jueves, 16 de mayo de 2019

06. RECIBIRÉIS PODER: PERSONA, PRESENCIA Y OBRA DEL ESPÍRITU SANTO. (EGW). VI. DIRIGIDOS POR EL ESPÍRITU


01. LA MAYOR OBRA SOBRE EL PLANETA. 
Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.  (Lucas 19: 10).
Todo el que acepta a Cristo como salvador se compromete con Dios a ser puro y santo, y ser un siervo espiritual dispuesto a salvar a los perdidos, sean estos grandes o pequeños, ricos o pobres, libres o esclavos.  La mayor empresa que hay sobre el planeta consiste en buscar y rescatar a los perdidos por los cuales Cristo pagó el precio infinito de su propia sangre. Cada uno debe comprometerse con un servicio activo.  Si los que fueron bendecidos con la luz no la difunden, perderán las abundantes bendiciones de la gracia concedida por haber sido negligentes en el deber sagrado, claramente señalado en la Palabra de Dios. En la medida que los infieles pierdan luminosidad, su propio ser se expondrá al peligro; entonces las personas para las cuales deberían haber sido una luz, dejarán de hacer la obra que Dios había determinado realizar a través del instrumento humano.  Por eso, al no ser vistas, esas ovejas no son traídas de vuelta al redil.

Como agente humano Dios depende de usted para hacer lo mejor que está a su alcance, de acuerdo con sus talentos que él mismo desea multiplicar.  Si los instrumentos humanos estuvieran dispuestos a cooperar con las inteligencias divinas, centenares de personas serían rescatadas.  El Espíritu Santo quiere conceder a sus servidores consagrados una vislumbre de Jesús, quien desea fortalecerles para que puedan hacer frente a cada conflicto, y también elevarlos y sostenerlos para darle mayores victorias.  Cuando dos o tres se unen para ponerse de acuerdo, y después elevan sus peticiones, cuentan con la siguiente promesa: "Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.  Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá... Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" (Luc. 11: 9, 10, 13).  El Señor prometió que donde hayan dos o tres que se reúnan en su nombre, él los acompañará.  Los que se juntan para orar, recibirán la unción de aquel que es Santo. 
 Review and Herald, 30 de junio de 1896. 164

02. LUZ DEL MUNDO. 
Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.  (Mateo 5: 14).
Nuestra fidelidad a los principios cristianos nos convoca a un servicio activo en favor de Dios.  Los que se abstengan de utilizar sus talentos en la obra del Señor, no tendrán parte con Cristo en su gloria.  La luz divina debe resplandecer en cada creyente que es depositario de la gracia de Dios. ¡Habiendo tantos que están en las tinieblas, hay muchos siervos que no se preocupan ni pierden el sueño por esa situación!  Hay miles que se gozan en la gran luz y en las preciosas oportunidades que disfrutan, pero no hacen nada, ya sea con su influencia o su dinero para alumbrar el sendero a otros.  Tampoco asumen la responsabilidad de mantener sus propias vidas en el amor de Dios, a fin de no llegar a ser un problema para la iglesia.  Los tales se convierten en motivo de preocupación para el cielo.  Por consideración a Cristo, por amor a la verdad y por respeto a ellos mismos deberían realizar esfuerzos diligentes en favor de la eternidad.  Las mansiones celestiales están preparadas para todos los que están dispuestos a cumplir con las condiciones que establece la Palabra de Dios.
Cristo ofrendó su vida por amor a la gente que está en las tinieblas del error.  Por lo tanto, espera que sus verdaderos seguidores sean una luz para ellos.  Dios ya hizo su parte en esta gran obra, y ahora está esperando que sus siervos hagan la suya.  El plan de la salvación está totalmente desarrollado.  La sangre de Cristo Jesús fue ofrecida por los pecados del mundo; y la Palabra de Dios está hablando al hombre mediante consejos, reproches y amonestaciones, y los insta con promesas y palabras de ánimo. A esa asistencia se suma la ayuda del Espíritu Santo para ayudarlo en todos sus esfuerzos.  Sin embargo, y a pesar de toda esta luz, todavía hay muchos que perecen en las tinieblas sepultados en el error y el pecado.
A fin de ganar conversos para el mensaje, ¿quién desea colaborar con Dios? ¿Quién llevará las buenas nuevas de la salvación?  Los creyentes que han sido bendecidos con la luz de la verdad tienen que ser mensajeros de la gracia.  Deben consagrar sus recursos para que fluyan por el canal divino.  Sus esfuerzos sinceros tienen que ser puestos en acción a fin de llegar a ser colaboradores con Dios.  Para rescatar a otros necesitan renunciar al yo y estar dispuestos al sacrificio personal, siguiendo el ejemplo de Jesús, que se hizo pobre, a fin de que por su pobreza podamos ser enriquecidos. 
Review and Herald, 1º de marzo de 1887. 165

03. LA SAL DE LA TIERRA.  
Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciera, ¿con qué será salada?  No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.  (Mateo 5: 13).
Dios desea cooperar con la iglesia y de ningún modo quiere prescindir de ella.  Confío que todos los que han probado la buena Palabra de Dios alumbren "delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mat. 5: 16).  También Cristo dijo: "Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciera, ¿con qué será salada?  No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres".  La sal redentora, el sabor del cristiano, es el amor de Jesús en el corazón, la justicia de Cristo que ha penetrado en todo el ser.  Si el que enseña religión desea mantener la eficacia salvadora de la fe, siempre deberá poner delante de él la justicia de Cristo, y tener la gloria de Dios por recompensa.  Entonces su vida y su carácter manifestarán el poder de Jesús.
Oh, cuando lleguemos a los portales de perlas y podamos entrar en la ciudad de Dios, ¿osará alguno lamentarse de haber consagrado sin reservas su vida a Cristo?  Amémoslo ahora, sin mantener afectos divididos, y cooperemos con las inteligencias celestiales a fin de llegar a ser colaboradores con Dios; para que, participando de la naturaleza divina, podamos dar a conocer a Jesús a otros. ¡Oh, el bautismo del Espíritu Santo! ¡Oh, que los luminosos rayos del Sol de Justicia puedan brillar en las cámaras de nuestra mente y corazón, para que cada ídolo sea destronado y arrojado del santuario de nuestro ser! ¡Oh, que nuestra lengua pueda soltarse para testificar acerca de su bondad y poder!
Si usted responde a la atracción de Cristo, no quedará sin ejercer su influencia sobre los receptores del poder y de la gracia de Cristo.  Contemplémoslo para que nuestra propia imagen cambie a la semejanza de Aquel en quien habita toda la plenitud de la Divinidad corporalmente, y podamos comprender que si somos aceptados por el Amado, estamos "completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad" (Col. 2: 10). 
Bible Echo, 15 de febrero de 1892. 166

04. EMBAJADORES DE CRISTO. 
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. (2 Corintios 5: 20).
Somos embajadores de Cristo y no debemos vivir para salvar nuestra reputación, sino para salvar a los que perecen.  Debiéramos esforzamos diariamente para mostrarles que pueden alcanzar la verdad y la justicia.  En lugar de ganarnos la simpatía de los demás causando la impresión de que no somos apreciados, debemos olvidarnos enteramente de nuestro yo; y si fallamos en lograr esto, a causa de la falta de discernimiento espiritual y de piedad vital, Dios requerirá de nuestras manos la vida de las personas por quienes debiéramos haber trabajado.  Ha hecho provisión para que cada obrero que esté a su servicio pueda recibir gracia y sabiduría, a fin de llegar a ser una epístola viviente, conocida y leída por todos los hombres.
Por medio del acto de velar y la oración podemos cumplir lo que el Señor se propone que realicemos.  Mediante el cumplimiento fiel y cuidadoso de nuestro deber, velando por los otros como quienes tienen que rendir cuenta, podemos eliminar las piedras de tropiezo del camino de los demás.  Mediante sinceras advertencias e instancias, con nuestras propias mentes llenas de tierna solicitud por los que están a punto de perecer, podemos ganar conversos para Cristo.
Quisiera que todos mis hermanos y hermanas recordasen que es un asunto muy serio contristar al Espíritu Santo, y él es contristado cuando el instrumento humano procura trabajar por sí mismo y rehúsa ponerse al servicio del Señor, porque la cruz es demasiado pesada o la abnegación que debe manifestar es demasiado grande.  El Espíritu Santo procura morar en cada creyente.  Si se le da la bienvenida como un huésped de honor, quienes lo reciban serán hechos completos en Cristo.  La buena obra comenzada se terminará; los pensamientos santificados, los afectos celestiales y las acciones como las de Cristo ocuparán el lugar de los sentimientos impuros, los pensamientos perversos y los actos rebeldes.
El Espíritu Santo es un Maestro divino.  Si obedecemos sus lecciones, nos haremos sabios para salvación.  Pero necesitamos proteger adecuadamente nuestros corazones, porque con demasiada frecuencia olvidamos las instrucciones celestiales que hemos recibido y procuramos seguir las inclinaciones naturales de nuestras mentes no consagradas.  Cada uno debe pelear su propia batalla contra el yo.  Aceptad las enseñanzas del Espíritu Santo.  Si lo hacéis, esas enseñanzas serán repetidas vez tras vez hasta que las impresiones sean claras como si hubieran sido "grabadas en la roca para siempre". Consejos sobre la salud, pp. 561, 562. 167

