentida las cosas preciosas de
las Escrituras. Los hechos de los apóstoles, pp. 42, 43. 14
04. EL ESPÍRITU: UN TESTIGO.
El Espíritu mismo da
testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. (Romanos 8: 16).
Si el Espíritu mismo
da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, ¿cuáles serán los
resultados? El creyente someterá todo su
ser a la voluntad divina. Entonces, en
su maravillosa condescendencia, la Majestad de los cielos establece una santa
relación familiar con los que lo buscan de todo corazón. Como consecuencia, mediante una abundante
manifestación de la gracia de Dios, el hijo del Altísimo -el creyente-, es llevado
a mantener con su Padre una dependencia semejante a la de los niños con los
suyos. Consagre a Dios todo su ser
cuerpo y espíritu con entera confianza en su poder y en su voluntad de
bendecirlo, no importa cuán desvalido e indigno sea usted. "Más a todos los que le recibieron, a
los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios"
(Juan 1: 12).
No caiga en la
actividad impaciente, sino sea celoso en la fe, con un sólo propósito definido:
atraer creyentes a Cristo, el Redentor crucificado. Esta obra no se realiza como resultado de un
sermón lógico que logra convencer al intelecto.
El corazón necesita ser persuadido y ablandado por la ternura. La voluntad tiene que ser sometida al
arbitrio de Dios, y todas las aspiraciones deben tener una orientación
celestial. Aliméntese de la Palabra del
Dios viviente. El efecto debe verse en
la vida práctica. Ella debe apoderarse
de los comandos de todo el ser. . .
Cuando confiemos
plenamente en Cristo, nos daremos a nosotros mismos en ofrenda a Dios. Nuestra dependencia estará centrada en la
virtud y en la intercesión de Cristo como nuestra única esperanza. No hay confusión, ni sospecha, puesto que por
la fe vemos a Jesús, el enviado de Dios, cuya misión es lograr la
reconciliación con los pecadores. Si
deseamos creer solamente en Cristo, él está comprometido con un pacto solemne
de mediar en favor de los que, por su intermedio, se acercan al Padre, con el
propósito de garantizar su salvación.
Este privilegio está garantizado si nos acercamos confiadamente el trono
de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro.
Manuscript Releases, t. 14, pp. 276, 277. 15
Manuscript Releases, t. 14, pp. 276, 277. 15
05. EL REPRESENTANTE DE CRISTO.
Pero yo os digo la
verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no
vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. (Juan 16: 7).
"Espíritu de
verdad" es el nombre que se da al Consolador. Su obra consiste en definir y mantener la
verdad. Primero habita en el corazón
como el Espíritu de verdad; de este modo, llega a ser el Consolador. En la verdad hay tranquilidad y paz, lo cual
no se puede hallar en el error. Satanás
conquista el poder sobre la mente a través de falsas teorías y
tradiciones. El enemigo logra desfigurar
el carácter e imponer la adopción de falsas normas. Mediante las Escrituras el Espíritu Santo
habla a la mente, e imprime la verdad en el corazón. De este modo expone el error y lo expulsa del
creyente. Por el Espíritu de verdad,
obrando por intermedio de la Palabra de Dios, Cristo une a los suyos a sí
mismo.
Al describir a sus
discípulos la obra del Espíritu Santo, Jesús quiso inspirarlos para que
alcanzaran el mismo gozo y la alegría que llenaba su propio corazón. Se regocijó con la ayuda abundante que había
provisto para su iglesia. El Consolador
era el más excelso de los dones que podría solicitar al Padre con el propósito
de exaltar a su pueblo. Fue dado como el
agente regenerador, y sin este don el sacrificio de Cristo hubiera sido en
vano. Por siglos el poder maligno se
había fortalecido hasta el punto que era asombrosa la sumisión del hombre a la
cautividad satánica. El pecado puede ser
resistido y vencido únicamente por la intervención poderosa de la tercera
persona de la Deidad, que no vendría con una energía modificada, sino en la
plenitud del poder divino. El Espíritu
es el que hace efectivo lo que logró el Redentor del mundo. Mediante el Consolador el corazón se
purifica. Gracias a su obra el creyente
llega a ser participante de la naturaleza divina. Cristo nos dio el divino poder de su Espíritu
para que podamos vencer las tendencias al mal, sean heredades o cultivadas, y
para imprimir en la iglesia su propio carácter.
Review and Herald, 19 de noviembre de 1908. 16
Review and Herald, 19 de noviembre de 1908. 16
06. LA PALOMA CELESTIAL.
También dio Juan
testimonio, diciendo:
Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma,
y
permaneció sobre él. (Juan 1:32).
Cristo es nuestro
ejemplo en todo. En respuesta a la oración que elevó a su Padre, el cielo se
abrió, y el Espíritu, semejante a una paloma, descendió sobre él. Por el Espíritu Santo es como Dios, además de
establecer comunicación con el hombre, también mora en el corazón de los que
son fieles y obedientes. Los que lo
busquen en forma sincera, con el fin de recibir sabiduría para resistir a
Satanás, recibirán luz y fortaleza en la hora de la tentación. Debemos vencer del mismo modo como Cristo
triunfó.
Jesús comenzó su
ministerio público con una súplica, ferviente.
Con ello nos dejó un ejemplo acerca de la importancia que tiene la oración
para adquirir una experiencia cristiana victoriosa. Su constante comunión con el Padre constituye
un modelo que haríamos bien en imitar.
Apreció el privilegio de orar, y la obra mostró los resultados de su
comunión con Dios. Examinando la
historia de su vida, descubrimos que ante cada circunstancia importante buscaba
un retiro en el bosque, o la soledad de las montañas, con el propósito de
elevar a Dios sus plegarias fervientes y perseverantes. Con frecuencia dedicó noches enteras a la
oración antes de realizar algún milagro poderoso. Después de un día de labor y antes de una
noche de comunión, compasivamente despedía a sus discípulos paro que pudieran
volver a sus hogares a descansar, mientras él, con clamor y lágrimas,
intercedería ante Dios en favor de la humanidad.
En respuesta a la
oración, y en virtud de la gracia de Dios, Jesús fue vigorizado para llevar las
cargas y fortalecido para resistir las pruebas.
Si queremos ser vencedores, debemos depender de Dios para experimentar
una vida cristiana victoriosa, siguiendo el ejemplo que Cristo legó al abrir un
camino que nos conduce a la fuente de fortaleza que nunca falla, y de la cual
podemos obtener gracia y poder para resistir al enemigo. En las márgenes del Jordán, Jesús oró como
representante de la humanidad, y la apertura de los cielos y la voz de
aprobación nos aseguran que Dios acepta a la humanidad a través de los méritos
de Cristo.- Signs of the Times, 24 de julio de 1893. 17
07. INVISIBLE COMO EL VIENTO.
El viento sopla de
donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va;
así
es todo aquel que es nacido del Espíritu. (Juan 3: 8).
Se oye el viento
entre las ramas de los árboles, por el susurro que produce en las hojas y las
flores; sin embargo es invisible y nadie sabe de dónde viene ni adónde va. Así
sucede con la obra del Espíritu Santo en el corazón. Es tan inexplicable como los movimientos del
viento. Puede ser que una persona no pueda
decir exactamente la ocasión ni el lugar en que se convirtió, ni distinguir
todas las circunstancias de su conversión; pero esto no significa que no se
haya convertido.
Mediante un agente
tan invisible como el viento, Cristo obra constantemente en el corazón. Poco a poco, tal vez inconscientemente para
quien las recibe, son hechas las impresiones que tienden a atraer el alma a
Cristo. Pueden ser recibidas al meditar
en él, al leer las Escrituras, o al oír la palabra del predicador
viviente. Súbitamente, al presentar el
Espíritu un llamamiento más directo, el alma se entrega gozosamente a
Jesús. Muchos llaman a esto conversión
repentina; pero es el resultado de una larga intercesión del Espíritu de Dios;
es una obra paciente y larga.
