"Elmshaven",
Sanatorio, California, 4 de mayo de 1913.
A los que están congregados
en la Asociación General:
¡Saludos!
Mis queridos hermanos:
"Gracia
y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Bendito sea el
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda
consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que
podamos también nosotros consolar a los que están 114 en cualquier tribulación,
por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”.
"Más
a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por
medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque
para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se
pierden. 2 Corintios 1:2-4; 2:14,15.
"Porque
no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros
como vuestros siervos por amor de Jesús. Porque Dios, que mandó que de las
tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones,
para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder
sea de Dios, y no de nosotros”.
"Por
tanto, no desmayamos: antes aunque éste nuestro hombre exterior se va
desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve
tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno
peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se
ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven 115 son
eternas".
2 Corintios 4:5-7; 16-18.
2 Corintios 4:5-7; 16-18.
ESPERANZA Y VALOR
Es privilegio de nuestros
representantes que asisten al Congreso
de la Asociación General albergar un espíritu de esperanza y valor.
de la Asociación General albergar un espíritu de esperanza y valor.
Mis hermanos: El Salvador se
ha revelado a vosotros de muchas maneras; ha llenado vuestros corazones con la
luz de su presencia mientras trabajabais tanto en tierras distantes como en la
patria; os ha guardado de peligros evidentes y ocultos; y ahora, al reuniros
una vez más con vuestros hermanos en congreso, es vuestro privilegio gozaros en
el Señor y regocijaros en el conocimiento de su gracia sustentadora. Permitid
que su amor tome posesión de vuestra mente y vuestro corazón. Guardaos del
peligro de sentiros sobrecargados, agobiados o deprimidos. Dad un testimonio
elevador. Quitad vuestros ojos de lo que es oscuro y desanimador, y contemplad
a Jesús, nuestro gran Líder, bajo cuya atenta supervisión la causa de la verdad
presente, a la cual estamos dando nuestros días y todo nuestro ser, está
destinada a triunfar gloriosamente.
La actitud que nuestros
representantes mantengan durante el congreso, tendrá una 116 marcada influencia
sobre todo el territorio, al igual que sobre los delegados mismos. ¡Permitid
que sea evidente, mis hermanos, que Jesús está morando en vuestro corazón, para
sosteneros, fortaleceros y confortaros! Es vuestro privilegio ser provistos,
día tras día, de una rica medida de su Santo Espíritu, y tener una visión más
amplía de la importancia y la extensión del mensaje que estamos proclamando al
mundo.
El Señor está deseando revelaros
cosas maravillosas acerca de su ley. Esperad en su presencia con humildad de
corazón. Orad más fervientemente por una comprensión de los tiempos en que
vivimos, para entender más plenamente su propósito, y para aumentar vuestra
eficiencia en la tarea de ganar almas.
A menudo me siento
impresionada a instar a nuestros hermanos que ocupan cargos de responsabilidad
para que hagan fervientes esfuerzos con el fin de servir y conocer
perfectamente al Señor. Cuando nuestros obreros son conscientes como debieran
de la importancia de los tiempos en que vivimos, se manifestará un decidido
propósito de estar de parte del Señor, y llegarán a ser verdaderamente
colaboradores de Dios. Cuando consagren el corazón y 117 el alma al servicio de
Dios, descubrirán que es esencial una experiencia más profunda que cualquier
otra que hayan tenido antes si han de triunfar sobre todo pecado.
Sería bueno que
consideráramos lo que pronto ha de ocurrir en la tierra. No es éste el momento
para ocuparnos de frivolidades ni de nosotros mismos. Si los tiempos en que
estamos viviendo no impresionan más seriamente nuestras mentes, ¿qué nos puede
suceder? ¿No nos invita la Escritura a realizar una obra más pura y santa que la
que hemos visto hasta ahora?.
UN LLAMADO A LA
RECONSAGRACIÓN
Se necesitan ahora hombres
de clara comprensión. Dios llama a los que desean ser controlados por el
Espíritu Santo para que inicien una obra de total reforma. Veo una crisis
delante de nosotros, y el Señor llama a sus obreros a las filas. Cada alma
debiera ahora estar en una actitud de consagración a Dios más profunda y más
genuina que en los años pasados.