05. TESTIGOS DE LA CRUZ. 
Y vosotros sois testigos de estas cosas.  He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto. (Lucas 24: 48, 49).
Después del derramamiento del Espíritu Santo, e investidos con la armadura divina, los discípulos salieron con el propósito de testificar acerca de las maravillosas historias del pesebre y de la cruz.  Aunque sencillos, estos hombres llevaron la verdad.  Después de la muerte del Señor, el grupo se sintió desamparado, frustrado y desanimado; como ovejas sin pastor.  Sin embargo, ahora salieron a testificar de la verdad sin más armamento que la Palabra y el Espíritu de Dios que les dieron el poder para vencer toda oposición.  El Salvador había sido rechazado, condenado y clavado a una cruz ignominiosa.  Los sacerdotes judíos y las autoridades habían declarado con desdén: "A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz y creeremos en él" (Mat. 27: 42).
Sin embargo, aunque la cruz fue un instrumento de tortura y vergüenza, llegó a ser símbolo de esperanza y salvación para el mundo.  Los creyentes fueron reanimados; la desesperanza y la sensación de desamparo los abandonó.  Entonces, y en virtud de que ahora estaban unidos por los lazos del amor de Cristo, el carácter les fue transformado.  Desprovistos de riquezas, y aunque por la manera de expresarse los demás los consideraban como pescadores ignorantes, en virtud de la obra del Espíritu Santo llegaron a ser poderosos testigos de Cristo.  Sin honras terrenas o reconocimiento social, fueron héroes de la fe.  De sus labios brotaron elocuentes palabras divinas que estremecieron al mundo.
Los capítulos tercero, cuarto y quinto de Hechos registran los detalles de su testificación.  Los que rechazaron y crucificaron al Salvador esperaban que los desanimados y cabizbajos discípulos volvieran las espaldas al Señor.  Sin embargo, atónitos tuvieron que escuchar el audaz testimonio que ellos dieron con el poder del Espíritu Santo.  Las palabras y obras de los apóstoles representaron tan bien las expresiones y el ministerio de su Maestro, que los demás no pudieron menos que reconocer que hablaban en forma semejante a Cristo como resultado de haber aprendido de él.  "Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos" (Hech. 4: 33). 
EGW 1888 Materials, p. 1543. 168

06. COOPERAR CON EL PODER DIVINO. 
Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.  (Hechos 1: 8).
En el plan de rescatar al hombre de las garras del enemigo, Dios determinó no dejar nada por hacer.  Después de la ascensión de Cristo, el Espíritu Santo fue dado al creyente con el propósito de apoyar a todos los que decidan cooperar con él en la obra de reorientar y transformar el carácter del hombre.  El Espíritu Santo también participa en esta tarea.  El Salvador dijo: "Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio" (Juan 16: 8).  El Espíritu Santo es quien convence de culpa y también el que santifica.
Siendo que nadie puede arrepentirse de sus pecados a menos que esté convencido de ellos, es indispensable que en nuestro ministerio de rescatar a los perdidos  permanezcamos unidos al Espíritu.  Será en vano el ejercicio de todas nuestras habilidades humanas si no trabajamos mancomunadamente con las inteligencias divinas.  Es por la falta de conocimiento acerca de la verdad vitalizadora, y de las corruptoras influencias del error, como el hombre llega a caer tan profundo en la degradación pecaminosa.  Los ángeles y los creyentes deben trabajar en armonía al enseñar la verdad de Dios a los que aún la desconocen, para que puedan ser liberados de las ataduras del pecado.  La verdad es la única fuerza capaz de hacer esta obra.  La liberación, que es fruto del conocimiento de la verdad, debe ser proclamada a toda criatura.
Jesucristo, Dios mismo y los ángeles del cielo están interesados en este ministerio grande y sagrado.  A los siervos de Omnipotente se les ha concedido el exaltado privilegio de manifestar el carácter divino mediante el compromiso desinteresado en el esfuerzo por rescatar a los pecadores del abismo de la ruina a la cual han sido arrastrados.  Cada ser humano que desea someterse será iluminado por el Espíritu Santo para poder participar en la realización del proyecto divinamente concebido.  Cristo es la cabeza de su iglesia y ella lo glorificará en la medida de que cada uno de sus integrantes participe en la operación de rescatar a los perdidos.
Es por esto que los colaboradores humanos necesitan darle más lugar a la obra del Espíritu Santo a fin de poder trabajar más unidos, y así avanzar con la fortaleza que hay en un cuerpo unido de soldados.  Todos tenemos que recordar que "hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres" (1 Cor. 4: 9). 
Australasian Union Conference Record, 1º de abril de 1898. 169

07. COLABORADORES DE DIOS. 
Porque somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. (1Corintios 3:9).
El Espíritu Santo debe llegar a ser el agente viviente que convence de pecado.  Es el divino mediador que da a conocer los beneficios del sacrificio realizado en la cruz.  En la medida en que la verdad entra en contacto con la persona, Cristo la conquista para sí mismo a fin de iniciar en ella la obra de transformar su naturaleza. Él está listo para fortalecer nuestras flaquezas, para enseñarnos y conducirnos, e inspirarnos ideas de origen divino.
En la obra de rescatar a los perdidos cuán poco es lo que los hombres pueden realizar.  Sin embargo, cuánto podrían hacer si estuviesen investidos del Espíritu Santo.  Como el maestro humano no puede saber lo que hay en el corazón de sus oyentes, Jesús concede su gracia en respuesta a cada necesidad del creyente.  Conoce las posibilidades de cada uno, sus puntos débiles y también los fuertes.  El Señor está obrando en el corazón humano.  Para la persona que escucha las palabras de un ministro, éstas pueden tener sabor de muerte para muerte y alejarlo de Cristo; pero si éste es consagrado, espiritual, despojado del yo y pone su fortaleza en Jesús, puede ser un sabor de vida para vida en favor de los que ya están bajo el poder convincente del Espíritu Santo, y en cuyos corazones el Señor está abriendo el camino para el mensaje que ha sido confiado a los agentes humanos.  De este modo, los incrédulos son sensibilizados para responder al mensaje.
"Porque somos colaboradores de Dios" (1 Cor. 3: 9).  La convicción implantada en el corazón y la iluminación del entendimiento, cuyo efecto es producido por la Palabra, obran en perfecta armonía.  Cuando la verdad penetra en la mente, imparte el poder que despierta las facultades que están dormidas; y al actuar el Espíritu Santo en el corazón, coopera con la obra de Dios, que es realizada con la participación de sus instrumentos humanos.
Una y otra vez se me ha mostrado que en estos últimos días el pueblo de Dios no puede estar seguro si confía en el hombre y se apoya en la fragilidad humana.  La poderosa verdad cortante ha sacado a sus hijos del mundo como piedras rústicas que deben ser labradas, escuadradas y pulidas a fin de acondicionarlas para el edificio divino.  Con los reproches, las advertencias y las amonestaciones de los profetas, cada uno debe ser modelado a fin de ser transformado a semejanza del modelo divino.  En esto consiste la obra específica del Consolador.  Modelar el corazón y el carácter para que el creyente pueda andar en los caminos del Señor. 
The Home Missionary, 1º de noviembre de 1893. 170