Aunque el viento
mismo es invisible, produce efectos que se ven y sienten. Así también la obra del Espíritu en el alma
se revelará en toda acción de quien haya sentido su poder salvador. Cuando el Espíritu de Dios toma posesión del
corazón, transforma la vida. Los pensamientos
pecaminosos son puestos a un lado, las malas acciones son abandonadas; el amor,
la humildad y la paz, reemplazan a la ira, la envidia y las contenciones. La alegría sustituye a la tristeza, y el
rostro refleja la luz del cielo. Nadie
ve la mano que alza la carga, ni contempla la luz que desciende de los atrios
celestiales. La bendición viene cuando
por la fe el alma se entrega a Dios.
Entonces, ese poder que ningún ojo humano puede ver, crea un nuevo ser a
la imagen de Dios.
Para las mentes
finitas es imposible comprender la obra de la redención. Su ministerio supera al conocimiento humano;
sin embargo, el que pasa de muerte a vida comprende que es una realidad
divina. Por experiencia personal podemos
conocer aquí el comienzo de la redención.
Sus resultados alcanzan hasta las edades eternas.
El Deseado de todas las gentes, pp. 143, 144. 18
El Deseado de todas las gentes, pp. 143, 144. 18
08. ACEITE EN SUS VASIJAS.
Las insensatas,
tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; más las prudentes tomaron
aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. (Mateo 25: 3, 4).
Muchos aceptan
rápidamente la verdad, pero, al no ser asimilada, sus efectos son
neutralizados. Se parecen a las vírgenes
necias que quedaron sin la provisión de aceite para sus lámparas. El aceite es símbolo del Espíritu Santo,
que llega hasta el
corazón gracias a la fe en Cristo.
Quienes escudriñan las Escrituras con diligencia y mucha oración, y
confían en Dios con una fe firme y obedecen sus mandamientos, están
representados por las vírgenes sabias.
Las enseñanzas de la Palabra de Dios no son sí o no; sino sí y amén.
Las exigencias del
evangelio están más allá del alcance humano.
El apóstol dice: "Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho,
hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio
de él" (Col. 3: 17). "Si,
pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de
Dios" (1 Cor. 10: 31). Es imposible que experimentemos la piedad
práctica si dejamos fuera de las cortes del corazón las grandes verdades de la
Biblia. La religión de las Escrituras
debe entretejerse tanto con los asuntos que el creyentes considera triviales
como con los que le parece que son muy importantes. Debe dotarlo de los motivos poderosos y
grandes principios que orientan el carácter y el curso de acción del cristiano.
El aceite, tan
necesario para los que están representados por las vírgenes necias, no es algo
que deba ser dejado de lado. El creyente
debe traerlo al santuario de su ser para que lo limpie, lo refine y lo
santifique. No es teoría lo que se
necesita; son las sagradas enseñanzas de la Biblia, las que no constituyen
doctrinas inciertas y sin sentido sino verdades vitales que comprometen
intereses eternos centrados en Jesús. En
él reside todo el sistema de verdades divinas.
La salvación del creyentes, mediante la fe en Cristo, es el pilar
fundamental de la verdad.
Los que ejercitan fe
en Jesús lo manifestarán mediante la santidad de su carácter y la obediencia a
la ley de Dios. Saben que la verdad que
está en Cristo pone al cielo y la eternidad a su alcance. Entienden también que el carácter cristiano
debe imitar el de Jesús. En
consecuencia, estará lleno de gracia y de verdad. A ellos les es impartido el aceite de la
gracia que alimenta la luz que nunca se apaga.
El Espíritu Santo, en el corazón del creyente, lo hace completo en
Cristo.- Review and Herald, 17 de septiembre de 1895. 19
09. EL ACEITE FLUYE CONSTANTEMENTE.
Hablé aún de nuevo, y
le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de
oro vierten de sí aceite como oro?... Y él dijo: Estos son los dos ungidos que
están delante del Señor de toda la tierra.
(Zacarías 4: 12, 14).
Mediante esta figura,
Zacarías ilustra la continua comunicación del Espíritu Santo con la iglesia; la
lección maravillosa nos infunde mucho ánimo.
El profeta dice: "Volvió el ángel que hablaba conmigo, y me
despertó, como un hombre que es despertado de su sueño. Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un
candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del
candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él.
"Proseguí y
hablé, diciendo a aquel ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío?...
Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel,
que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová
de los ejércitos... Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos
ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como
oro?... Y el dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de
toda la tierra" (Zac. 4: 1-4, 6, 12, 14).
Desde los dos olivos,
el dorado aceite fluía a través de los tubos de oro hacia el depósito del
candelabro, y desde allí a las áureas lámparas que alumbraban al
santuario. De este modo, del Santo que
permanece en la presencia de Dios, el Espíritu divino es impartido a los
instrumentos humanos que se han consagrado a su servicio. La misión de los dos ungidos es comunicar luz
y poder al pueblo de Dios. Permanecen en
su presencia para que recibamos sus bendiciones. Semejante a los dos olivos que van vaciándose
a sí mismos mediante los conductos de oro, los mensajeros celestiales buscan la
oportunidad para compartir lo que han recibido de Dios. Todos los tesoros celestiales aguardan que
los solicitemos, y, en la medida en que recibamos sus bendiciones, nos
corresponde impartirlas a otros. De este
modo son abastecidas las lámparas celestiales, y la iglesia llega a ser luz
para el mundo.
Review and Herald, 2 de marzo de 1897. 20
Review and Herald, 2 de marzo de 1897. 20
10. CORAZÓN CON LEVADURA.
Y volvió a decir: ¿A
qué compararé el reino de Dios? Es
semejante a la levadura, que una mujer tomó y escondió en tres medidas de
harina, hasta que todo hubo fermentado.
(Lucas 13: 20, 21).
La parábola ilustra
el poder de penetración y asimilación que tiene el evangelio, cuando obra en el
corazón de los feligreses, para darle a la iglesia un carácter a la semejanza
divina. Como la levadura actúa en la
harina, así el Espíritu de Dios obra en la vida del creyente que absorbe todas
sus capacitaciones y poder, conformando su espíritu, mente y cuerpo a la
semejanza de Cristo. En la parábola, la
mujer mezcló la levadura con la harina.
Era necesario suplir una necesidad.
De este modo, Dios desea enseñarnos que, fuera de él, no existe ningún
otro medio de salvación. Mediante el ejercicio
de la voluntad nadie puede transformarse por sí mismo. La verdad tiene que ser recibida en el
corazón. Así opera la levadura
celestial. Gracias a su poder
vitalizante y transformador cambia el corazón.
Despierta nuevos pensamientos, nuevos sentimientos, nuevos deseos y
propósitos. Se produce un cambio de la
mente, y se ponen en acción todas sus capacidades. No es que al hombre se le impartan nuevas
facultades, sino que éstas son santificadas.
La conciencia que había estado muerta, ahora despierta. Pero el hombre solo no puede hacer esta obra
por sí mismo. La realiza únicamente el
Espíritu Santo. Todos los que desean ser
salvos, encumbrados o inferiores, ricos o pobres, deben someterse a la acción
de ese poder.
A Nicodemo, Cristo le
presentó la verdad de este modo: "De cierto, de cierto te digo, que el que
no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios... Lo que es nacido de la
carne, carne es; lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es
necesario nacer de nuevo. El viento
sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a
dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu" (Juan 3: 3, 6-8).
Cuando nuestras
mentes estén controladas por el Espíritu de Dios, podremos entender las
lecciones que nos enseña la parábola de la levadura. Los que abren su corazón
para recibir la verdad, podrán experimentar el gran poder transformador que
tiene la Palabra de Dios.- Review and Herald, 25 de julio de 1899. 21
11. AGUA VIVA PARA COMPARTIR.
Mas el que bebiere
del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás;
sino que el agua que yo le daré
será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. (Juan 4: 14).
Siendo que el plan de
redención comienza y termina con un don, así también debemos compartirlo. El mismo espíritu de sacrificio que compró la
salvación para nosotros, habitará en el corazón de los que llegan a ser
partícipes del don celestial. El apóstol
Pedro recomienda: "Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los
otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios" (1
Ped. 4: 10). Al enviarlos, Jesús dijo a
sus discípulos: "De gracia recibisteis, dad de gracia" (Mat. 10: 8). El que está en completa afinidad con Cristo,
no puede albergar exclusivismo ni egoísmo.
Quien bebe del agua de la vida hallará
"en él una fuente de agua que salte para vida eterna" (Juan 4:
14). El creyente que tiene el Espíritu
de Cristo es como un manantial refrescante que pone esta agua al alcance de los
que están a punto de perecer en el desierto.
