lunes, 27 de julio de 2020

13. UN MENSAJE A LA ASOCIACIÓN GENERAL EN SESIÓN EN 1913. (III. LA IGLESIA TRIUNFANTE). LA IGLESIA REMANENTE.


"Elmshaven", Sanatorio, California, 4 de mayo de 1913.
A los que están congregados en la Asociación General:
¡Saludos!
Mis queridos hermanos:
"Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están 114 en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”.
"Más a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden. 2 Corintios 1:2-4; 2:14,15.

"Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”.
"Por tanto, no desmayamos: antes aunque éste nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven 115 son eternas". 
2 Corintios 4:5-7; 16-18.

ESPERANZA Y VALOR
Es privilegio de nuestros representantes que asisten al Congreso 
de la Asociación General albergar un espíritu de esperanza y valor.
Mis hermanos: El Salvador se ha revelado a vosotros de muchas maneras; ha llenado vuestros corazones con la luz de su presencia mientras trabajabais tanto en tierras distantes como en la patria; os ha guardado de peligros evidentes y ocultos; y ahora, al reuniros una vez más con vuestros hermanos en congreso, es vuestro privilegio gozaros en el Señor y regocijaros en el conocimiento de su gracia sustentadora. Permitid que su amor tome posesión de vuestra mente y vuestro corazón. Guardaos del peligro de sentiros sobrecargados, agobiados o deprimidos. Dad un testimonio elevador. Quitad vuestros ojos de lo que es oscuro y desanimador, y contemplad a Jesús, nuestro gran Líder, bajo cuya atenta supervisión la causa de la verdad presente, a la cual estamos dando nuestros días y todo nuestro ser, está destinada a triunfar gloriosamente.
La actitud que nuestros representantes mantengan durante el congreso, tendrá una 116 marcada influencia sobre todo el territorio, al igual que sobre los delegados mismos. ¡Permitid que sea evidente, mis hermanos, que Jesús está morando en vuestro corazón, para sosteneros, fortaleceros y confortaros! Es vuestro privilegio ser provistos, día tras día, de una rica medida de su Santo Espíritu, y tener una visión más amplía de la importancia y la extensión del mensaje que estamos proclamando al mundo.
El Señor está deseando revelaros cosas maravillosas acerca de su ley. Esperad en su presencia con humildad de corazón. Orad más fervientemente por una comprensión de los tiempos en que vivimos, para entender más plenamente su propósito, y para aumentar vuestra eficiencia en la tarea de ganar almas.
A menudo me siento impresionada a instar a nuestros hermanos que ocupan cargos de responsabilidad para que hagan fervientes esfuerzos con el fin de servir y conocer perfectamente al Señor. Cuando nuestros obreros son conscientes como debieran de la importancia de los tiempos en que vivimos, se manifestará un decidido propósito de estar de parte del Señor, y llegarán a ser verdaderamente colaboradores de Dios. Cuando consagren el corazón y 117 el alma al servicio de Dios, descubrirán que es esencial una experiencia más profunda que cualquier otra que hayan tenido antes si han de triunfar sobre todo pecado.
Sería bueno que consideráramos lo que pronto ha de ocurrir en la tierra. No es éste el momento para ocuparnos de frivolidades ni de nosotros mismos. Si los tiempos en que estamos viviendo no impresionan más seriamente nuestras mentes, ¿qué nos puede suceder? ¿No nos invita la Escritura a realizar una obra más pura y santa que la que hemos visto hasta ahora?.

UN LLAMADO A LA RECONSAGRACIÓN
Se necesitan ahora hombres de clara comprensión. Dios llama a los que desean ser controlados por el Espíritu Santo para que inicien una obra de total reforma. Veo una crisis delante de nosotros, y el Señor llama a sus obreros a las filas. Cada alma debiera ahora estar en una actitud de consagración a Dios más profunda y más genuina que en los años pasados.
Durante el congreso de la Asociación General celebrado en 1909, debiera haberse hecho en los corazones de los que asistieron una obra que no se llevó a cabo. Debieran haberse dedicado muchas horas 118 y se habrían comprendido la obra tan esencial que debe ser hecha en favor de ellos, en cuanto al arrepentimiento y la confesión. Pero aunque hubo oportunidades para confesar el pecado, para lograr un arrepentimiento de corazón y para una decidida reforma, la obra no se llevó a cabo. Algunos sintieron la influencia del Espíritu Santo, y respondieron; pero no todos se sometieron a esa influencia. Las mentes de algunos discurrían por canales prohibidos. Si hubiera habido humildad de corazón de parte de todos los asistentes a la asamblea, se habría manifestado una maravillosa bendición.
Muchos meses después de la clausura de esta reunión seguí llevando una pesada carga, y llamé la atención de los hermanos que ocupan cargos de responsabilidad acerca de estas cosas que el Señor me ha estado instruyendo que ponga delante de ellos claramente. Por fin, algunos de los que desempeñaban puestos de confianza en conexión con la obra en general, después de mucha oración y cuidadoso estudio de los mensajes dados, se atrevieron a encarar por fe la obra a la que eran llamados, una obra que no 119 podían entender plenamente; y al avanzar en el temor de Dios, recibieron una rica bendición.

EL RESULTADO DE CAMINAR EN LA LUZ
Me he regocijado muchísimo, al ver las maravillosas transformaciones que han ocurrido en la vida de algunos que decidieron avanzar por fe por el camino del Señor, en lugar de seguir sus propios caminos. Si estos hermanos que ocupan cargos de responsabilidad hubieran continuado considerando los asuntos desde un punto de vista falso, habrían creado un estado de cosas tal, que lamentablemente se hubiera arruinado la obra; pero cuando siguieron las instrucciones enviadas, y buscaron al Señor, Dios los llevó a la luz plena, y los capacitó para prestar un servicio aceptable y llevar a término reformas espirituales.
Cuando el Señor interviene con el fin de preparar el camino delante de sus ministros, es deber de ellos seguir por donde el señala. Nunca abandonará ni dejará en la incertidumbre a los que siguen sus instrucciones con toda buena voluntad.

UNA MANIFESTACIÓN DE CONFIANZA
"Me gozo ­mis hermanos­ de que en 120 todo tengo confianza en vosotros". Y aunque todavía siento la más profunda preocupación por la actitud que algunos están asumiendo hacia ciertas medidas importantes relacionadas con el desarrollo de la causa de Dios en la tierra, tengo una gran fe en los obreros de todo el campo, y creo que, si se reúnen, se humillan delante del Señor y se consagran otra vez a su servicio, serán capacitados para hacer su voluntad. Hay algunos que ni siquiera ven los asuntos desde el punto de vista correcto, pero pueden aprender a considerarlos en armonía con sus compañeros, y pueden evitar la comisión de serios errores si buscan fervientemente al Señor ahora mismo, y someten plenamente su voluntad a la de Dios.
Me he sentido profundamente impresionada por las escenas que han pasado recientemente delante de mí en horas de la noche. Parecía que había un gran movimiento ­ una obra de reavivamiento ­ que avanzaba en muchos lugares. Nuestros hermanos estaban formando fila para responder al llamado de Dios. Mis hermanos: El Señor está hablándonos. ¿No escucharemos su voz? ¿No aderezaremos nuestras lámparas y actuaremos como gente que espera la venida del Señor? Vivimos en un momento 121 que requiere que llevemos la luz, que entremos en acción.
"Yo pues... os ruego ­hermanos­, que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" Efesios 4:1-3. (General Conference Bulletin, 19 de mayo de 1913, págs. 33, 34). 123

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