08. LA COOPERACIÓN HUMANA ES ESENCIAL. 
Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?  (Romanos 10: 13, 14).
Siendo que Dios hizo provisión de un sacrificio admirable para el hombre, hay energías poderosas que demandan de él el abandono de sus transgresiones y pecados para que pueda vivir con lealtad y obediencia.  Pero se me ha mostrado que el Señor nada puede hacer sin la cooperación del hombre.  Para que el agente divino y el humano puedan combinarse, Dios liberalmente ha provisto la dotación de gracia, poder y eficiencia, presentando las más vigorosas motivaciones para despertar y mantener vivo el espíritu misionero en el corazón del creyente.
¿Qué uso ha hecho usted de este don de Dios?  También ha provisto fuerzas motivadoras para que habiten en el corazón de sus hijos a fin de que con paciencia, esperanza, y con una vigilancia sin descanso, podamos seguir adelante en dirección al Cristo que fue crucificado a fin de amonestar a otros acerca del mensaje de la segunda venida en poder y grande gloria, y para llamar a los hombres a que se arrepientan de sus pecados.
¿Cómo obra el Espíritu Santo en el corazón del creyente?  Sus energías estimulan a poner en acción los talentos que Dios reparte a fin de que todo hombre, mujer y joven los utilice en compartir la verdad para este tiempo, desafío que exige esfuerzos personales para ir a las ciudades hasta donde la verdad nunca haya llegado para elevar las normas.  Si la bendición que Dios le ha dado no despertó sus energías, y la verdad no ha sido impresa con mayor profundidad en las cámaras de su mente, ¿podrá establecer una relación más estrecha con los que perecen sin Cristo?  Después de haber sido objeto de la las bendiciones que Dios le ha dado, ¿está testificando acerca de Cristo de una manera más clara y decidida?
La obra del Espíritu Santo es hacer recordar bien las verdades importantes y vitales.  Estos dones adicionales, ¿son para envolverlos en un manto y esconderlos bajo tierra?  No, no, son para cultivarlos; y aunque sean insignificantes, en la medida que sean utilizados el Espíritu Santo tomará los asuntos de Dios y los presentará de nuevo a la mente.  El hace que la Palabra que ha sido descuidada llegue a ser un agente vivificador.  El poder de lo alto se manifiesta en forma rápida y poderosa, no por la habilidad o el poder de la formación intelectual del agente humano, sino por medio del poder divino que actúa dentro del creyente.  Al Espíritu pertenece toda la gloria. 
The Home Missionary, 1º de noviembre de 1893, p. 37. 171        
                       
09. INSTRUMENTOS DE SALVACIÓN. 
Yo plante, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.  Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. (1 Corintios 3: 6, 7).
Aquí figuran los grandes agentes que mueven al mundo.  A todos los que creen en Cristo, como tributo, la cruz del Calvario les exige que participen en la salvación de los que están perdidos.  Los esfuerzos humanos deben unirse al poder divino para recibir fuerza celestial.  Debemos ser colaboradores con Dios.  Al Señor se lo representa abriendo el corazón de hombres y mujeres para que reciban la Palabra, y el Espíritu Santo es el que la hace efectiva.
Los que reciben la verdad adquieren tal fe, que actúa por amor y purifica todo el ser, que los conduce a una acción decidida.  Por esto la verdad es santificadora.  Su poder transformador se advierte en el carácter.  Al ser admitido en el santuario interior, no actúa en la superficie, dejando el corazón irregenerado; tampoco se limita a agitar las emociones, descuidando el buen juicio y la voluntad; al contrario, desciende hasta las profundidades de la naturaleza para producir una acción armónica de todo el ser.
La obra del que pasa por la experiencia de la verdadera conversión es diligente.  Procede como Cristo lo hizo.  Ya no vive más para sí mismo, sino enteramente para el Señor.  Está perdido para el mundo, porque ahora su vida está escondida con Cristo en Dios.  Como resultado, el yo deja de tener supremacía.  La luz que brilla desde la cruz del Calvario lo sostiene con sus rayos, y el Espíritu toma todo lo que pertenece a Cristo.  Su propósito es darlo a conocer en forma tan atractiva para que la luz logre tener un efecto transformador en sus hábitos y prácticas, y además, le permite testificar de que es una nueva criatura en Cristo. Reconoce que cada centavo tiene valor, no para gratificar sus gustos o deseos, ni para ocultarlos en la tierra, sino para hacer el bien, ganar nuevos conversos y para construir el reino de Cristo.  Se goza en las mismas cosas que Jesús: ver más gente convertida. ¿Por qué nos esforzamos tan poco en favor de la salvación del hombre cuando hay tanto por realizar? ¿Por qué será que estamos haciendo tan poco para atraer a Cristo a hombres, mujeres y niños? 
Review and Herald, 6 de octubre de 1891. 172

10. INDIGNOS PERO ÚTILES. 
Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.
 (1 Corintios 1: 27-29).
Si reconociéramos la importancia y grandeza de su obra, y fuésemos conscientes de nuestras limitaciones, deberíamos llenarnos de admiración al saber que Dios puede utilizamos, indignos como somos, en la tarea de conducir a la gente a la verdad.  Hay muchas asuntos que deberíamos estar en condiciones de comprender, y que no entendemos por estar muy distantes de los privilegios que se nos han concedido.
Cristo dijo a sus discípulos: "Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar" (Juan 16:12).  Esa es nuestra situación.  Si hubiesen sido hacedores de sus palabras, y hubieran probado cada una de las verdades que él les iba presentando, ¿habrían estado imposibilitados de comprender todo lo que Jesús tenía para decirles?  Aunque no las pudieran entender, Cristo prometió a sus apóstoles que enviaría el Consolador para que los guiara a toda la verdad.  Nosotros también deberíamos estar en una posición donde pudiéramos comprender sus enseñanzas, sus orientaciones y la obra del Espíritu de Cristo.  No intentemos medir a Dios o su verdad con nuestra comprensión finita o con nuestras opiniones preconcebidas.
Hay muchos que no se dan cuenta de su situación; están ciegos espiritualmente. "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?" (2 Cor. 13: 5).  Confío en que ninguno de nosotros será reprobado. ¿Está Cristo habitando por la fe en sus corazones? ¿Su Espíritu está en ustedes?  Si así fuera, tendríamos ansias de salvar a los perdidos por los cuales Cristo murió; nuestro orgullo se ahogaría en la insignificancia, y únicamente él sería exaltado.  Hermanos y hermanas, hay una gran necesidad de que nos humillemos en la presencia de Dios para que el Espíritu pueda venir sobre nosotros.
Si profesamos estar ligados a Cristo, debemos trabajar unidos con Dios.  Sus hijos deben amonestar al mundo a fin de prepararlo para permanecer en pie en el día de la ira, cuando el Hijo del Hombre venga en las nubes del cielo.  Los miembros de la iglesia deben exponerse a los rayos de la luz divina que procede de Cristo, a fin de reflejarla a otros mientras avanzan por el luminoso sendero que se proyecta de la tierra al cielo.- Review and Herald, 8 de octubre de 1889. 173

11. TODOS SOMOS LLAMADOS PARA SER MISIONEROS.
Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. (1 Pedro 2: 9).
En representación de Cristo, el Espíritu Santo fortalece con poder a los más débiles para que avancen en pos de la victoria.  Dios ha organizado a sus instrumentos para que lo ayuden a conducir a los pecadores hacia él. A muchos a quienes no se les ha impuesto las manos, los envía para que se dediquen a su obra.  Responde las objeciones que presentan contra este plan de acción, incluso antes de que sean planteadas.  Dios ve el fin desde el principio.  Conoce y se anticipa a cada deseo, y hace provisión para las emergencias.  Si el hombre finito a quien le encomienda esta tarea no pone impedimentos, Dios tendrá obreros para, enviar a su viña.
A los que se convierten, Cristo les dice: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Mar. 16: 15).  El Señor no necesita sentarse primero en los concilios legislativos para hacer la siguiente pregunta a los que piensan que deben planificar su obra: "¿Autorizarán a los hombres que yo escogí para que se unan a ustedes con el fin de trabajar en algún lugar de mi viña moral?" Cristo estaba a pocos pasos de su trono celestial cuando encomendó a sus discípulos la gran misión, que también toca a todos los que creen en su nombre.
Jesús desea que cada ministro a quien le confió su cometido sagrado recuerde sus mandatos, considere la vastedad de la obra, y comparta la obligación de predicar el evangelio al mundo y a los que forman parte de él. "Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día y que predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén" (Luc. 24: 46, 47).  El poder de Dios acompañará a todos los que proclaman el evangelio.  Si los que pretenden tener experiencia en las cosas de Dios hubieran cumplido con el cometido que se les encomendó, toda la tierra ya habría sido amonestada, y el Señor Jesucristo ya habría venido con poder y grande gloria.- The Home Missionary, 1º de agosto de 1896. 174