El mismo espíritu de
amor y sacrificio personal que hubo en Cristo fue el que impulsó a Pablo en su
amplio ministerio. Dijo: "A griegos
y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor" (Rom. 1: 14).
"A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue
dada la gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables
riquezas de Cristo" (Efe. 3: 8).
El Señor dispuso que
su iglesia refleje al mundo la plenitud y la eficacia que hallamos en él. Constantemente estamos recibiendo los dones
de la liberalidad divina, y, al impartirlos, representamos al mundo el amor y
la beneficencia de Cristo. Mientras todo
el cielo está en actividad, enviando mensajeros a todas partes de la tierra con
el propósito de promover la obra de la redención, la iglesia del Dios viviente
debería actuar como colaboradora de Jesús. Somos parte de su cuerpo místico, y
él es la cabeza que controla todos sus miembros. En su infinita misericordia, Jesús mismo está
obrando en el corazón humano, en el que realiza transformaciones tan
sorprendentes que los ángeles lo observan con asombro y alegría.
Review and Herald, 24 de diciembre de 1908. 22
Review and Herald, 24 de diciembre de 1908. 22
12. SAVIA VIVIFICANTE.
Aconteció que entre
tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones
superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo:
¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si
hay Espíritu Santo. (Hechos 19: 1, 2).
Hay muchos que hoy
ignoran, tanto como aquellos creyentes de Efeso, la obra del Espíritu Santo en
el corazón. Sin embargo, ninguna verdad
se enseña más claramente en la Palabra de Dios.
Los profetas y apóstoles se han explayado sobre este tema. Cristo mismo nos llama la atención al
desarrollo del mundo vegetal como una ilustración de cómo obra su Espíritu para
sostener la vida espiritual. La savia de
la vid, al ascender desde la raíz, se difunde por las ramas, y contribuye al
crecimiento y a la producción de flores y frutos. Del mismo modo, el poder vivificador del
Espíritu Santo, que procede del Salvador, llena el alma, renueva los motivos y
afectos, somete hasta los pensamientos para que obedezcan la voluntad de Dios,
y capacita al que lo recibe para producir los preciosos frutos de las acciones
santas.
El autor de esta vida
espiritual es invisible, y el método exacto mediante el cual esa vida se
imparte y sostiene, excede las posibilidades de explicación por parte de la
filosofía humana. Sin embargo, la
actividad del Espíritu está siempre en armonía con la Palabra escrita. Lo que sucede en el mundo natural ocurre
también en el espiritual. Un poder
divino preserva continuamente la vida natural; sin embargo, eso no ocurre por
un milagro directo, sino gracias al empleo de las bendiciones puestas a nuestro
alcance. Del mismo modo, la vida
espiritual se sostiene debido al uso de los medios que la Providencia ha
provisto. Para que el seguidor de Jesús crezca
hasta convertirse en "un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Efe. 4:
13), debe comer del pan de vida y beber del agua de la salvación. Debe velar, orar y trabajar, y prestar
atención en todas las cosas, sujetándose a las instrucciones de Dios consignadas
en su Palabra.
Los hechos de los apóstoles, pp. 233, 234. 23
Los hechos de los apóstoles, pp. 233, 234. 23
13. EL "VINO NUEVO"' DEL REINO.
Y nadie echa vino
nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino
se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de
echar. (Marcos 2: 22).
Mientras nos vaciamos
del egoísmo y del pecado, constantemente deberíamos estar llenando nuestra
mente de Cristo. Cuando Jesús vino al
mundo, los dirigentes judíos estaban tan permeados del espíritu farisaico que
no pudieron recibir sus enseñanzas. Cristo
los comparó con cueros rugosos de odres viejos que no están en condiciones de
recibir el vino fresco de la vendimia.
Necesitaban aprovisionarse de recipientes apropiados para poner el vino
nuevo de su reino.
Por esta causa tuvo que dejar a los fariseos y valerse de simples pescadores de Galilea.
Por esta causa tuvo que dejar a los fariseos y valerse de simples pescadores de Galilea.
Jesús, el mayor de
los maestros que el mundo haya conocido, escogió personas a quienes pudiera
educar, capaces de captar sus enseñanzas, para ser enviados con el mensaje de
sus labios, el cual debía llegar hasta nuestros días. De este modo, por su Espíritu y su Palabra,
también quiere formarlo a usted para que realice la obra divina. Al limpiar su mente de la vanidad y de la
frivolidad, ciertamente el vacío que ello deja será ocupado con lo que Dios
está esperando concederle: su Espíritu.
Así, del buen tesoro del corazón podrá sacar buenas cosas, preciosas
gemas del pensamiento; y otros, al captar dichas palabras, comenzarán a
glorificar a Dios. Entonces, usted no
tendrá la mente centrada en sí mismo. Al
acabar con las demostraciones de egoísmo, sus pensamientos y afectos estarán
centrados en Cristo, lo cual le permitirá reflejar a otros lo que le fue
mostrado por el Sol de justicia.
Jesús dijo: "Si alguno tiene sed, venga a mí, y
beba" (Juan 7: 37). ¿Usted ya secó la fuente? No, por cuanto es inagotable. Tan pronto como comience a sentir sed, beba
una y otra vez. La fuente siempre está colmada.
Para apagar la sed, el que bebe una vez de ella no volverá a buscar agua en las
cisternas rotas de este mundo; dejará de husmear con el fin de descubrir el
mayor placer, la más grande diversión y la más divertida chacota y
travesura. No las buscará porque ha
estado bebiendo de las corrientes que hacen placentera la ciudad de Dios. Entonces su gozo será completo, porque
Cristo, la esperanza de gloria, estará en usted.- Review and Herald, 15 de
marzo de 1892. 24
14. FUEGO ARDIENTE.
Y dije: No me
acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi
corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no
pude. (Jeremías 20: 9).
Dios impulsará a
personas que ocupan posiciones modestas para que den a conocer el mensaje de la
verdad presente. Constreñidos por el
Espíritu de Dios, acelerando el paso, muchos avanzarán cada vez más lejos y más
alto, para compartir la luz con los que están en tinieblas. La verdad es como fuego en sus huesos, que
los inflama con un deseo ardiente de iluminar a los que están en la obscuridad. Incluso entre los educados habrá muchos que
proclamarán la Palabra de Dios. Habrá
niños que serán impelidos por el Espíritu Santo a presentar el mensaje de lo
alto. El Espíritu será derramado sobre
los que ceden a sus impulsos. Desligados
de las reglas que atan a los hombres, y de los movimientos cautelosos, se
unirán al ejército del Señor.
En el futuro, el
Espíritu del Señor inspirará a personas que realizan actividades comunes a
dejar sus tareas habituales para ir a proclamar el último mensaje de
gracia. Tan rápido como sea posible,
serán preparados para una labor que será coronada con el éxito. Cooperarán con las agencias celestiales, por
cuanto están dispuestos a gastar y ser consumidos en el servicio al
Maestro. Nadie está autorizado a
estorbar a estos obreros. Serán
bienvenidos cuando vayan a cumplir el gran cometido. No deberán ser vituperados cuando siembren la
semilla del evangelio en los lugares escabrosos de la tierra.
Las mejores cosas de
la vida -la simplicidad, la honestidad, la veracidad, la pureza, la inusual
integridad- no pueden ser compradas ni vendidas; gratuitamente están al alcance
de los ignorantes como de los educados, para la gente de color como para los
blancos, para el modesto campesino como para el rey sentado sobre su trono,
para los humildes que no confían en su propia fortaleza sino que trabajan con
simplicidad confiando siempre en Dios.
Ellos son los que compartirán el gozo del Salvador. Sus oraciones perseverantes atraerán
creyentes a la cruz. Al cooperar con su
esfuerzo y renunciamiento propio, Jesús impulsará los corazones y producirá
milagrosas conversiones. Hombres y
mujeres se unirán a la confraternidad de la iglesia. Se construirán lugares de reunión y se
fundarán escuelas. El corazón de los
obreros se henchirá de gozo al ver la salvación de Dios. Testimonies, t. 7,
pp. 26, 27. 25
15. LENGUAS DE FUEGO.
Y se les aparecieron
lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y
comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. (Hechos 2: 3, 4).