Durante el congreso de la
Asociación General celebrado en 1909, debiera haberse hecho en los corazones de
los que asistieron una obra que no se llevó a cabo. Debieran haberse dedicado
muchas horas 118 y se habrían comprendido la obra tan esencial que debe ser
hecha en favor de ellos, en cuanto al arrepentimiento y la confesión. Pero
aunque hubo oportunidades para confesar el pecado, para lograr un arrepentimiento
de corazón y para una decidida reforma, la obra no se llevó a cabo. Algunos
sintieron la influencia del Espíritu Santo, y respondieron; pero no todos se
sometieron a esa influencia. Las mentes de algunos discurrían por canales
prohibidos. Si hubiera habido humildad de corazón de parte de todos los
asistentes a la asamblea, se habría manifestado una maravillosa bendición.
Muchos meses después de la
clausura de esta reunión seguí llevando una pesada carga, y llamé la atención
de los hermanos que ocupan cargos de responsabilidad acerca de estas cosas que
el Señor me ha estado instruyendo que ponga delante de ellos claramente. Por
fin, algunos de los que desempeñaban puestos de confianza en conexión con la
obra en general, después de mucha oración y cuidadoso estudio de los mensajes
dados, se atrevieron a encarar por fe la obra a la que eran llamados, una obra
que no 119 podían entender plenamente; y al avanzar en el temor de Dios,
recibieron una rica bendición.
EL RESULTADO DE CAMINAR EN
LA LUZ
Me he regocijado muchísimo,
al ver las maravillosas transformaciones que han ocurrido en la vida de algunos
que decidieron avanzar por fe por el camino del Señor, en lugar de seguir sus
propios caminos. Si estos hermanos que ocupan cargos de responsabilidad hubieran
continuado considerando los asuntos desde un punto de vista falso, habrían
creado un estado de cosas tal, que lamentablemente se hubiera arruinado la
obra; pero cuando siguieron las instrucciones enviadas, y buscaron al Señor,
Dios los llevó a la luz plena, y los capacitó para prestar un servicio
aceptable y llevar a término reformas espirituales.
Cuando el Señor interviene
con el fin de preparar el camino delante de sus ministros, es deber de ellos
seguir por donde el señala. Nunca abandonará ni dejará en la incertidumbre a
los que siguen sus instrucciones con toda buena voluntad.
UNA MANIFESTACIÓN DE
CONFIANZA
"Me gozo mis hermanos
de que en 120 todo tengo confianza en vosotros". Y aunque todavía siento
la más profunda preocupación por la actitud que algunos están asumiendo hacia
ciertas medidas importantes relacionadas con el desarrollo de la causa de Dios
en la tierra, tengo una gran fe en los obreros de todo el campo, y creo que, si
se reúnen, se humillan delante del Señor y se consagran otra vez a su servicio,
serán capacitados para hacer su voluntad. Hay algunos que ni siquiera ven los
asuntos desde el punto de vista correcto, pero pueden aprender a considerarlos
en armonía con sus compañeros, y pueden evitar la comisión de serios errores si
buscan fervientemente al Señor ahora mismo, y someten plenamente su voluntad a
la de Dios.
Me he sentido profundamente
impresionada por las escenas que han pasado recientemente delante de mí en
horas de la noche. Parecía que había un gran movimiento una obra de
reavivamiento que avanzaba en muchos lugares. Nuestros hermanos estaban
formando fila para responder al llamado de Dios. Mis hermanos: El Señor está
hablándonos. ¿No escucharemos su voz? ¿No aderezaremos nuestras lámparas y
actuaremos como gente que espera la venida del Señor? Vivimos en un momento 121
que requiere que llevemos la luz, que entremos en acción.
"Yo
pues... os ruego hermanos, que andéis como es
digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y
mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos
en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" Efesios 4:1-3. (General Conference
Bulletin, 19 de mayo de 1913, págs. 33, 34). 123
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