12. DIOS ELIGE Y PREPARA A TODOS. 
Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.  Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová. (Jeremías 9:23, 24).
El Señor obra a su manera para no dar lugar ni al ensalzamiento ni al orgullo del hombre que tiene la tendencia a atribuirse la gloria de sus logros.  Dios anhela que entendamos que todos los talentos y dones le pertenecen.  El Señor obra por medio de quien él quiere.  Toma a los que serán sus mensajeros y no los consulta acerca de sus preferencias respecto a la clase de persona y al modo en que les gustaría recibir el mensaje de Dios.
Se valdrá de los que están dispuestos a ser usados por él.  Quiere utilizar a hombres inteligentes, siempre que se dejen moldear y preparar; y que adapten el testimonio de acuerdo a sus órdenes.  Los hombres encumbrados o inferiores, educados o ignorantes, harían mejor en permitir que el Señor conduzca el arca de su vida.  La obra del ser humano consiste en obedecer la voz de Dios.
Cualquiera que esté relacionado con la causa de Dios, permanentemente debe estar bajo la disciplina de Señor. "Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.  Más alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová" (Jer. 9: 23, 24).
Hay mucha gente que perece por falta del pan de la vida, y que está sedienta del agua de la salvación. ¡Ay de aquel que, por lo que dice o escribe, aparta a otro para llevarlo por un camino equivocado!  El Espíritu de Dios insta al hombre, y le presenta su obligación moral de amarlo y de servirle con todo su corazón, poder, fuerza y mente, y a querer a su prójimo como a sí mismo.  El Espíritu Santo actúa sobre el yo para que sea consciente del poder de Dios, a fin de despertar cada facultad espiritual para una acción concertada.  
Review and Herald, 12 de mayo de 1896. 175

13. TODOS DEBEN COMPARTIR LA FE. 
Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David!, se indignaron, y le dijeron: ¿Oyes lo que estos dicen?  Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?  (Mateo 21:15, 16).
Los principios de la verdad pueden ser presentados por hombres y mujeres humildes.  Incluso los jóvenes y los niños llegarán a ser una bendición para otros si testifican acerca de lo que la verdad ha hecho por ellos.  Si están dispuestos a someterse completamente a él, Dios desea utilizar a los instrumentos más débiles.  También puede actuar por su intermedio para alcanzar a las personas a quienes los ministros no tienen acceso.  Estas son vías que deben ser exploradas.  Con la Biblia en mano y con el corazón encendido resplandeciendo con el amor de Dios, cada uno puede salir y compartir con otros su experiencia; háblenles acerca de la verdad que les impresionó el corazón, y oren con fe para que Dios haga fructificar esos esfuerzos.  Comuniquen la luz a otros y tendrán más para compartir. De este modo llegarán a ser colaboradores de Dios. 
El desea que sus hijos hagan uso de todas sus facultades, a fin de que, al ser puestas al servicio de los demás, puedan crecer y fortalecerse en Cristo.  Quizá no tengan educación, y tal vez sientan que no son capaces de realizar la obra de Dios; sin embargo, hay algo que pueden hacer: dejar que su luz brille hacia otros.
Mis hermanos y hermanas, cada uno necesita tener su propia comprensión acerca de la verdad a fin de ejercer una influencia para el bien.  Entonces salgan a trabajar.  Al servir a otros ganarán experiencia.  Podrán cometer errores; sin embargo, a los más inteligentes, y hasta a los que están en posiciones de confianza, les ha pasado lo mismo una y otra vez.  No siempre obtendrán el éxito, y tampoco será posible conocer todos los resultados de un esfuerzo hecho con humildad y con desinteresado esfuerzo para ayudar a los que están en las tinieblas.  Por intermedio del Espíritu Santo podrán conquistar creyentes del error para la verdad, y al proceder de este modo llenarán todo su ser con el amor de Dios. 
Review and Herald, 12 de enero de 1897. 176

14. MISIÓN GLOBAL: EL ESPÍRITU ABRE LAS PUERTAS. 
Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.  
(Mateo 24: 14).
El campo es el mundo.  Nosotros sabemos esto mucho mejor que los propios discípulos, quienes recibieron personalmente la orden de predicar el evangelio a toda criatura.  Todo el planeta es un vasto campo misionero, y aunque hayamos estado establecidos en la verdad desde hace mucho tiempo, deberíamos animarnos con el pensamiento de que los territorios a los cuales la verdad tuvo dificultades para penetrar, ahora están abiertos.  Cada iglesia debería buscar cuidadosamente la manera de crecer en celo y en actividad.  Todos deberían orar para que la indiferencia que ha sido motivo para que hombres y recursos no sean empleados en el servicio de la obra, se elimine para que Cristo pueda habitar en cada creyente.  Por amor a nosotros se hizo pobre a fin de que mediante su pobreza podamos ser enriquecidos.
La obra del Espíritu Santo consiste en convencer del pecado, y yo sé que algunos pecamos al ser indiferentes.  Mientras observamos los territorios en que hemos penetrado, no podemos menos que exclamar: "¡Lo que Dios ha hecho!" -¿Qué más podría haber realizado por su viña, además de lo que ya hizo?  Proveyó su rica gracia a fin de concedernos el poder divino para hacer avanzar su obra.  No hay nada que Dios haya dejado realizar.  Lo que falta, corresponde a los agentes humanos que rehúsan cooperar con las inteligencias divinas.  En el plan que él proyectó, nada más puede llevarse a cabo en favor de la salvación del pecador, salvo a través de la cooperación del hombre.  Los que han sido bendecidos con la luz y las evidencias, saben que sólo por intermedio de la gracia que les es otorgada pueden cumplir con las condiciones establecidas para la salvación.  También son conscientes de que los que rehúsan hacer su parte, serán culpables de su propia destrucción.  En esos casos podemos decir que Cristo murió en vano.
¿Quién es responsable por la pérdida de los que no conocen a Dios por falta de oportunidad de haber escuchado los fundamentos de nuestra fe? ¿Qué culpabilidad tiene la iglesia con relación al mundo que perece sin conocer el evangelio?  A menos que haya un mayor renunciamiento propio por parte de los que dicen creer la verdad, y que se practique una mayor fidelidad en la devolución de los diezmos y ofrendas que deben ser depositados en la tesorería, y a menos que se hagan planes mucho más amplios que los que se han estado realizando, no estaremos cumpliendo con la comisión evangélica de ir a todo el mundo para predicar a Cristo a cada criatura. 
The Home Missionary, 1º de abril de 1895. 177        
       
15. LAS CIUDADES: CAMPOS MADUROS PARA LA COSECHA. 
¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega?  He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.  (Juan 4: 35).
Al igual que los discípulos de su tiempo, también a nosotros Cristo nos da el mismo mensaje.  Como el tiempo pasa, a los que trabajan para él en todas las líneas de servicio los insta a que levanten la mirada para contemplar los campos que están maduros para la cosecha.
Los servidores no están extendiendo sus esfuerzos como deberían.  Nuestros líderes tampoco están despiertos para poder ver la obra que debe realizarse.  Cuando pienso en las ciudades en las que se ha hecho tan poco, y en las cuales hay muchos millares que deben ser amonestados acerca de la proximidad de la venida de Jesús, siento un deseo intenso de ver hombres y mujeres que estén dispuestos a avanzar gracias al poder del Espíritu y rebosando del amor de Cristo por los que perecen.
En las ciudades que están a nuestras puertas, los mundanos han sido extrañamente descuidados.  Deben realizarse esfuerzos bien organizados para salvarlos.  Ahora tenemos que trabajar para convertir a los perdidos que están a nuestro alrededor, quienes viven a la sombra de nuestras puertas.  Debemos poner en sus labios una canción diferente, y, a su vez, ellos mismos deben ir a compartir con otros la luz del mensaje del tercer ángel con los que están en tinieblas.
Todos necesitamos estar bien despiertos, para que a medida que las puertas se vayan abriendo, avancemos levantando monumentos para Dios.  Paso a paso debemos conducir a la gente para que reciba toda la luz de la verdad.  Muchos están ansiosos de obtener el alimento espiritual.  Debemos continuar trabajando hasta que se organice una iglesia y se construya un lugar modesto para la adoración.  Estoy muy animada a creer que muchas personas que no son de nuestra fe nos ayudarán con sus recursos.  Por la luz que he recibido, sé que en muchos lugares, especialmente en las grandes ciudades de los Estados Unidos, recibiremos ayuda de tales personas.- Pacific Union Recorder, 23 de octubre de 1902. 178