Si investiga las
Escrituras con espíritu dócil y deseoso de aprender, sus esfuerzos serán bien
recompensados. "Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se
han de discernir. espiritualmente"
(1 Cor. 2: 14). La Biblia debe
estudiarse con oración. Haríamos bien en
imitar a David, que imploró: "Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu
ley" (Sal. 119: 18). Ningún hombre puede comprender las Escrituras
sin la iluminación del Espíritu Santo.
Si deseamos estar en la debida posición delante de Dios, su luz nos
alumbrará con rayos claros y potentes.
Esta fue la
experiencia de los primeros discípulos:
"Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes
juntos. Y de repente vino del cielo un
estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde
estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose
sobre cada uno de ellos. Y fueron todos
llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el
Espíritu les daba que hablasen"
(Hech. 2: 1-4). Dios también está
dispuesto a darnos la misma bendición, siempre que tengamos real interés en
ella.
El Señor no cerró los
depósitos celestiales después de haber derramado su Espíritu sobre los primeros
discípulos. También nosotros podemos
recibir la plenitud de su bendición. El
cielo está lleno de los tesoros de su gracia, y los que con fe se acercan a
Dios pueden reclamar todo lo que él ha prometido. Si no contamos con su poder es por la
indiferencia, el letargo espiritual y nuestra indolencia. Abandonemos la mortal formalidad.
Hay una gran tarea
que debe realizarse en nuestros días, y no hemos hecho ni siquiera la mitad de
la obra que el Maestro espera que hagamos.
Hablamos acerca del mensaje del primero y del segundo ángel, y ya
creemos comprender algo referente al mensaje del tercero. Sin embargo, no deberíamos sentirnos
satisfechos con el conocimiento que tenemos actualmente. Nuestras peticiones deberían ascender a Dios
mezcladas con fe y contrición, para que podamos comprender los misterios que el
Señor desea dar a conocer a sus santos.
Review and Herald, 4 de junio de 1889. 26
Review and Herald, 4 de junio de 1889. 26
16. DADOR DE UNA VIDA NUEVA.
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo,
que el que no naciere de agua y del Espíritu,
no puede entrar en el reino de
Dios. (Juan 3: 5).
Necesitamos
"nacer de nuevo" para poder servir al Señor aceptablemente. Debe ser abandonada nuestra inclinación natural,
que está en abierta oposición al Espíritu de Dios. Necesitamos llegar a ser hombres y mujeres
hechos nuevos en Cristo Jesús. Nuestra
vida antigua, que no ha sido renovada, tiene que dar lugar a una nueva: vida
llena de amor, de confianza, y de una obediencia
espontánea. ¿Piensa acaso que semejante
cambio no es necesario para entrar al reino de Dios? Escuche lo que dice la Majestad de los
cielos: "Os es necesario nacer de nuevo" (Juan 3: 7). "si no os
volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los
cielos" (Mat. 18: 3). A menos que se produzca un cambio, no
podremos servir a Dios como corresponde.
Nuestra obra será defectuosa; los planes incorporarán ideas mundanas, y
el fuego ofrecido deshonrará a Dios. La
vida se tomará impía e infeliz, inquieta y llena de dificultades.
Los cambios que
produce la nueva vida se realizan únicamente por la acción eficaz del Espíritu
Santo. Solamente él puede limpiarnos de
la impureza. Si aceptamos que modele y
forme el corazón, llegaremos a ser aptos para discernir el carácter del reino
de Dios y para realizar los cambios que necesitan producirse, a fin de que
tengamos acceso a sus dominios. El
orgullo y el amor propio resisten al Espíritu de Dios. Cada inclinación natural se opone a que la
autosuficiencia y el orgullo sean sustituidos por la humildad y la mansedumbre
de Cristo. Pero, si deseamos andar en el
camino que conduce a la vida eterna, no debemos prestar oídos a los susurros
del egoísmo. Con humildad y contrición
tenemos que implorar a nuestro Padre Celestial: "Crea en mí, oh Dios, un
corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mi" (Sal. 51:
10). En la medida en que recibamos la
luz divina y estemos dispuestos a cooperar con las inteligencias celestiales,
gracias al poder de Cristo naceremos otra vez, liberados de la contaminación
del pecado.
Cristo vino al mundo
porque el hombre perdió la imagen y la naturaleza de Dios. Lo vio extraviado de la senda de la paz, la
pureza; si intentaba volver por sí mismo, nunca encontraría el camino de
regreso. Vino con un plan de salvación
adecuado y completo que incluye el cambio del corazón de piedra por uno de
carne. Vino también para transformar la
naturaleza pecaminosa a su semejanza, a fin de que pudiéramos ser participantes
de la naturaleza divina y adaptados para las cortes celestiales.-The Youth's
Instructor, 9 de setiembre de 1897. 27
17. LLUVIAS DE GRACIA.
Pedid a Jehová lluvia
en la estación tardía. Jehová hará
relámpagos, y os dará lluvia abundante,
y hierba verde en el campo a cada uno.
(Zacarías 10: 1).
En el Oriente, la
lluvia temprana cae al tiempo de la siembra.
Es necesaria para que la semilla pueda germinar. Por efecto de la fertilizante lluvia, los
tiernos brotes se desarrollan. La última
precipitación, que ocurre al fin de la temporada, madura el grano y lo prepara
para la cosecha. El Señor utilizó este
proceso natural con el fin de representar la obra del Espíritu Santo. Como el rocío y la lluvia primero producen la
germinación de la semilla y después la maduración del grano para la cosecha,
del mismo modo el Espíritu Santo tiene la misión de producir, de una etapa a
otra, el crecimiento espiritual. La
maduración del grano representa la culminación de la obra de la gracia de Dios
en el creyente. En virtud de la acción
del Espíritu Santo la imagen moral de Dios se perfecciona en el carácter. Hemos de ser totalmente transformados a la
semejanza de Cristo.
Muchos han errado en
gran manera al no recibir la lluvia temprana.
No han obtenido todos los beneficios que Dios ha provisto para
ellos. Esperan que su falta será suplida
por la lluvia tardía. Tienen la
intención de abrir el corazón para recibirla cuando sea concedida la generosa
abundancia de la gracia. Pero incurren
en un terrible error La obra de Dios, que comienza en el corazón al momento de
conceder su luz y conocimiento, debe crecer continuamente. Cada persona necesita descubrir su propia
carencia. Para que pueda habitar el Espíritu
en el corazón, éste debe ser vaciado y purificado de toda contaminación.
Sólo mediante la
confesión y el abandono del pecado, la oración ferviente y la consagración a
Dios, los discípulos pudieron estar preparados para el derramamiento del
Espíritu Santo en el día de Pentecostés.
Una obra semejante, pero en un grado superlativo, debe hacerse
ahora. Luego, lo único que necesita
realizar el agente humano es solicitar la bendición, y esperar que el Señor lo
perfeccione. Es Dios quien comienza y
termina la obra que hace al creyente completo en Cristo Jesús. Sin embargo, no debemos ser descuidados con
la gracia representada por la lluvia temprana. Únicamente los que viven en
armonía con la iluminación obtenida, recibirán más luz. A menos que avancemos diariamente en la
ejemplificación de las activas virtudes cristianas, no estaremos en condiciones
de reconocer la manifestación del Espíritu Santo en la lluvia tardía. Alrededor, otros corazones la podrán estar
recibiendo, pero nosotros no lo advertiremos ni la recibiremos.- Review and
Herald, 2 de marzo de 1897. 28
18. EL ESPÍRITU ES NUESTRO AYUDADOR.
El Espíritu nos ayuda
en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene no lo sabemos, pero
él Espíritu intercede por nosotros con gemidos indecibles. ( Romanos 8: 26).
El Espíritu Santo
formula toda oración sincera. Descubrí
que en todas mis intercesiones, interviene por mí y por cada uno de los
santos. Su mediación siempre estará
fundamentada en la voluntad de Dios, y nunca tendrá el propósito de avalar lo
que está en contra de sus designios.
"El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad" (Rom. 8: 26).
Siendo Dios, el Espíritu conoce la mente del Altísimo. Por lo tanto, en cada oración, ya sea en favor
de los enfermos u otras necesidades, la voluntad de Dios ha de ser
respetada. "¿Quién de los hombres
sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así también nadie conoció las cosas de Dios,
sino el Espíritu de Dios" (1 Cor. 2:11).
Si deseamos ser
enseñados por Dios, deberemos orar conforme a su voluntad revelada, y estar
dispuestos a sometemos a sus designios, porque los desconocemos. Cada súplica debe estar de acuerdo con los
deseos de Dios, confiando en su preciosa Palabra, y creyendo que Cristo se dio
a sí mismo por sus discípulos. El
registro dice: "Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el
Espíritu Santo" (Juan 20: 22).
Jesús está esperando
soplar sobre todos sus discípulos con el propósito de darles la inspiración
santificada de su Espíritu y transmitir a sus pueblo su propia influencia
vitalizadora. También desea que entendamos
la imposibilidad de servir a dos señores.
Nuestros intereses no pueden estar divididos. Cristo quiere vivir y actuar por intermedio
de las facultades y habilidades de sus agentes humanos. La voluntad debe cooperar con la suya y
actuar con su Espíritu, puesto que ya no son ellos los que viven, sino Cristo
en los suyos. Jesús desea grabar en sus
hijos la idea de que, al darles el Espíritu Santo, les concede la misma gloria
que el Padre le había dado, para que él y su pueblo sean uno en Dios. Nuestros deseos y nuestra voluntad deben
estar sujetos a la suya, puesto que él es justo, santo y bueno.
Signs of the Times, 3 de octubre de 1892. 29
Signs of the Times, 3 de octubre de 1892. 29
19. EL ESPÍRITU INTERCEDE POR NOSOTROS.
Mas el que escudriña
los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu,
porque conforme a la
voluntad de Dios intercede por los santos. (Romanos 8: 27).
Para aproximamos a
Dios tenemos un sólo canal. Nuestras
oraciones pueden acceder a él por intermedio del único nombre: el de Jesús,
nuestro abogado. El Espíritu debe inspirar
nuestras peticiones. En el santuario,
ningún fuego extraño era utilizado en los incensarios que se agitaban delante
de Dios. Siendo así, únicamente el Señor
puede encender un deseo ardiente en el corazón, si es que deseamos que nuestras
oraciones resulten aceptables. El
Espíritu Santo es el que debe hacer la intercesión en nuestro favor, y la
realiza con gemidos que nadie puede reproducir.
Un profundo sentido
de la necesidad, y un gran deseo de recibir lo que pedimos, debe caracterizar a
nuestras oraciones; de lo contrario, no serán escuchadas. Sin embargo, no deberíamos cansarnos de
expresar nuestras plegarias porque no recibimos una respuesta inmediata. "El reino de los cielos sufre
violencia, y los violentos lo arrebatan"
(Mat. 11: 12). Esta violencia quiere decir ahínco santo, semejante al
que manifestó Jacob. No es necesario que
intentemos producir en nosotros una emoción intensa. En nuestras peticiones debemos insistir ante
el trono de la gracia en forma tranquila y persistente. Tenemos que humillarnos delante de Dios,
confesar nuestros pecados y con fe acercarnos a él. El Señor respondió las
peticiones de Daniel, no para que él se ensalzara, sino para que la bendición
pudiera reflejar la gloria de Dios. El
designio del Señor es darse a conocer mediante su providencia y su gracia. Las oraciones son para glorificar a Dios y no
para nuestra exaltación personal.
Cuando consideremos
que somos débiles, ignorantes y desvalidos como realmente somos, nos
acercaremos a él como humildes suplicantes.
El desconocimiento de Dios y de Cristo crea el orgullo y la
justificación propia. El infalible
indicador de que el hombre no conoce al Señor es su sentimiento de que es grande
o bueno. El corazón orgulloso siempre
estará asociado con la indigencia.
Cuando a Daniel se le dio a conocer
la gloria divina, exclamó: "No quedó fuerza en mí, antes mi fuerza
se cambió en desfallecimiento" (Dan. 10: 8).
Cuando el ser humilde
que busca a Dios ve como él es, al instante se verá a sí mismo como
Daniel. En lugar de la vanidad humana,
desarrollará un profundo sentido de la santidad de Dios y de la justicia de sus
exigencias. El fruto de esta experiencia
se manifestará en una vida de renunciamiento propio y de sacrificio personal.
Review and Herald, 9 de febrero de 1897. 30
Review and Herald, 9 de febrero de 1897. 30
20. EL ESPÍRITU NOS HACE HIJOS DE DIOS.
Porque todos los que
son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. (Romanos 8: 14).
Cristo ocupó su lugar
entre los hombres como oráculo de Dios.
Habló como quien tiene autoridad, dirigiéndose a la gente con
expresiones vigorosas, y exigiendo fe implícita y obediencia. Como pueblo, hemos fundamentado nuestra fe
sobre principios establecidos en la Biblia.
También empeñamos mente y corazón para obedecer la Palabra de vida, y
para seguir un "Así dice el Señor".
Toda nuestra
esperanza presente y futura depende de nuestro parentesco con Cristo y con
Dios. Pablo se expresa con vigor para
confirmar nuestra fe al respecto. A
quienes son guiados por el Espíritu de Dios y en cuyos corazones habita la
gracia de Cristo, el apóstol les dice:
"El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos
hijos de Dios. Y si hijos, también
herederos, herederos de Dios y coherederos, si es que padecemos juntamente con
él, para que juntamente con él seamos glorificados" (Rom. 8: 16, 17). "Pues no habéis recibido el espíritu de
esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu
de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!" (Rom. 8: 15).
Somos llamados por
Cristo para salir del mundo con el propósito de ser diferentes. Fuimos convocados para practicar la santidad,
teniendo nuestro corazón continuamente cerca de Dios y al Espíritu Santo
permaneciendo en nosotros. Todo
verdadero creyente manifestará con sus hechos que la gracia del amor de Cristo
está en su corazón. Donde una vez hubo
desconocimiento de Dios, será evidente la coparticipación con él. Donde hubo manifestaciones de la naturaleza
carnal, ahora se verán los atributos divinos.
Sus hijos deben
llegar a ser obreros de la justicia y buscar al Señor en forma continua para
que les agrade hacer su voluntad. Esto
los hará completo en Cristo. Con sus
vidas manifestarán a los ángeles, a los hombres y a los mundos no caídos que
han sido conformados a la voluntad de Dios, y que son leales adherentes de los
principios de su reino. Habitando el
Espíritu Santo por la fe en sus corazones, entrarán en relación con Cristo y
los unos con los otros. Así se
producirán en ellos los preciosos frutos de la santidad.
Review and Herald, 19 de agosto de 1909. 31
Review and Herald, 19 de agosto de 1909. 31
21. EL ESPÍRITU SE MUEVE EN NUESTRO MEDIO.
En esto conocemos que
pertenecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. (1
Juan 4: 13).
Aunque no podamos ver
al Espíritu de Dios, sabemos que bajo su acción el hombre, que estaba muerto en
transgresiones y pecados, es convencido y convertido. El descuidado y díscolo llega a ser
serio. El endurecido se arrepiente de
sus pecados, y el que no tiene fe se hace creyente. El jugador, el borrachín y el licencioso se
vuelve firme, sobrio y puro. El rebelde
y obstinados llega a ser dócil y semejante a Cristo. Cuando observamos estos cambios, podemos
estar seguros de que el poder transformador de Dios ha convertido a esa
persona. No vemos al Espíritu, pero sí
es posible captar las evidencias de su obra que cambia el carácter del más
endurecido y obstinado de los pecadores.
Así como el viento mueve con su fuerza al más elevado de los árboles y los derriba, del mismo modo el Espíritu Santo puede actuar en el corazón humano, sin que ningún hombre finito pueda circunscribir la obra de Dios.
Así como el viento mueve con su fuerza al más elevado de los árboles y los derriba, del mismo modo el Espíritu Santo puede actuar en el corazón humano, sin que ningún hombre finito pueda circunscribir la obra de Dios.