16. EL VECINDARIO: UN GRAN CAMPO DE LABOR. 
Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo.  Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.  (Lucas 8: 39).
Por todas partes los campos están abiertos a la predicación.  Aquí y allá se están dando oportunidades que hasta resultan difíciles de atender.  Con todo, y aunque hay un gran número de personas que han recibido la luz de la verdad, ¡cuánto más podría haberse hecho si cada uno hubiera utilizado dicho poder para compartir la luz con otros!  No todos pueden ser predicadores de la Palabra; sin embargo, cada uno tiene algo que realizar en favor de Cristo en el lugar donde está.  Entre los vecinos hay un gran campo de labor sea cual fuera la ocupación, si cada uno consagrara mente y corazón a esta obra, podría trazar planes, aun en pequeña escala, que los haría útiles al Señor.
En virtud de las providenciales aperturas que se presentan para introducir la Palabra de Dios, las oportunidades se van multiplicando.  Esto exige la ofrenda de nuestro tiempo, del intelecto, de nuestro dinero y de cualquier otro don, sea pequeño o grande, según Dios nos haya prosperado, con el propósito de abrir caminos a la verdad en los lugares oscuros del planeta, donde deben ser establecidos los principios de la justificación que harán avanzar los intereses del reino de Cristo.  Los ángeles celestiales están aguardando la oportunidad para unirse a nosotros a fin de que muchos puedan convertirse al escuchar y recibir la influencia del Espíritu Santo.
Por mucho tiempo hemos estado mirando y esperando la venida del Señor; pero, ¿estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para apresurar su regreso?  "El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 Ped.3: 9).  El Señor obra en forma incesante, y mientras todo el cielo participa en la tarea de conducir a los pecadores a Cristo y al arrepentimiento, ¿qué están haciendo sus discípulos para ser canales de luz y así cooperar con los agentes divinos?  Se están preguntando diariamente: "Señor, ¿qué quieres que haga?" (Hech. 9: 6).  A semejanza de Jesús, ¿están practicando el renunciamiento propio? ¿Están profundamente conmovidos y sus corazones se derraman en oración a Dios para que los haga objeto de su gracia y les conceda sabiduría por el Espíritu Santo para trabajar con habilidad, dedicando también sus recursos para salvar a los que perecen sin Cristo?- Review and Herald, 16 de mayo de 1893. 179

17. LLENOS DEL ESPÍRITU. 
Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo. 
(Hechos 13: 52).
La obra del Espíritu Santo es inconmensurablemente grande.  De esta Fuente los servidores de Dios reciben poder y eficiencia.  El Espíritu Santo es el Consolador y, al mismo tiempo, es la presencia personal de Cristo en el creyente.  Gracias al Espíritu, el que contemple a Cristo con la fe simple de un niño participará de la naturaleza divina.  Al ser guiados por el Espíritu de Dios, podemos comprender que en él somos perfectos gracias a aquel que es la cabeza de todas las cosas.  Del mismo modo como Cristo fue glorificado en los días del Pentecostés, también lo será cuando culmine la obra del evangelio, ocasión en que él preparará a cada creyente para la prueba final que vendrá al finalizar el gran conflicto.
Cuando la tierra sea iluminada con la gloria de Dios, veremos una obra similar a la que realizaron los discípulos, quienes, al recibir al Espíritu Santo en plenitud, fueron llevados a predicar con poder acerca del Salvador resucitado.  La luz del cielo penetrará en las oscuras cámaras de la mente de los que fueron engañados por los enemigos de Cristo.  Esto les permitirá rechazar una falsa representación suya.  Gracias a la virtud del Espíritu Santo, también podemos contemplar al exaltado Príncipe y Salvador que dio a Israel arrepentimiento y remisión de sus pecados.  Cristo fue glorificado gracias al poder del Espíritu Santo, que ahora también habita en el creyente.
La revelación de Jesús por medio del Espíritu de Dios les hizo sentir su poder y majestad, que los llevó a estrechar por fe la relación con él al punto de expresar: "Yo creo".  Esto sucedió en los días de la lluvia temprana; pero en la lluvia tardía será mucho más abundante.  El Salvador será glorificado, y la tierra será iluminada con la gloria de los brillantes rayos de su justicia.  El es la fuente de la luz, y la luz procedente de los portales entreabiertos han estado brillando sobre el pueblo de Dios, para que puedan exaltar su glorioso carácter delante de los que aún permanecen en la oscuridad. 
The Home Missionary, 1º de noviembre de 1893. 180

18. TOCADOS POR EL FUEGO SACRO. 
Respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.  (Lucas 3: 16).
En la dispensación antigua se consideraba pecado ofrecer un sacrifico sobre un altar que no correspondiera, o que se admitiera incienso que hubiese sido encendido con fuego extraño.  Corremos el peligro de confundir lo sagrado con lo común.  El fuego sacro procedente de Dios debe ser utilizado en la presentación de nuestras ofrendas.  El verdadero altar es Cristo, y el fuego auténtico es el Espíritu Santo.  Este tiene la misión de inspirar, enseñar, conducir y orientar al creyente a fin de convertirlo en un consejero que sea seguro.  Si ponemos a un lado a los escogidos de Dios, estamos en peligro de consultar a dioses ajenos y de ofrendar sobre un altar extraño...
Por poderosa que sea la predicación de la Palabra, resultará en vano a menos que el Espíritu sea el que enseñe e ilumine a los que la escuchan.  Si el Espíritu no obra con y por intermedio de los agentes humanos, las personas no recibirán la salvación ni sus caracteres serán transformados por la lectura de las Escrituras.  La planificación que se realiza con relación a la obra no debe atraer la atención hacia el yo.  
La Palabra tiene poder.  Es una espada en manos de los agentes humanos.  En el Espíritu Santo está su eficiencia y su poder vital para impresionar la mente.
"Serán todos enseñados por Dios" (Juan 6: 45).  Es Dios quien hace brillar la luz en el corazón del hombre. Mis hermanos que ministran la Palabra, ¿recordarán que es fundamental reconocer a Dios como la fuente de nuestra fortaleza, y que el Espíritu es el Consolador?  La causa por la cual Dios puede hacer tan poco por nosotros es porque olvidamos que toda virtud proviene de nuestra disposición a cooperar con el Espíritu.
El Espíritu constantemente nos muestra destellos de las cosas de Dios.  Una presencia divina parece cernirse cerca; y entonces, si la mente responde, y la puerta del corazón se abre, el Señor habitará en el agente humano.  Por medio de la fe, la energía del Espíritu actúa en el corazón y conduce las tendencias de la voluntad para que se inclinen hacia Cristo.  Al vivir por la fe, en completa dependencia del poder divino, podemos realizar el querer como el hacer por su buena voluntad.  Cuando el Espíritu toma las cosas de Dios, lo hace con la misma presteza con que el creyente decide proceder en armonía con la luz revelada.- Manuscript Releases, t. 2, pp. 45, 46. 181

19. EL ESPÍRITU PROPORCION A LAS PALABRAS ADECUADAS. 
Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.  (Mateo 10: 20).
De todos los dones que Dios ha concedido al hombre, si está santificado por el Espíritu Santo, ninguno es más precioso que la facultad de hablar.  Con la palabra convencemos y persuadimos.  Con ella oramos y alabamos a Dios, y con ella trasmitimos conceptos del amor del Redentor.  Los que son aptos para iluminar la mente de otros, tendrán muchas oportunidades de leer de la Biblia u otros libros que enseñan la verdad, y de este modo presentarán evidencias que iluminarán al creyente.
Cuando la voz de Dios llama: "¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?", el divino Espíritu pone en el corazón la respuesta: "Heme aquí, envíame a mí" (Isa. 6: 8).  Pero tenga muy presente que el carbón encendido del altar primero tiene que tocar sus labios.  Entonces, las palabras que vierta serán sabias y santas.  Tendrá la sabiduría para saber qué decir y qué callar.  No intentará dar a conocer sus habilidades como teólogo.  Será cuidadoso para no despertar el espíritu combativo o excitar el prejuicio por introducir indiscriminadamente todos los temas de la verdad.  Encontrará lo suficiente para hablar sin despertar la oposición.  Por el contrario, hará nacer en el corazón el anhelo de tener un mayor conocimiento de la Palabra de Dios.
El Señor desea que usted sea un conquistador de conversos para Cristo.  Sin embargo, no intente forzar a la gente con temas doctrinales; conviene estar "siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia -temor-" (1 Ped. 3: 15). ¿Por qué temor?  Temor de que las palabras den la impresión de suficiencia, de expresar palabras inconvenientes, y que no sean semejantes a las de Cristo.  Debemos estar íntimamente relacionados con Jesús para presentar la verdad tal cual es en él. Los corazones no pueden quedar sin ser tocados por el tema de la expiación.
A medida que usted aprenda de la mansedumbre y la humildad de Cristo, irá descubriendo lo que conviene hablar a la gente, ya que el Espíritu Santo le enseñará las palabras que debe decir.  Los que son conscientes de la necesidad de mantener el corazón bajo el control del Espíritu Santo, estarán en condiciones de sembrar las semillas que germinarán para la vida eterna.  En esto consiste la obra del que predica el evangelio. 
Australasian Union Conference Record, 1º de julio de 1902. 182