Su Espíritu se
manifiesta en cada persona de maneras diferentes. Aunque algunos tiemblen ante el poder de Dios
y el de su Palabra, sus convicciones llegan a ser tan profundas que, aun cuando
estalle en su corazón un huracán o una agitación de sentimientos, su ser entero
se postra inconmovible ante el poder convincente de la verdad. Cuando el Señor perdona al pecador
arrepentido, éste se llena del. amor de Dios, de fervor y de energía. Al ser recibido, el Espíritu que da vida no
puede ser reprimido. Cristo en él es una fuente de agua que brota para vida
eterna. Sus sentimientos de amor son tan
hondos y ardientes como lo fue su angustia y agonía. Se asemeja a una fuente profunda que se rompe
y se derrama en acción de gracia y alabanza, en agradecimiento y
felicidad; hasta las arpas celestiales sintonizan con sus notas de
regocijo. La historia que tiene para relatar no la cuenta de un modo conciso,
común y metódico. Es un creyente
rescatado por los méritos de Cristo Jesús, y su ser entero se conmueve con la
realización de la salvación de Dios.
Review and Herald, 5 de mayo de 1896. 32
22. EL ESPÍRITU NOS VISITA.
En él también
vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra
salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de
la promesa. (Efesios 1: 13).
Mediante la profunda
acción del Espíritu de Dios me fue mostrado el ministerio de visitación del
Espíritu Santo. Me alertó acerca de los
peligros a que se verán expuestos los creyentes. Habrán de encarar los más fieros asaltos del
enemigo, quien los presionará con tentaciones destinadas a neutralizar la obra
del Espíritu de Dios. Su propósito es
impedir que las importantes verdades presentadas por el Espíritu Santo
purifiquen y santifiquen a los que recibieron la luz celestial y para que Cristo no pueda ser glorificado en
ellos.
La oportunidad de contar con una mayor luz celestial, pero ésta no es apreciada como sagrada y ni se le permite actuar, producirá oscuridad espiritual. Además, si el creyente no valora las impresiones hechas por el Espíritu de Dios, desaparecerá de la mente el terreno santo que ocupaba.
La oportunidad de contar con una mayor luz celestial, pero ésta no es apreciada como sagrada y ni se le permite actuar, producirá oscuridad espiritual. Además, si el creyente no valora las impresiones hechas por el Espíritu de Dios, desaparecerá de la mente el terreno santo que ocupaba.
Los que estén
dispuestos a realizar avances en su conocimiento espiritual, deben permanecer
junto a la fuente de Dios para beber una y otra vez del pozo de la salvación
que les ha sido abierto gratuitamente.
Nunca deben abandonar este manantial que refresca, para que su corazón, pletórico
de gratitud y amor, sea un exponente de la bondad y de la compasión de
Dios. Continuamente deben beber del
líquido vital...
"Más os he dicho, que aunque me habéis
visto, no creéis" (Juan 6:
36). En el caso de muchos, esto se ha
cumplido literalmente. A pesar de que el
Señor les ha dado a conocer la verdad, les ha mostrado su carácter
misericordioso y los ha iluminado, se vuelven incrédulos y no les importa todas
esas manifestaciones de compasión y amor.
Percibieron la profunda obra del Espíritu de Dios; sin embargo, cuando
fueron objetos de las tentaciones insidiosas de Satanás, que generalmente ataca
después de un período de reavivamiento, no resistieron la prueba hasta la
muerte por no compartir la luz que los
recibieron, pudiendo haber estado en terreno ventajoso, fueron aplastados por
el enemigo. Deberían haber obrado y
procedido en armonía con las sagradas revelaciones del Espíritu Santo, pero, al
no hacerlo, sufrieron gran pérdida. Review and Herald, 30 de enero de 1894. 33
23. EL ESPÍRITU NOS HABLA.
Pero cuando venga el Consolador,
a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad,
el cual procede del
Padre, él dará testimonio acerca de mí. (Juan 15: 26).
El Señor ha
condescendido en darle a usted la efusión de su Santo Espíritu. En las reuniones campestres, y en varias de
nuestras instituciones, se le ha dado una gran bendición. Ha recibido la visita de mensajeros
celestiales, portadores de luz, verdad y poder.
No fue por medios extraños como Dios lo bendijo. ¿Cómo Cristo puede
subyugar a su pueblo escogido? Por el poder de su Santo Espíritu. A través de las Escrituras es que Dios habla
a la mente e imprime la verdad en los corazones de los hombres.
Antes de la
crucifixión, Cristo prometió a sus discípulos que les enviaría al
Consolador. Dijo: "Pero yo os digo la verdad: Os conviene
que yo me vaya, porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; más
si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él
venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio" (Juan 16:
7, 8). "Pero cuando venga el
Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su
propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas
que habrán de venir. El me glorificará;
porque tomará de lo mío, y os lo hará saber"
(vers. 13, 14).
Al haberse minimizado
la promesa de Cristo, y a causa de la escasez del Espíritu Santo, la
espiritualidad de la ley y sus eternas obligaciones no han sido
comprendidas. Los que profesan amar a
Cristo no han captado la relación que existe entre ellos y Dios, y su comprensión
aún permanece en la oscuridad. Vagamente
entienden la admirable gracia de Dios, quien dio a su Hijo unigénito para
salvar al mundo. Tampoco captan lo
distante que están de las exigencias de la santa ley, y cuan íntimamente deben
ser asimilados sus preceptos para que se manifiesten en la vida práctica. No han visto cuán grande es la necesidad y el
privilegio de orar, de arrepentirse y de aceptar las palabra de Cristo.
Es responsabilidad
del Espíritu Santo dar a conocer el modelo de consagración que Dios
acepta. Mediante el Espíritu Santo, la
persona es iluminada, y el carácter es renovado, elevado y santificado.
Review and Herald, 30 de enero de 1894. 34
Review and Herald, 30 de enero de 1894. 34
24. EL ESPÍRITU NOS ILUMINA.
Entonces Jesús les
dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis
luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas,
no sabe a dónde va. (Juan 12: 35)
Jesús dijo:
"Andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las
tinieblas". Junta cada rayo; no
dejes pasar uno. Anda en la luz. Practica cada precepto de la verdad que te
fue presentada. Vive cada palabra que
sale de la boca de Dios y como
resultado, seguirás a Cristo en todos sus caminos. Cuando el Señor presenta una evidencia tras
otra, y agrega más luz a la ya concedida, ¿por qué el creyente necesita
vacilar? ¿Por qué es tan negligente para avanzar guiado por la luz hacia una
luminosidad mayor?
El Señor no rehúsa
dar el Espíritu a quien se lo pide.
Cuando la convicción toca las cuerdas sensibles de la conciencia, ¿por
qué no prestarle oídos para escuchar la voz del Espíritu de Dios? Cada vacilación y postergación nos sitúa en
una posición en la que nos resulta cada vez más difícil aceptar la luz
celestial y, por último, parece imposible que las admoniciones y advertencias
nos impresionen. Los pecadores expresan
cada vez con mayor facilidad: "Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad
te llamaré" (Hech. 24: 25).
Conozco los peligros
en que se encuentran los que rehusan andar en la luz que Dios les ha dado. Ellos mismos provocan la terrible crisis por
seguir sus propios caminos y proceder según su criterio personal. La conciencia resulta cada vez menos sensible
y la voz de Dios parece cada vez más lejana; así es como el obrador de maldad
queda liberado a su propia infatuación.
Con obstinación resiste cada llamado, desprecia cada consejo y
advertencia. Como el mensajero de Dios ya
no impresiona su mente, rechaza cada provisión que garantiza su propia salvación. El Espíritu de Dios deja de ejercer su poder
para refrenar. Como consecuencia, se
escucha la sentencia: "Efraín es
dado a ídolos; déjalo" (Ose. 4:
17). ¡Oh, cuán obscura, sombría y obstinada es la independencia! Parece que la insensibilidad de la muerte se
apoderara del corazón. Este es el
proceso que sigue el que rechaza la obra del Espíritu Santo.
Review and Herald, 29 de junio de 1897. 35
Review and Herald, 29 de junio de 1897. 35
25. EL ESPÍRITU PUEDE SER AGRAVIADO.
Y no contristéis al
Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la
redención. (Efesios 4: 30).
Quisiera que todos
mis hermanos y hermanas pudieran recordar que es un asunto serio contristar al
Espíritu Santo. Se entristece cuando el
agente humano actúa en forma independiente, y cuando rehúsa entrar en el
servicio del Señor porque considera que la cruz es muy pesada, o el
renunciamiento demasiado grande. El
Espíritu busca habitar en cada creyente, y si es bienvenido como huésped de
honor, los que lo reciben llegarán a ser perfectos en Cristo la buena obra
comenzada será concluida, y los pensamientos santos, los sentimientos
celestiales y las acciones semejantes a las de Cristo ocuparán el lugar de los
pensamientos impuros, los sentimientos perversos y los actos de rebeldía.
El Espíritu Santo es el
maestro divino. Si deseamos aprender sus
lecciones, llegaremos a ser sabios en la salvación. Sin embargo, necesitamos guardar bien
nuestros corazones, puesto que con frecuencia olvidamos las instrucciones
divinas que nos instan a no proceder de acuerdo con las inclinaciones naturales
de una mente no consagrada. Cada uno
necesita pelear su propia batalla contra el egoísmo. Preste atención a las enseñanzas del Espíritu
Santo. Si las escucha, las repetirá una
y otra vez hasta que las impresiones se graben en forma indeleble, como si
hubieran sido esculpidas en la roca. Siendo que Dios nos
compró, reclama un trono en cada corazón. Mente y cuerpo tienen que estar subordinados a él. Los hábitos naturales y apetitos, deben
quedar subyugados por los deseos más elevados del ser. Sin embargo, no podemos depender de nosotros
mismos para realizar esta obra. Es
imposible estar seguros si pretendemos ser nuestros propios guías. El Espíritu Santo debe renovarnos y
santificarnos. En el servicio de Dios no
puede haber obras a medias, los que profesan servirle y son indulgentes con sus
impulsos naturales, van a descarriar a otros creyentes. Cristo dijo:
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y
con toda tu mente" (Mat. 22:
37). "Haz esto, y
vivirás" (Luc. 10: 28).- Manuscript
Releases, t. 18, pp. 47, 48. 36
26. EL ESPÍRITU PUEDE ALEJARSE.
¿Cuánto mayor castigo
pensáis que merecerá el que pisoteara al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la
sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de
gracia? (Hebreos 10: 29).
Los que resisten al
Espíritu de Dios, y provocan su alejamiento, ignoran cuán lejos puede llevarlos
Satanás. Cuando el Espíritu Santo se
distancia, imperceptiblemente el creyente comienza a hacer las cosas que, por
efecto de la luz, una vez consideró pecaminosas. A menos que escuche las advertencias se verá
envuelto en una decepción tal, como en el caso de Judas, que lo enceguecerá y
hará de él un traidor. Seguirá paso a
paso los pisadas de Satanás. ¿Quién podrá contrarrestar sus propósitos? ¿Podrá
un ministro suplicar por él y defenderlo?
Todas sus palabras son como fábulas sin sentido. Al elegir a Satanás como compañero interpreta
erróneamente la palabra hablada, y, como resultado, su comprensión es mal
orientada por efecto de una luz que no es la verdadera.
Cuando el Espíritu de
Dios es agraviado, cada llamamiento que hacen los siervos del Señor no tiene
significado para ellos. Cambian el
sentido a cada palabra. Se ríen y ponen
en ridículo las advertencias más solemnes de las Escrituras. Si no estuvieran hechizados por las agencias
satánicas, los haría temblar. Resulta en
vano toda invitación que se les haga. No
desean escuchar reproches ni consejos.
Desprecian toda súplica del Espíritu.
Desobedecen los mandamientos de Dios que una vez vindicaron y
exaltaron. Las palabras del apóstol bien
podrían tocar la fibra sensible de esta gente: "¿Quién os fascinó para no
obedecer a la verdad" (Gál. 3: 1)? Siguen el consejo de su propio corazón
hasta que la verdad ya no tiene ningún sentido para ellos. Barrabás fue elegido y Cristo rechazado.
Es esencial vivir en
armonía con cada palabra de Dios. De no
ser así, la vieja naturaleza se irá reafirmando constantemente. Es el Espíritu Santo, verdadera gracia
redentora, el que unifica a los seguidores de Cristo y los hace uno con
Dios. Es el único que puede desalojar la
enemistad, la envidia y la incredulidad.
Santifica los afectos, restaura la disposición de espíritu y rescata del
poder de Satanás a los deseos más íntimos.
Esta es la virtud de la gracia.
Es un poder divino. Gracias a su
influencia se produce un cambio en los hábitos, las costumbres y las prácticas
que, si son acariciadas, separan al hombre de Dios. La obra de la santificación se puede apreciar
en el creyente por su progreso y continuo crecimiento.- Review and Herald, 12
de octubre de 1897. 37
27. EL PECADO CONTRA EL ESPÍRITU.
Por tanto os digo:
Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres;
más la blasfemia contra
el Espíritu no les será perdonada.
(Mateo 12: 31).
Escribo este mensaje
a quienes anduvieron en la luz, tuvieron privilegios, recibieron advertencias y
súplicas, y no hicieron ningún esfuerzo definido para darse a sí mismos en
completa rendición a Dios. Este aviso es
para que ninguno, por temor de haber pecado contra el Espíritu Santo, quede a
la deriva y sumergido en un letargo mortal, sin recibir perdón jamás. ¿Por qué
permanecer en la escuela de Satanás siguiendo una dirección que imposibilita el
arrepentimiento y la reforma? ¿Tiene sentido resistir las propuestas de su
gracia?
¿Por qué dice: "Déjenme solo", hasta que Dios sea forzado a darle lo que usted desea?
¿Por qué dice: "Déjenme solo", hasta que Dios sea forzado a darle lo que usted desea?
Los que resisten al
Espíritu de Dios piensan que algún día se van a arrepentir y dar el paso para
una reforma; pero el arrepentimiento está más allá de su poder. Según la luz y los privilegios concedidos,
así será la oscuridad en la que se sumirán los que rechacen andar en la luz
mientras tienen luz.
Nadie necesita
considerar el pecado contra el Espíritu Santo como un asunto misterioso e
indefinible. Es el continuo rechazo de
las invitaciones de arrepentimiento. Si
uno se niega a creer en Cristo como su salvador personal, tendrá oscuridad en
lugar de luz, y gustará de la atmósfera que rodeó al primer gran apóstata. Si escoge ese ambiente en vez del medio que
rodea al Padre y al Hijo, Dios respeta su decisión. Al considerar este tema, ninguno necesita
desanimarse.
No deje caer a los que se esfuerzan por hacer la voluntad del Maestro. Su esperanza es Dios. El Señor Jesús ha manifestado infinita consideración y aprecio por usted. Dejó la corte real y su trono para vestir su divinidad con la humanidad, y morir la vergonzosa muerte de cruz a fin de que usted pueda ser salvo.-
Review and Herald, 29 de junio de 1897. 38
No deje caer a los que se esfuerzan por hacer la voluntad del Maestro. Su esperanza es Dios. El Señor Jesús ha manifestado infinita consideración y aprecio por usted. Dejó la corte real y su trono para vestir su divinidad con la humanidad, y morir la vergonzosa muerte de cruz a fin de que usted pueda ser salvo.-
Review and Herald, 29 de junio de 1897. 38
28. LA VOLUNTAD RECHAZA AL ESPÍRITU.
A cualquiera que
dijera alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que
hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo, ni en
el venidero. (Mateo 12: 32).
Precisamente antes de
esto, Jesús había realizado por segunda vez el milagro de sanar a un hombre
poseído, ciego y mudo, y los fariseos habían reiterado la acusación: "Por el príncipe de los demonios echa
fuera demonios" (Mat. 12: 24).
Cristo les dijo claramente que al atribuir la obra del Espíritu Santo a
Satanás, se estaban separando de la fuente de bendición. Los que habían hablado contra Jesús, sin
discernir su carácter divino, podrían ser perdonados; porque podían ser
inducidos por el Espíritu Santo a ver su error y arrepentirse. Cualquiera que sea el pecado, si el alma se
arrepiente y cree, la culpa queda lavada en la sangre de Cristo; pero el que
rechaza la obra del Espíritu Santo se coloca donde el arrepentimiento no puede
alcanzarle.
Es por el Espíritu
Santo como Dios obra en el corazón.
Cuando los hombres rechazan voluntariamente al Espíritu y declaran que
es de Satanás, cortan el conducto por el cual puede comunicarse con ellos. Cuando rechazan finalmente al Espíritu, no
hay nada más que Dios pueda hacer por el alma.