20. LA VOZ HUMANA, UN CANAL PARA LA VOZ DIVINA. 
Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.  
(Exodo 4: 15).
Cuando el colaborador de Cristo presenta la verdad al corazón del pecador con humildad y amor, la voz del amor habla por medio del instrumento humano.  Las inteligencias celestiales trabajan con el agente humano consagrado, y el Espíritu actúa en la vida del no creyente.  Dios le da al corazón la capacidad de creer y el pecador acepta la evidencia de la Palabra de Dios.
Es transformado por medio de la influencia llena de gracia del Espíritu Santo y llega a ser uno con Cristo en espíritu y propósito.  Sus afectos por Dios aumentan, tiene hambre de justicia y anhela ser más semejante a su Maestro.  Al contemplar a Cristo, es transformado de gloria en gloria, de carácter en carácter, y se hace más y más semejante a Jesús.  Se llena de amor por Cristo y de un profundo y ansioso amor por los que perecen, y dentro de él se forma Cristo, la esperanza de gloria. "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios"
 (Juan 1: 12).
Necesitamos depender más del Infinito y confiar mucho menos en los agentes humanos.  Hemos de alistar a un pueblo para estar en pie en el día que Dios ha preparado; hemos de llamar la atención de los hombres a la cruz del Calvario para explicarles la razón por la cual Cristo realizó su gran sacrificio.  Hemos de mostrar a los hombres que es posible para ellos volver a prestar su lealtad a Dios y obediencia a sus mandamientos.  Cuando el pecador mira a Cristo como la propiciación hecha por sus pecados, háganse a un lado los hombres.  Declárenle al pecador que Cristo "es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo" 
(1 Juan 2: 2).
Anímeselo a buscar la sabiduría de Dios, pues por medio de la oración ferviente aprenderá el camino al Señor más perfectamente que si fuera instruido por algún consejero humano. Verá que fue la transgresión de la ley lo que causó la muerte del Hijo de Dios infinito, y odiará los pecados que hirieron a Jesús.  Al mirar a Cristo como un compasivo y tierno Sumo Sacerdote, su corazón será preservado en la contrición. Testimonios para los ministros, pp. 220, 221. 183

21. LA MEJOR PUBLICIDAD PARA LA VERDAD: EL AMOR. 
En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.  (Juan 13: 35).
Muchos podrán llegar a ser colaboradores con Dios en el ministerio de presentar a otros la gran obra de la redención.  El Señor permite que cada participante tenga su propia esfera de acción, pero debe tener su Palabra como guía de la vida.  También les ha dado al Espíritu Santo para que puedan vencer todas las tendencias heredadas y cultivas que arrastran al pecado, y, asimismo, para imprimir su propio carácter en el agente humano y, por su intermedio, en todos cuantos entren en la correspondiente esfera de influencia.
Al agente humano se lo insta a fin de que colabore con Dios para difundir la gracia, la bondad y el amor divinos; así quedarán estas virtudes impresas en otras mentes.  Cada creyente debe llegar a ser un instrumento mediante el cual el Espíritu Santo pueda obrar.  Podrán lograr este objetivo únicamente los que rinden todas sus habilidades al control del Espíritu.  En ocasión del Pentecostés Dios dio su Espíritu, y éste, al obrar en corazones receptivos, pudo impresionar a todas las personas con las cuales los creyentes entraron en contacto.
Por nuestra relación de amistad y familiaridad con los seres humanos es como podemos ejercer una influencia elevadora.  Los que están unidos en una esperanza y una fe común en Cristo Jesús, pueden llegar a ser una bendición el uno para el otro.  Jesús dice: "Que os améis unos a otros; como yo os he amado" (Juan 13: 34).  El amor no es un simple impulso, una emoción transitoria que depende de las circunstancias.  Es un principio vivo, un poder permanente.  El creyente es alimentado por las corrientes vitalizadoras del amor puro que fluye del corazón de Cristo como un manantial que nunca se agota.
¡Oh, cuánto se aceleran las pulsaciones del corazón, se ennoblecen las motivaciones y se profundizan los afectos como resultado de ésta comunión!  Educados y disciplinados por el Espíritu Santo, los hijos de Dios se aman el uno al otro en forma verdadera, sincera, sin afectación y "sin incertidumbre ni hipocresía" (Sant. 3: 17).  Todo esto sucede porque el creyentes está ligado con Jesús mediante el vínculo del amor.  Los afectos del uno por el otro brotan de la común relación con Dios, que nos convierte en una gran familia en la que hay correspondencia en el amor como Cristo nos ama.  Cuando comparamos esta verdad que santifica, y disciplina los afectos, con las cortesías superficiales del mundo, las expresiones efusivas y sin sentido de la amistad son como la paja al lado del grano.
EGW 1888 Materials, pp. 1508, 1509. 184

22. UNA RECETA PARA LAS PREOCUPACIONES QUE MENOSCABAN. 
Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (2 Corintios 12: 10).
Hay muchos que centran la atención en sus pruebas y dificultades.  Pero si se olvidaran de sí mismos para interesarse por las necesidades que padecen los otros, no tendrían tiempo para magnificar sus propias aflicciones.  Servir al Señor en forma sincera es una receta para los achaques de la mente.  La mano ayudadora que sostuvo las cargas que Cristo tuvo que llevar, aminorará nuestros pesares al punto de que ni desearemos mencionarlos.  La obra verdadera y honesta ejercerá una influencia saludable sobre la mente, y de ésta sobre los músculos.  Lo que mata es la constante elaboración de preocupaciones.  Debemos estar contentos de realizar el esfuerzo que demanda la ejecución de las tareas de cada día; las grandes presiones que imponen los quehaceres del mañana hay que dejarlas para cuando llegue el momento de ocuparse del asunto.
Ahora se nos pide que recibamos la enseñanza necesaria para realizar la obra que Dios nos ha asignado, y para que ella no nos aplaste.  Los más humildes pueden tener una parte en esta tarea y en la recompensa que recibiremos en ocasión de la coronación, cuando Cristo, el Abogado y Redentor, asuma como el Rey de los redimidos.  Ahora debemos consagrarnos a Dios con todas nuestras fuerzas.  Para presentar la verdad para este tiempo no se necesitan hombres más poderosos, más talentosos y más instruidos, sino que conozcan a Dios y a Jesucristo, a quien él envió.
La piedad personal calificará a cualquier obrero para que el Espíritu Santo tome posesión de él, la verdad para este tiempo llegue a ser un poder, y los pensamientos y todas sus actividades se desenvuelven según las orientaciones de Cristo.  En ese creyente habita Jesús; la persona más humilde que está unida a él es un poder cuya obra permanecerá.  Que el Señor nos ayude a comprender su divina voluntad, y a realizarla de corazón y en forma resuelta.  Entonces habrá gozo en el Señor.- The Home Missionary, 1º de noviembre de 1897. 185

23. EL ESPÍRITU HACE EFECTIVA LA OBRA HUMANA.  
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?  (Lucas 11: 13).
La promesa del don del Espíritu Santo no es comprendida como debería ser, y tampoco es apreciado como corresponde el privilegio de disfrutar su aceptación.  Dios desea que la iglesia se aferre por fe a sus promesas, y pida el Espíritu Santo para que la ayude en todo.  Él nos asegura que, si se lo pedimos, está más deseoso de darnos este don que los padres de ofrecerle buenas dádivas a sus hijos.  Siendo que cada uno puede recibir la unción celestial, "no tenéis necesidad que nadie os enseñe" (1 Juan 2: 27); por lo tanto, no hay excusa para rehuir la responsabilidad.  Ninguna tarea debería ser mal recibida; ninguna obligación debería ser evadida.  Cristo mismo es el poder renovador que, gracias al Espíritu Santo, actúa en y por intermedio de cada soldado de la cruz.  La eficacia del Espíritu hará productiva la labor de todos los que están dispuestos a someterse a sus orientaciones.
Dios está actuando en cada creyente que tiene la mente abierta para recibir las impresiones de su Santo Espíritu.  Está enviando a sus mensajeros con amonestaciones a todo lugar.  Está probando la devoción de la iglesia, y su disposición a obedecer y a ser guiada por el Espíritu.  Debe incrementarse el conocimiento.  Los mensajeros celestiales deberían verse moviendo en toda dirección para descubrir cualquier posibilidad de advertir a la gente acerca de los juicios venideros, y darle a conocer las buenas nuevas de la salvación que es en Cristo Jesús Señor nuestro.  Los principios de la justificación deben ser exaltados.
El Espíritu de Dios se está moviendo en el corazón de la gente, y los que respondan a su influencia llegarán a ser luces para el mundo.  En todo lugar se está viendo cómo los mensajeros avanzan en su tarea de comunicar a otros la luz que recibieron, del mismo modo como los discípulos lo hicieron después del derramamiento del Espíritu en el día del Pentecostés.  En la medida que dejemos que la luz brille, recibiremos más y más del poder del Espíritu.  Entonces la tierra será iluminada con la gloria de Dios.
 Australasian Union Record, 1º de abril de 1898. 186

24. TOTAL DEPENDENCIA DE DIOS.
Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras de sabiduría.  Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado.  Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor. (1 Corintios 2:1-3.)
Vendrán días cuando la iglesia será agitada con el poder divino, y como resultado se producirá una ferviente actividad.  El poder vital del Espíritu Santo inspirará a los miembros a salir a buscar nuevos conversos para Cristo.  En esas circunstancias, los servidores más diligentes estarán seguros únicamente en la medida en que dependan de Dios y estén constantemente en oración.  Necesitarán elevar sinceras suplicas para que la gracia de Cristo los libre del orgullo que puede despertar la obra realizada, o de pensar que los trabajos que hicieron tienen alguna virtud salvadora.  Constantemente deberán contemplar a Jesús para darse cuenta de que la obra se realiza gracias a él, y para que puedan darle toda la gloria a Dios.
Seremos llamados a realizar los esfuerzos más decididos con el fin de extender la obra de Dios; para ello necesitamos depender totalmente de nuestro Padre celestial.  Será indispensable la oración privada, y también la que se eleve, en el seno de la familia y en la iglesia.  Nuestros hogares tienen que ponerse en orden, y para ello hay que realizar los esfuerzos más fervientes destinados a lograr que cada integrante de la familia se interese en las actividades misioneras.  Debemos tratar de despertar el interés de los hijos para que trabajen en forma diligente en favor de los inconversos, y hagan lo mejor que puedan con el propósito de representar a Cristo en todo momento y lugar.
No olvidemos, sin embargo, que al aumentar las actividades y lograr éxito en ellas, corremos el riesgo de confiar en la capacidad, los planes y los métodos humanos para realizarlas.  Habrá una tendencia a orar menos y a tener menos fe.  Estaremos en peligro si perdemos el sentido de dependencia de Dios, el único que puede dar éxito verdadero a las labores que realicemos; pero, aunque ésta sea la tendencia, nadie llegue a pensar que el ser humano puede hacer menos.  De ninguna manera; al contrario, al aceptar el don divino del Espíritu Santo realizará mayores obras.  En su propia sabiduría el mundo no conoce a Dios, y, naturalmente, cada poder humano, en mayor o menor grado, se opone a Dios.  Hemos de mirar a Jesús, cooperar con las agencias celestiales y, en el nombre de Cristo, elevar nuestras plegarias a nuestro Padre.
 Review and Herald, 4 de julio de 1893. 187

25. SEGUIR LAS ORDENES DEL CAPITÁN.
Tú, pues, sufre penalidades como buen solado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.  (2 Timoteo 2: 3, 4.)
Nos resta poco tiempo para impulsar la guerra; pronto vendrá Cristo y con ello concluirá la rebelión.  En ese contexto, nuestros últimos esfuerzos deben desplegarse para obrar con Jesús a fin de hacer avanzar la obra de su reino.  Algunos que estuvieron en el frente de batalla, resistiendo celosamente a la penetración de las fuerzas del mal, cayeron en sus puestos del deber; los otros miraron llenos de tristeza a los héroes caídos, pero no perdieron tiempo deteniendo la obra.  Debieron cerrar las filas, levantar la bandera que estuvo en las manos de los que ahora están paralizados por la muerte, y con renovadas energías continuar vindicando la verdad y el honor de Cristo.  Como nunca antes, debemos ejercer una fuerte resistencia contra el pecado y los poderes de las tinieblas.  El tiempo requiere energía y una acción resuelta por parte de los que creen en la verdad presente.  Debemos enseñar la verdad por precepto y por ejemplo.
Si nos parece larga la demora del regreso del Redentor, si estamos doblegados y desgastados por las aflicciones e impacientes por terminar la comisión asignada, y en medio de la lucha suspiremos por un honorable descanso, recordemos -y que el recuerdo modere cada queja- que Dios permite las tormentas y los conflictos para perfeccionar nuestros caracteres.  También tienen el propósito de ayudarnos a conocer mejor a Dios como nuestro Padre, y a Cristo como nuestro hermano mayor.  Además, ayudan a servir al Maestro en el plan de ganar a muchos conversos para su reino.  Al final, con alegría podremos oír la aprobación: "Bien, buen siervo y fiel... entra en el gozo de tu Señor" (Mat. 25: 21).
Soldado cristiano, sé paciente.  Un poquito más, y el que ha de venir, vendrá.  La noche de fatigosa espera, de estar en guardia y en aflicción, está por terminar.  Pronto recibiremos la recompensa y, entonces, el día eterno habrá comenzado.  Ahora no es tiempo de dormir, ni para ser complacientes con las lamentaciones sin sentido.  El que se aventura en el descuido perderá preciosas oportunidades de hacer el bien.  Se nos ha concedido el bendecido privilegio de juntar gavillas para la gran cosecha; cada pecador que sea salvo será una estrella adicional en la corona de Jesús, nuestro adorable Redentor.  Considerando que al participar por un poco más de tiempo en la batalla obtendremos más victorias, y ganaremos nuevos trofeos para la eternidad, ¿quién desea despojarse de la armadura?
Review and Herald, 25 de octubre de 1881. 188

26. MANTIENE DESPIERTOS A LOS CENTINELAS.
Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.  (Romanos 13: 11).
Hermanos míos, tengan entronizado a Jesús dentro de ustedes para que puedan morir al yo.  Debemos ser bautizado por el Espíritu Santo.  Entonces no permaneceremos sentados expresando en forma desconcertada: "Lo que debe ser, será; las profecías tienen que cumplirse". ¡Oh, despierten, oro para que despierten y puedan llevar la más sagrada de todas las responsabilidades!  Como fieles centinelas, ustedes deberían ver cómo viene la espada, para que, al dar sus advertencias, los hombres y las mujeres no continúen en la ignorancia y así dejen de hacer lo que practican por desconocer la verdad.
El Señor nos ha iluminado con el conocimiento acerca de lo que vendrá sobre la tierra para que podamos compartir la luz con otros, y no ser hallados culpables de cruzar los brazos y no hacer nada, buscando escapatorias al ocuparnos en cosas de menor importancia.  La mente de muchos ha sido embargada con disputas y han rechazado la luz que se nos dio por intermedio de los Testimonios, porque no están de acuerdo con sus propias opiniones.
Dios no fuerza a nadie para que se ponga a su servicio.  Cada creyente debe decidir por sí mismo si desea caer o no sobre la Roca para ser quebrantado.  El cielo está atónito al certificar la estupidez espiritual que ha prevalecido.  Cada uno tiene que abrir personalmente su corazón orgulloso al Espíritu de Dios con el propósito de tener habilidad intelectual santificada para el servicio al Maestro.  El poder transformador de Dios debe actuar en cada uno para que la mente pueda ser renovada por el Espíritu Santo y, como resultado, podamos tener el mismo parecer que tuvo Cristo.
Si los vigías duermen por efecto del narcótico satánico que les impide reconocer la voz del verdadero Pastor, y no prestan atención a sus advertencias, en el temor de Dios les digo que serán responsables por la sangre de los que se pierdan.  Los centinelas han de estar muy alertas; deben ser hombres que ni de día ni de noche dormiten en su puesto del deber.  Tienen que hacer sonar la trompeta con todas sus fuerzas para que la gente se aparte del mal y escoja el bien.  La estupidez y el descuido indiferente no tienen excusa.  A cada lado hay rompientes y rocas escondidas que pueden hacer pedazos nuestra embarcación y dejarnos como náufragos desamparados, a menos que hagamos de Dios nuestro refugio y sostén.
Cada creyente debe despojarse del yo.  Nuestra manera de hacer las cosas y nuestros planes e ideas pueden no ser las que Dios aprueba; por eso, debemos mantenernos en los caminos del Señor para hacer su voluntad y convertirlo en nuestro Consejero.  Entonces, desprovistos del yo, actuaremos por fe. 
Review and Herald, 24 de diciembre de 1889. 189