No es Dios quien
ciega los ojos y endurece los corazones de los hombres. Les manda luz para corregir sus errores, y
conducirlos por sendas seguras; es por el rechazo de esta luz como los ojos se
ciegan y el corazón se endurece. Con
frecuencia esto se realiza gradual y casi imperceptiblemente. Viene luz al alma por la Palabra de Dios, por
sus siervos, o por la intervención directa de su Espíritu; pero cuando un rayo
de luz es despreciado, se produce un embotamiento parcial de las percepciones
espirituales, y se discierne menos claramente la segunda revelación de la
luz. Así aumentan las tinieblas hasta
que anochece en el alma. Así había
sucedido con estos dirigentes judíos.
Estaban convencidos de que un poder divino acompañaba a Cristo, pero a
fin de resistir a la verdad, atribuyeron la obra del Espíritu Santo al poder de
Satanás. Al hacer esto, prefirieron
deliberadamente el engaño; se entregaron a Satanás, y desde entonces fueron
dominados por su poder.- El Deseado de todas las gentes, pp. 289, 290. 39
29. TIEMPO PARA ARREPENTIRSE.
Así pues, nosotros,
como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la
gracia de Dios. Porque dice: En tiempo
aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí
ahora el día de salvación. (2 Corintios 6: 1, 2).
Hermano P, usted
pregunta si ha cometido el pecado que no tiene perdón en esta vida o en la
venidera. Contesto que no veo la menor
evidencia de que éste sea el caso. ¿En qué consiste el pecado contra el
Espíritu Santo? En atribuir
voluntariamente a Satanás la obra del Espíritu Santo. Supongamos, por ejemplo, que uno presencia la
obra especial del Espíritu de Dios.
Tiene evidencia convincente de que la obra está en armonía con las
Escrituras, y el Espíritu testifica a su espíritu que es de Dios. Pero más tarde, cae bajo la tentación -lo
domina el orgullo, la suficiencia propia, o alguna otra característica mala y,
rechazando toda la evidencia de su carácter divino, declara que lo que antes
conoció como ser del Espíritu Santo era poder de Satanás.
Por medio de su
Espíritu es como Dios obra en el corazón humano; y cuando los hombres rechazan
voluntariamente al Espíritu y declaran que es de Satanás, cortan el conducto
por medio del cual Dios puede comunicarse con ellos. Al negar la evidencia que a Dios le agradó
darles, apagan la luz que había resplandecido en sus corazones, y como
resultado son dejados en tinieblas.
Así se cumplen las palabras de Cristo: "Mira pues, si la lumbre que en ti hay, es tinieblas" (Luc. 11:35). Por un tiempo, las personas que han cometido este pecado pueden aparentar ser hijos de Dios; pero cuando se presentan circunstancias que han de desarrollar el carácter, y manifestar qué clase de espíritu las posee, se descubrirá que están en el terreno del enemigo, bajo su negro estandarte.
Así se cumplen las palabras de Cristo: "Mira pues, si la lumbre que en ti hay, es tinieblas" (Luc. 11:35). Por un tiempo, las personas que han cometido este pecado pueden aparentar ser hijos de Dios; pero cuando se presentan circunstancias que han de desarrollar el carácter, y manifestar qué clase de espíritu las posee, se descubrirá que están en el terreno del enemigo, bajo su negro estandarte.
Hermano mío el
Espíritu le invita hoy. Acuda de todo
corazón a Jesús. Arrepiéntase de sus
pecados, haga su confesión a Dios, abandone toda iniquidad y podrá acogerse a
sus promesas. "Mirad a mí, y sed
salvos" (Isa. 45: 22), es su misericordiosa invitación.- Joyas de los
testimonios, t. 2, pp. 265, 266. 40
30. EL ESPÍRITU ESPERA PACIENTEMENTE.
He aquí, yo estoy a
la puerta y llamo; si alguno oye mi voz
y abre la puerta,
entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. (Apocalipsis 3:
20).
Todos, desde el mayor
hasta el menor, deben ser enseñados por Dios.
Podemos ser instruidos por el hombre para ver claramente la verdad, pero
sólo Dios puede enseñar para recibir la verdad salvadora, y para que las
palabras de vida eterna sean atesoradas en corazones honestos y buenos,
Pacientemente el Señor está esperando instruir a cada creyente sincero que
desea ser enseñado. La dificultad no
reside en el instructor, el mayor de todos los Maestros, sino en el aprendiz
que, aferrándose a sus propias impresiones e ideas, no renuncia a las teorías
humanas y tampoco está dispuesto a aprender con humildad. No permiten que sus conciencias y sus
corazones sean educados, disciplinados y adiestrados: como el granjero para
labrar la tierra y el arquitecto para construir un edificio. "Somos colaboradores de Dios, y vosotros
sois labranza de Dios, edificio de Dios" (1 Cor. 3: 9).
Cada uno debe ser
labrado, moldeado y adaptado a la semejanza divina. Mi querido amigo, joven o anciano, Cristo
dice: "Si no coméis la carne del
Hijo de hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros; si no acepta
las palabras de Cristo como las de un consejero suyo, no podrá dar a conocer su
sabiduría ni su vida espiritual.
"El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna...
Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él" (Juan 6: 53-56). Cristo dijo: "El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida" (v. 63).
Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él" (Juan 6: 53-56). Cristo dijo: "El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida" (v. 63).
Gracias al Espíritu,
y al obrar por amor, los que investigan las Escrituras y con fervor buscan
entenderla y aceptarla, además de experimentar la santificación que conduce al
corazón de la verdad, también serán ayudados a tener la fe que purifica al
creyente. Al alimentarse del Pan de la
vida nutrirán todos los nervios y músculos espirituales.
Manuscript Releases, t. 8, pp. 162, 163. 41
31. EL ESPÍRITU SIEMPRE ESPERA.
Mas el Consolador, el
Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre,
él os enseñará todas las
cosas, y os recordará todo lo que yo os he enseñado. (Juan 14: 26).
El Espíritu Santo
siempre espera la oportunidad para hacer su obra en el corazón del
creyente. Los que desean aprender pueden
establecer una estrecha relación con Dios.
Esto los hace acreedores de la promesa de que el Consolador les enseñará
y hará recordar todas las cosas, y que Jesús va a cumplir lo que prometió a sus
discípulos cuando estuvo en la tierra.
Pero si dejamos de relacionarnos con Dios, no podremos seguir siendo
alumnos en la escuela de Cristo.
Como consecuencia, perderemos interés en las otras almas por las cuales él también murió.
Como consecuencia, perderemos interés en las otras almas por las cuales él también murió.
Resultó muy difícil
para los discípulos establecer la diferencia entre las lecciones de Cristo y
las enseñanzas de los rabinos, escribas y fariseos. La formación que recibieron para respetarlas
como la voz de Dios, fue un poder sobre su mente que moldeó su manera de
pensar. Los discípulos no podrían vivir
y hacer brillar la luz para que actuara sobre ellos, a menos que se liberaran
de la influencia que ejercían los dichos y mandamientos humanos, y que las palabras
de Cristo, con un mensaje diferente, fueran atesoradas en sus mentes y
corazones como joyas preciosas, apreciadas y amadas.
Jesús vino al mundo,
vivió una vida santa y murió para entregarle a su iglesia su legado precioso e
invalorable. Hizo a sus discípulos
depositarios de las doctrinas más preciosas para ponerlas en las manos de su
iglesia, sin la mezcla de los errores y las tradiciones humanas. Se dio a conocer a sí mismo como la luz del
mundo y el Sol de justicia. A ella le
prometió el Consolador, el Espíritu Santo, que el Padre enviaría en su nombre.
"No os dejaré
huérfanos; vendré a vosotros" (Juan
14: 18). El Espíritu divino, prometido
por el Redentor del mundo, es la presencia y el poder de Dios. Él no dejará a su pueblo destituido de la
gracia, para ser abofeteado por el enemigo de Dios y hostilizado por la
opresión del mundo. El vendrá a ellos.
Signs of the Times, 16 de noviembre de 1891. 42 RPEGW MHP
Signs of the Times, 16 de noviembre de 1891. 42 RPEGW MHP
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