27. TODO EL CIELO INTERESADO EN LA SALVACIÓN.
Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos entregó a nosotros la palabra de la reconciliación.  (2 Corintios 5: 19).
En el ministerio de rescatar a los perdidos, los hombres y los ángeles deben trabajar en armonía enseñando la verdad de Dios a los que todavía no la conocen, a fin de que puedan verse libres de las ataduras del pecado.  Sólo la verdad puede producir esta liberación.  La libertad resultante del conocimiento del mensaje debe ser proclamada a toda criatura.  Nuestro Padre celestial, Jesucristo y los ángeles del cielo están interesados en esta obra grandiosa y santa.
Al hombre se le ha concedido el exaltado privilegio de manifestar el carácter divino por intermedio de la abnegación que requiere la tarea de rescatar a los que fueron arrojados al pozo de la ruina.  Cada uno que desee someterse a la iluminación del Espíritu Santo será usado para realizar este propósito divinamente concebido.  Cristo es la cabeza de la iglesia y él será más glorificado si cada sector de la feligresía participa en la obra de la salvación...
Hay más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por los noventa y nueve que no necesitan arrepentimiento.  Cuando escuchemos acerca del éxito que tuvo la proclamación del mensaje en cualquier lugar, toda la iglesia debería expresar su regocijo mediante himnos de alabanza y oraciones elevadas a Dios.  Que el nombre del Señor sea glorificado por nosotros, a fin de que recibamos más inspiración y celo para seguir colaborando con él en esta obra.  El Señor nos insta a cumplir con el mandato: "Id por todo el mundo, y predicad el evangelio a toda criatura" (Mar. 16: 15).  Sin embargo, debemos darle más lugar a la obra del Espíritu Santo a fin de poder actuar de concierto y así el cuerpo de soldados de Cristo pueda avanzar más resueltamente.
Que todos los miembros lleguen "a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres" (1 Cor. 4: 9).  Por lo tanto, cada uno debería preguntar con humildad y temor: ¿Cuál es mi puesto del deber?  La total dedicación al servicio de Dios pondrá en evidencia la modeladora influencia del Espíritu Santo en cada etapa del camino.- Review and Herald, 16 de julio de 1895. 190

28. LOS AGENTES CELESTIALES NOS ESPERAN.
Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.  Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.  (Romanos 10: 9, 10)
El Señor nos insta a que consagremos cada talento y habilidad al servicio.  Cuando el reprochable espíritu de pereza e indolencia haya sido barrido de la iglesia, el Espíritu del Señor se manifieste y el poder divino se combine con el esfuerzo humano, entonces la feligresía verá intervenciones providenciales del Señor.  La luz de la verdad será difundida, y también el conocimiento de Dios y de Jesucristo que fue enviado.  Semejante a los días de los apóstoles, muchos se convertirán al Señor y la tierra será iluminada con la gloria celestial.
Para que el mundo pueda convencerse de las transgresiones de la ley de Dios, el Espíritu Santo deberá actuar por intermedio de los instrumentos humanos.  La iglesia necesita despojarse ahora de su letargo mortal, porque el Señor está esperando bendecir a su pueblo, quien reconocerá la bendición cuando la reciba.  Entonces, la difundirá con toda la potencia que tiene el resplandor de la luz.  "Esparciré sobre vosotros agua limpia... y os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros... y haré que andéis en mis estatutos"
 (Eze. 36: 25-27).
Si esperamos que el desierto de la iglesia se transforme en un campo fructífero, y luego llegue a ser un bosque, debemos comprender que esto únicamente será posible gracias al Espíritu Santo derramado sobre su pueblo.  Por mucho tiempo los agentes celestiales han estado esperando a la feligresía, que los representan, para colaborar con ellos en la gran obra que debe hacerse.  Lo están aguardando a usted.  Tan vasto es el campo, tan inteligente la idea, que cada corazón santificado será instado a entrar al servicio como agente del poder divino...
Todos los que creen en la verdad para este tiempo deben deponer sus diferencias, despojarse de toda envidia, y cerrar la mente y los labios a todo pensamiento y expresión pecaminosa.
Juntémonos, unámonos.  "Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro" 
(1 Ped. 2: 22). 
General Conference Bulletin, 28 de febrero de 1893. 191

29. NO HAY TIEMPO QUE PERDER.
Pasó la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos. (Jeremías 8: 20).
El Señor viene.  La historia de este mundo está por terminar. ¿Está en condiciones de encontrarse con el Juez de la tierra?  Tenga presente que "juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia" (Sant. 2: 13). ¡En el gran día final, qué terrible será ver separadas de nosotros para siempre a personas con las cuales nos relacionamos íntimamente!  Quizá sea un miembro de la familia, y aun nuestros propios hijos; o descubrir que también están entre ellos amigos que nos visitaron y comieron en nuestra mesa.  Entonces nos preguntaremos: ¿Será por causa de mi impaciencia o actitud poco cristiana? ¿El no mantener al yo bajo control determinó que la religión de Cristo resultara desagradable para ellos?
El mundo debe ser advertido de que se acerca la venida de Cristo.  Nos resta poco tiempo para hacer nuestra parte.  Ya están en la eternidad los años que podríamos haber aprovechado para buscar el reino de Dios y su justicia, y para difundir la luz a otros.  El convoca a su pueblo que está en la luz, establecido en la verdad y al cual se le ha encomendado una gran obra, que ahora, como nunca lo ha hecho, dedique más tiempo para sí mismo y para los otros.  Que cada don y talento que se nos ha confiado sea puesto en ejercicio con poder, y que usemos toda la luz que Cristo nos dio para hacer el bien a los demás.  No intenten ser meros predicadores, sino ministros de Dios.
Cuando los obreros comprendan mejor la verdad, la luz de ella será vista en forma cada vez más sorprendente.  En la medida en que intentemos iluminar a otros, con la mente bajo la santa influencia del Espíritu de Dios, la atención será dirigida a los temas que son de interés eterno.  Semejante esfuerzo, mezclado con oración y solicitando más luz, hará que el corazón lata bajo los efectos estimulantes de la gracia de Dios.  Sus deseos serán más ardientes en virtud del santo fervor, y, como resultado, toda la vida cristiana será más real, más sincera y llena de oración.  De este modo, cuando Cristo habite en el corazón, el creyente llegará a ser un verdadero colaborador de Dios. 
The Home Missionary, 1º de febrero de 1898. 192

30. ORAR POR EL DERRAMAMIENTO DEL ESPÍRITU.
Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.  Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.  Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos.  
(Juan 17: 18-20.)
Querido Padre celestial, ahora vengo a ti tal como soy, pobre, necesitado y dependiente.  Pido que me des a mí y a mi pueblo la gracia del carácter cristiano perfecto. ¿Tendrás compasión por tu pueblo?  Permite que tu luz brille en las cámaras de la mente, dentro del templo que es cada creyente.  Mi Salvador, tú compraste tu herencia al costo infinito de tu vida, para que como vencedores podamos entrar al reino de Dios y permanecer allí eternamente.  Bendice a los que decidieron servirte.  Pon tu Espíritu en ellos.
Querido Padre, te pido que envíes al Espíritu Santo a fin de que tu salvación sea manifestada.  Tócalos para que sean tiernos de corazón.  Enternécelos con tu Espíritu Santo, y ayúdalos para que puedan ver la obra que debe hacerse en favor de sus vecinos y otras personas que viven alrededor de ellos. ¡Oh, despiértalos a su responsabilidad!  Haz que sientan el deseo de lavar las vestimentas de su carácter, a fin de que sean emblanquecidas con la sangre del Cordero. ¿Los rodearás con los tiernos brazos de tu gracia?  Implórales por intermedio del Espíritu Santo para que hagan brillar la luz que tienen, y así otros también conozcan la verdad.  Oh Señor, pon tu iglesia en orden para que se ponga a trabajar en favor de los perdidos.
Mi Salvador, manifiéstate a tu pueblo. ¡Exprésales tu amor para que lo sientan!  Sostén a tu iglesia a fin de que Satanás no gane terreno.  Ayúdalos a luchar contra toda oposición y, al final, en la ciudad de Dios, puedan poner sus coronas a los pies de Jesús y así tu nombre reciba toda la gloria.  Amén. 
Review and Herald, 16 de julio de 1908. RPEGW  MHP

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